Diciembre 26, 2024

Elecciones municipales 2016: democracia sin ciudadanos y elecciones sin votantes

No se trata de que cada uno de tres chilenos haya leído J.J. Rousseau y comprendido la frase de que “los ingleses se creen libres porque votan cada cuatro años”, sino que la democracia electoral está en pleno ocaso y que el sufragio ciudadano se encuentra reemplazado por el  voto de los banqueros y los grandes empresarios, es decir los dueños del país.

 

 

El poder y la legitimidad, visto desde el punto de vista de la democracia bancaria no emanan del pueblo, el legítimo soberano, sino de los poderes fácticos.

La abstención se ha convertido, desde que se instituyó el voto voluntario, en el actor principal  de los procesos electorales. Los columnistas y los cientistas políticos pueden buscar distintas explicación para intentar comprender un fenómeno, que no es exclusivo de Chile, sino que ha abarcado distintos procesos electorales en muchos países del mundo.

Total Votos

Año

Total votos

1992

7 043 827

1996

7 079.418

2000

7.789.886

2004

6.872.675

2008

6.956.075

2012

5.476.947

2016

4.926.957

 

Total  Padrón

1992

7.840.538

1996

7.079.438

2000

7.089.886

2004

8.012.065

2008

8.110.265

2012

13.404.708

2016

14.122.316

 

 

El primer lugar, se achaca a la alta abstención el que el voto sea voluntario: si recurrimos, por ejemplo, al caso de Colombia, en un plebiscito tan importante como era el de ratificar el Acuerdo de Paz con las FARC, se dio el más alto porcentaje de abstención en un país en que el 50% de los ciudadanos se abstiene de acudir a las urnas – en el caso del último plebiscito, ascendió a dos tercios -; en Estados Unidos ha votado históricamente el 20% de los habilitados para sufragar. Pero también hay algunos otros países donde el voto voluntario da lugar a altas cifras de participación, por ejemplo, en los países nórdicos.

En segundo lugar, el voto voluntario tiene un sesgo clasista y etario, pues los más altos índices de abstención coinciden con las comunas donde habitan personas  más pobres y de bajo nivel de instrucción; a su vez, la mayor participación se da en las mesas en que están inscritos los adultos mayores, por consiguiente, la abstención se daría, fundamentalmente, entre los jóvenes; en cambio sí votan los más ricos, de capas medias y de ponderado nivel educacional. 

Es fácil deducir que la abstención colegir que la abstención, en el caso particular de la elección municipal del domingo, 23 de octubre, favoreció a los candidatos de los partidos de derecha.

Analizar la subjetividad y las distintas motivaciones de los ciudadanos que han decidido no  participar en los procesos electorales es una tarea muy ardua y difícil. Seguramente puede haber una franja, no pequeña, de abstencionistas estructurales, es decir, personas que nunca han participado en los procesos electorales, y que tienen motivaciones distintas, que pueden ir desde el rechazo al sistema de la democracia electoral, pasando por el analfabetismo político, que responde a pensamientos tan tontos como el que “después de la elección yo debo seguir trabando”, hasta llegar considerar las elecciones como una fanfarria  inútil, pues el voto del ciudadano común tiene cero valor decisivo en las tareas del Estado.

Cuantificar el porcentaje de abstencionistas en una elección popular, que rechaza el sistema político, con o sin fundamento, se hace casi imposible pues, en muchos casos, abstenerse no significa manifestar activamente el rechazo a la democracia bancaria y a la fallida  representación política: no se puede interpretar sólo como un rechazo masivo a las instituciones y a los representantes a elegir, sino como apatía, desidia, apoliticismo.

El voto nulo, bien organizado y con objetivos precisos, podría significar un rechazo activo a la democracia bancaria y plantear, como respuesta positiva, la refundación republicana sobre la base de convocatoria, por ejemplo, a una asamblea constituyente. El premio Nobel de literatura, el portugués José Saramago planteó, en sus Ensayos sobre la lucidez, la idea del voto nulo comprometido, como rechazo a una democracia dominada por el neoliberalismo. El  relato de Saramago se ubica en unas elecciones municipales en un pequeño pueblo portugués, en que los dos tercios del universo electoral deciden votar nulo; el gobierno hace uso de la ley marcial, y se repiten las elecciones, y claro, con el mismo resultado anterior; a pesar dela represión que se viene, los ciudadanos siguen rechazando el sistema por medio del voto nulo.

El duopolio chileno, ante tan alta abstención en los últimos comicios, estaría tentado en reponer el sufragio obligatorio, medida que sería contraproducente – según sus miembros – pues podría favorecer a un candidato – que ellos llaman – un candidato populista, es decir una persona honesta, que rechaza el sistema político, capturado por la plutocracia.

Ahora  llueven las autocríticas y los lamentos sobre la  leche derramada: es evidente que los políticos profesionales, los mozos de los bancos y de las grandes empresas, han demostrado una enorme incapacidad para “encantar a los ciudadanos”, tal vez creyendo, como antaño, que aún siguen siendo borregos y fácil de comprar con promesas e ilusiones; la gente se está dando cuenta que gobernar es sinónimo de decepcionar, y la experiencia nos prueba que, por ejemplo, los dos últimos Presidentes fueron ungidos por el pueblo, pero al corto tiempo de mandato han logrado el más alto rechazo en la historia de la transición a la democracia; especialmente dramático es el caso de la Presidenta Michelle  Bachelet, en su segundo gobierno, que luego de ser elegida con el 60% de los votos válidamente emitidos – si se considera el universo electoral es un 25% – y que en la actualidad cuenta apenas con un  20% de apoyo popular. Antes  era la Virgen salvadora y hoy flagelada, incluso, por sus mismos partidarios de loa Nueva Mayoría, que ahora se esconden para no salir en la foto con ella.

Las dos castas en el poder nunca aceptarán su ilegitimidad, así vote un 10% del universo electoral. Siempre habrá explicaciones y justificaciones suficientes para validar que la existencia de la democracia sin ciudadanos y elecciones sin votantes. Aun cuando algunos candidatos hayan sido elegidos con un 1% del universo electoral de su comuna, sostendrán que su representación es legítima, pues la del contendor era menor en porcentaje. El ideal sería ser elegido por unos pocos amigos incondicionales y contados militantes y dirigentes que aún quedan en sus partidos.

Si recorremos la  historia política de Chile podremos probar el desprecio que los supuestos “héroes” políticos tenían por el sufragio universal. Domingo Santamaría decía que “cómo le vamos a entregar las urnas a los rotos”, y Arturo Alessandri hablaba de lo funesto que había sido conceder el derecho al sufragio a un pueblo ignorante, y el profesor Alejandro Venegas escribía a favor del sufragio para los más cultos con el doble de valor que para los ignorantes.

Después de haber instaurado el padrón electoral más nutrido en la historia de Chile, con 14 millones de personas habilitadas para votar, hemos llegado a la más baja cifra de votantes en todo el período de la transición a la democracia, equivalente a 4.752.685 personas. A este desplome hay que agregar la ineptitud tanto del ministro de Justicia, como del Registro Civil y del Servicio Electoral (CERVEL) en el escándalo de los cambios de domicilio para cerca de 500 mil ciudadanos que, dicho sea de paso, tuvo poca influencia, pues en  los comicios municipales de ayer, hay contados casos de elecciones reñidas que obligasen a recurrir a la justicia electoral.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

24/10/2016            

     

 

      

 

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