Noviembre 23, 2024

Colombia: Un nefasto triunfo del NO

Hay varios derrotados a raíz del plebiscito por la ratificación del Acuerdo de Paz, suscrito entre el gobierno del Presidente, Juan Manuel Santos  y el líder des FARC-EP, Rodrigo Londoño. En primer lugar, Colombia queda desprestigiada ante la opinión pública internacional, demostrando la incapacidad de sus ciudadanos por confirmar un proceso de paz, que tuvo un enorme apoyo mundial; en segundo lugar, la confirmación del agotamiento fin del sistema político colombiano que,  con  el 65% de abstención marca un récord en las ya altas tasas de abstención en las anteriores elecciones de ese país, lo cual confirma mis anteriores dudas sobre la validez de la democracia electoral cuando sólo participa un tercio del universo de votantes, con el agravante de que en el plebiscito del 2 de octubre de 2016 se decidía un paso trascendental para el destino de la paz luego  de 52 años de guerra; en tercer lugar,   los líderes de líderes de la opción triunfante del primer domingo de octubre no esconden, que junto con haber desahuciado el pacto de Paz persiguen, además,  poner fin al gobierno de José Manuel Santos, ya bastante impopular internamente.

 

 

Si analizamos  sociológicamente los resultados del plebiscito por la Paz, comprobaremos que los distritos centrales del país y los más ricos y poblados, los menos afectados por la guerra, ganó la opción NO: Medellín, el eje cafetero y Santander del Norte y Santander del Sur; la excepción estuvo en  Bogotá y en el Departamento de Boyacá; por el contrario, en aquellos escenarios en que predominó el conflicto, el triunfo del SÍ fue rotundo; en la Costa Pacífica, especialmente en la ciudad de Buenaventura, como también en el Caribe, en los Departamentos de Bolívar, Atlántico, Magdalena y Guajira, y en el interior, los Departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Amazonas. Se culpa, en parte, la baja concurrencia de los ciudadanos a las urnas al tifón Matthew.

Junto a esta división geográfica, es necesario profundizar en el análisis de la votación del plebiscito desde el punto de vista sociológico: votaron por el NO principalmente los gamonales del mundo agrario, la oligarquía urbana y, especialmente, las clases medias de las  grandes ciudades – los denomino “clase emergente de fascistas pobres”, ciudadanos que guardan una gran admiración por el paramilitar, amigo de los narcotraficantes y facineroso, el ex Presidente Álvaro Uribe Vélez, amparado por el fuero parlamentario para evadir la justicia por sus muchos crímenes -.

El triunfo del NO en el reciente plebiscito significa el rechazo al  Acuerdo de Paz – firmado en Cartagena de Indias el 26 de septiembre de 2016, con la presencia de altos dignatarios de gobiernos del mundo, como también de instituciones, entre ellas Naciones Unidas y la OEA – como también a la implementación de las medidas necesarias en el parlamento.

El día después de conocido el resultado del triunfo del NO, por 50,2% frente 49,8%, – diferencia de sólo un 0,4% – el Presidente Santos reaccionó con firmeza asegurando que no se rendía y que continuaría la lucha por la paz. Por su parte, el líder Rodrigo Londoño, comandante de las FARC, a su vez se pronunció desde La Habana en el sentido de que “usaría el lenguaje de la palabra y no el de  las armas”, demostrando la decisión y buena voluntad de continuar luchando por la paz.

Álvaro Uribe, líder del Partido Centro  Democrático, y Francisco Santos, primo del Presidente de la República, declararon que no estaban contra la paz, sino que por un replanteamiento de las condiciones, mediante un nuevo Acuerdo con la guerrilla.

No hay que engañarse: la propuesta de Uribe supone dejar sin efecto la parte del Acuerdo de una justicia especial, lo que significaría la concurrencia ante la justicia  ordinaria  de aquellos guerrilleros acusados  de algún delito, además, el pago al Estado por concepto dineros obtenidos como botín de guerra. Por otra parte, se les niegan los 10 cargos al Parlamento, (cinco diputados y cinco senadores).

En otro orden de cosas, la convocatoria a una Asamblea Constituyente sería favorable a la derecha y anularía, además, los aspectos más avanzados de la Constitución de 1991.

Después de este plebiscito, Colombia se encuentra dividida en dos bandos de difícil reconciliación y no parece cercano un acuerdo nacional en que fuerzas tan disímiles como la plutocracia de los gamonales, servida por “fascistas pobres” de las capas medias urbanas, a las cuales hay que agregar el paramilitarismo, más exitoso que antes, como lo prueba la votación de pueblos, aldeas y veredas donde ganó el NO  y los sectores democrático populares

No se puede negar que para muchos colombianos, anticomunistas rabiosos, y otros llenos de odio y sed de venganza, el hecho de que el Acuerdo de Paz se hubiera negociado en La Habana y con el apoyo de Raúl Castro, hubiera influido en el voto negativo, a lo que hay que sumar la campaña del terror realizada por Uribe y sus secuaces.

Hay que reconocer, también, que la propaganda del gobierno fue muy invasiva, lo que despertó la reacción de algunos chauvinistas, quienes hicieron sentir que Colombia había perdido su independencia, pues estaba en manos de los Castro y los Maduros.

El nadie puede pensar que el camino hacia la Paz es fácil, sobre todo en una época negra y reaccionaria como la que se está viviendo en la mayoría de los países de América Latina, por ejemplo, la elección municipal en Brasil terminó el derrumbe del Partido de los Trabajadores. Es de esperar que el nefasto resultado del plebiscito en Colombia no termine por hacer resurgir los peores tiempos del holocausto bíblico.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

03/10/2016             

 

    

 

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