El golpe de Estado en el Partido Socialista Obrero Español – de obrero no tiene nada de nuevo – propiciado por el otrora líder indiscutido, Felipe González, seguido por los barones, presididos por la andaluza Susana Díaz, logró derrocar al secretario general de ese Partido, Pedro Sánchez. No es la primera, ni menos la más importante crisis de ese Partido.
Previo al V Congreso de la Internacional Comunista, los socialdemócratas eran llamados por los comunistas “los social-fascistas” y a Trotski un aliado de Adolf Hitler. En España, el PSOE estaba dividido en fracciones irreconciliables: la de Indalecio Prieto, por un lado, y la de Francisco Largo Caballero, defenestrado por Juan Negrín, servil al Partido Comunista español y a Stalin. Es necesario recordar que el Partido Socialista colaboró con la dictadura de Miguel Primo de Rivera – padre de José Antonio, líder del fascismo español -.
La crisis actual en el PSOE se ubica, a mi modo de ver, en un contexto europeo y mundial de derechización de la socialdemocracia, que ya tiene muy poco espacio de maniobra frente al avasallante neoliberalismo y a la democracia bancaria.
En Grecia, el Movimiento Socialista panhelénico (PASOK) representa a la derecha de ese país; en Inglaterra, los Laboristas son intrascendentes y tienen el estigma del traidor Tony Blair, ahora en los tribunales por su papel jugado en la guerra contra IRAK; en Francia, el socialista François Hollande hace políticas de continuidad de la derecha y, además es rechazado por la mayoría de los ciudadanos franceses; en los países nórdicos, la socialdemocracia está muy debilitada; en Alemania los socialdemócratas están supeditados a los democratacristianos.
En América Latina, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) está colonizada por Alán García, en la candidatura presidencial de 2016 obtuvo una ínfima votación; en Venezuela, Acción Democrática desapareció; en Brasil, la izquierda está en pleno retroceso, y la socialdemocracia es la derecha; en Argentina, la izquierda está prácticamente derrotada; en Chile, los socialistas son vasallos de los democratacristianos.
La socialdemocracia ya no tiene espacio en la política mundial, pues está avasallada por el reino del neoliberalismo, ni siquiera puede desplegar los principios de crecimiento con equidad, o los ideales de igualdad y de calidad de vida y protección social, que tanto éxito le dieron después de la Segunda Guerra Mundial.
Una consecuente política socialdemócrata de los mejores momentos históricos sólo puede ser llevada a cabo por una izquierda plural y renovada.
La socialdemocracia, ubicada en la democracia bancaria, sólo puede responder al famoso esquema de la ley de Michels: una separación radical entre los dirigentes burocráticos y los militantes de su Partido. Este es el fenómeno que ocurre, por ejemplo, en el socialismo francés, entre Hollande y la base; entre los barones socialistas españoles y los militantes; entre los Laboristas de Tony Blair y los soldados rasos de ese Partido.
Felipe González gobernó España durante 14 años y el PSOE se identificó con las capas medias españolas, la burguesía aspiracional, la entrada a OTAN y a la Comunidad Europea y, sobre todo, con la Constitución pactada en La Moncloa, en 1978 – hablar de González es hablar de la Constitución actual española -.
Antonio García Trevijano acusa a Felipe González de haber sido un agente de Francisco Franco, y no pocos, de haber sido un instrumento útil a la CIA.
El episodio más infamante de los largos gobiernos de González fue la implementación del terrorismo de Estado, llevado a cabo por el Grupo Antiterrorista de Liberación (Gal), encargado de exterminar a la ETA, especialmente en el país vasco-francés, en el Departamento de los Pirineos Atlánticos. El Gal se hizo tristemente famoso por los asesinatos de Lasa y Zabala, llevado a cabo en Bayona; posteriormente, ocurrió el secuestro de Marey, sumado a una seguidilla de crímenes perpetrados en Francia.
El juez Baltazar Garzón ordenó la detención de los agentes de la policía, Amedo y Domínguez – el primero, encargado de reclutar mercenarios – ambos se financiaban con los gastos reservados del Ministerio del Interior. Posteriormente, el juez Garzón condenó a 10 años de cárcel al ministro del Interior, el socialista José Manuel Barrionuevo, al encargado de Seguridad, Manuel Vera y al socialista vasco Sancristóbal.
Felipe González niega ser el “señor X” de esta trama turbia de claro terrorismo de Estado, sin embargo, muchos periodistas, investigadores, especialmente del extinguido Diario 16 – posteriormente Diario El Mundo -, además del libro de Amedo La cal viva, uno de los implicados, que acusa a González directamente.
El otro escándalo más actual del PSOE es el de los famosos “ERES”, de Andalucía, un robo de fondos, cuyo destino era el de ayudar a los pre-jubilados y a las empresas andaluzas en una situación de crisis económica. La jueza Mercedes Alaya ha acusado a 26 imputados, entre ellos a dos ex presidentes de Andalucía, José Antonio Griñán y Manuel Chaves. El daño fiscal se estima en 700 millones de euros. El principal acusado, Javier Guerrero, encargado del Trabajo del gobierno de Andalucía, a quien también se le achaca la realización de fiestas, con uso de drogas fuertes, como la cocaína.
El golpe de Estado que derrocó a Pedro Sánchez, coloca al PSOE en difícil situación: la mayoría de los dirigentes de este Partido no se atreven a decir de frente que están por apoyar la investidura de Mariano Rajoy, sobre la base de una supuesta abstención técnica, es decir, que unos pocos diputados PSOE se abstengan y, con este proceder, elijan a Rajoy, que está claramente comprometido con el caso Bárcenas, lo que equivale a votar un corrupto, a todas luces confeso.
Es evidente que Felipe González siga prefiriendo la alianza del PSOE con el PP a hacerlo con el Partido Podemos, lo que prueba que sigue siendo un lobista y derechista de tomo y lomo.
La postura de Pedro Sánchez, apoyado por muchos militantes de base, es formar un gobierno alternativo que incluya a Podemos, Ciudadanos y a otros Partidos regionalistas, tarea bastante difícil, pues, por ejemplo, Ciudadanos no es más que la cara bonita y presentable del Partido Popular. El planteamiento de Sánchez es llamar a un congreso en que los militantes decidan la estrategia de alianza a seguir, y una primaria en que se elija al líder del PSOE. La otra alternativa posible es convocar a nuevas elecciones, a realizarse el mes de diciembre en que, seguramente, los necios votantes darán aún más votos al corrupto Rajoy.
Si bien, los partidos políticos mueren más lentamente que los seres biológicos, no cabe duda de que la Socialdemocracia, así como las Democracias Cristianas sólo les queda el recuerdo de sus mejores tiempos en la post Segunda Guerra Mundial. Estoy tentado de encontrarle una relativa razón a Nietzsche de que la historia es cíclica y el eterno retorno puede existir.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
13/10/2016