Noviembre 17, 2024

De Rusia a Cuba, Trump y Clinton chocan en política exterior

Quien reemplace a Barack Obama en la Casa Blanca deberá afrontar una tensión con Rusia sin precedentes en las últimas décadas, un Oriente Medio embarrado en conflictos y la decisión de seguir o no con la apertura a Cuba, retos que Hillary Clinton y Donald Trump abordarían desde polos opuestos.

 

 

 La campaña presidencial ha trastocado los esquemas clásicos de la política exterior estadounidense, con un candidato republicano, Trump, que oscila entre el aislacionismo y el músculo militar, y una aspirante demócrata, Clinton, que, según sus asesores, adoptaría una postura más agresiva que Obama en el plano internacional.

 “Una victoria de Trump provocaría una de las mayores conmociones en la política exterior (estadounidense) en las últimas décadas”, pronosticó recientemente Thomas Wright, un experto en estrategia geopolítica del centro de estudios Brookings.

 La candidatura de Trump ha generado inquietud en el mundo, desde una Latinoamérica indignada por sus comentarios sobre los inmigrantes a un Oriente Medio preocupado por su retórica contra los musulmanes, pasando por unos aliados tradicionales en Asia oriental que temen que EEUU los deje a su suerte ante la pujanza de China.

 Mientras tanto, la tensión con Rusia ha ido creciendo al calor de las diferencias sobre Siria y la acusación estadounidense a Moscú de haber lanzado ciberataques para influir en las elecciones.

 “Tenemos una de las relaciones más conflictivas con Rusia de los últimos tiempos. El único debate entre los expertos es si está al nivel de la crisis de la década del 1980 o más bien (del comienzo de la Guerra Fría) en la del 1940”, dijo Fiona Hill, una experta en Rusia, en una conferencia organizada por Brookings.

 Si la próxima presidenta es Clinton, que ha acusado directamente a Moscú de tratar de perjudicarla con sus ciberataques, tendrá un “primer año muy difícil” en su relación con Rusia, según Wright.

 Por su parte, Trump ha elogiado reiteradamente al presidente ruso, Vladímir Putin, y ha mostrado su voluntad de “llevarse bien” con él, con el argumento de que la batalla contra el Estado Islámico (EI) debe ser la prioridad absoluta y Moscú puede contribuir a ella.

  Si el mayor foco de tensión para Clinton sería Rusia, el de Trump podría ser China, uno de los principales blancos de sus ataques y al que ha prometido imponer presión por sus prácticas comerciales.

 Por su parte, Clinton apremiaría más a China en el área de los derechos humanos y mantendría las alianzas con Japón y Corea del Sur, quizá con una mano más dura hacia Corea del Norte. Pero es improbable que el “giro hacia Asia” de Obama siguiera siendo su prioridad, dado su interés en Oriente Medio.

 Ni Trump ni Clinton han mencionado la paz entre israelíes y palestinos como una prioridad de su política exterior, aunque ambos se han perfilado como aliados inequívocos de Israel, y han hecho varias promesas a un Benjamin Netanyahu muy distanciado de Obama.

 La desigual recuperación económica de Europa, las consecuencias del “brexit”, el conflicto en Ucrania y la crisis de refugiados serán otros de los retos para el próximo Presidente, que además tendrá que decidir, con toda probabilidad, qué hacer con la prisión de Guantánamo (Cuba) que Obama no ha logrado cerrar.

 Mientras que Clinton quiere clausurarla, Trump ha prometido mantenerla abierta y, además, ha sugerido que volvería a autorizar las polémicas prácticas de interrogatorio que usó el Gobierno de George W. Bush, como la asfixia simulada (waterboarding).

 Durante las primarias, Trump fue el único aspirante republicano favorable al acercamiento a Cuba, pero ha endurecido su posición a medida que buscaba votos en Florida, y en un tuit de mediados de octubre prometió “dar marcha atrás a las órdenes ejecutivas de Obama hacia Cuba hasta que se restauren las libertades” en la isla.

 Pero cumplir esa promesa puede ser “muy difícil” y tener un “alto costo político”, dados los múltiples canales de cooperación que ya están activos y el creciente interés de las empresas estadounidenses en Cuba, explicó a Efe el experto Geoff Thale, director de programas de la Oficina de Washington para Latinoamérica (Wola).

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