Noviembre 17, 2024

Nada nuevo bajo el sol

No debiera asombrar la emergencia, como hongos luego de la lluvia, de los innumerables candidatos oficialistas disponibles para sacrificarse en bien del servicio público y de la patria.

 

 

Lo que mejor define el actual estado de la política es la imagen de una caja que se desfonda por la descomposición de su contenido. Y sus administradores se desesperan por tratar de que no colapse en medio de un reguero de malos olores y un desorden que (casi) nadie quiere.

 

Resulta curioso, además, que la abrumadora existencia de candidatos oficialistas sea precisamente cuando lo que la cultura dominante requiere es una disciplina tal, que logre que los verdaderos dueños de  todos los poderes, se tranquilicen.

 

Precisamente para este efecto es la aparición de Ricardo Lagos y su apostura amplificada artificialmente con un corte intelectual que lo eleva por sobre las pequeñeces de sus colegas políticos. Muchos no pudieron callarse la boca y salieron a celebrar el portento.

 

Algo parecido sucedería en las oficinas castrenses que en el último tiempo han debido soportar las innumerables denuncias de la peor de las corrupciones.

 

Y, por cierto, el Tío Sam estará de plácemes ante la inminencia de la llegada a La Moneda de un viejo amigo, disponible para ordenar el caos que la inoperancia de Michelle Bachelet dejó a su paso.

 

En este contexto es que se comienzan a entender con mayor claridad las candidaturas que manifiestan su ánimo patriótico, y que suman a sujetos tan extraños como repugnantes. Insulza, Allende, Walker, Tarud, Guillier, cada uno con razones que no tienen que ver con un real apetito presidencial. Lo de ellos es terminar con un buen tapabocas bajo el brazo.

 

Así, lo que buscan esos precandidatos es crispar los nervios de los operadores que están detrás de la gesta reparadora de Ricardo Lagos para luego recibir una buena oferta en términos de futuros ministerios, embajadas y cupos parlamentarios.

 

Y de ese ramillete, por cierto el que saldrá más caro para que se descuelgue, será Guillier, el que sabe que si su candidatura es muy valoraba, más lo es, tanto para él mismo como para sus amigos del Partido Radical, su no candidatura, su abdicación a favor del Hombre del Departamento de Estado.

 

De manera que de aquí en más estaremos en presencia del despliegue de numerosas iniciativas comunicacionales para que las candidaturas no deseadas aumenten el precio de sus descuelgues oportunos, generosos y patrióticos.

 

Resulta curioso que el PC no haya hecho efectivo quizás el mejor pre candidato que pudo subirse a la carrera. La fugaz auto proclamación del alcalde de Recoleta Daniel Jadue como disponible para la presidencia, fue acallada brutalmente por sus camaradas.

 

Es que el PC sabe que su propia vía para lograr aumentar sus plazas parlamentarias, ministeriales y diplomáticas es su lealtad casi religiosa por algo en lo que nadie cree: el olvidado Programa de gobierno. La presidenta Bachelet, rodeada por desleales compañeros de los partidos que la han acompañado, lo sabe muy bien y no olvidará.

 

Así, la ciudadanía acudirá a un show que ocupará los medios de comunicación en una faramalla de lucha intestina, con declaraciones y peleas que no serán sino cachetadas de payasos entre los supuestos pre candidatos, los que hasta minutos antes de sus bajadas jurarán que lo de ellos es hasta el fin.

 

Y muy luego, ante la necesidad de sobrevivir al descalabro total y mantenerse a flote en el fango de sus propias secreciones y ante la imperiosa necesidad de salvaguardar a los poderosos de todas las layas, a cada cual le tocará lo suyo y el mundo seguirá andando.

 

Ah! Por cierto. Para que todo esto tenga todas las posibilidades de concretarse, se necesita que la izquierda haga su parte.

 

Así, muy cerca de todo ese tinglado asqueroso y descompuesto, decenas de colectivos de izquierda intentarán hacer algo parecido, un remedo sin plata y con pocas ideas. Sin saber qué hacer con el heroísmo de antes y sin la capacidad de leer correctamente las noticias del día.

 

Se comenzarán a desperezar los candidatos autoerigidos, continuarán los intentos por legalizar partidos de ampulosos nombres, se volverá por las antiguas consignas y por sobre todo, se harán esfuerzos sobrehumanos por insistir en aquello que no da resultados.

 

Y, ahora sí, el mundo seguirá andando.

 

 

 

 

 

 

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