La Reforma a la Educación –entiendo la Educación ante todo, y sobretodo, formar personas, Seres Humanos que busquen la verdad con pasión, el conocimiento de sí mismo, la prosperidad material y espiritual de su Pueblo, e intenten desentrañar el misterio que encierra el destino final del Ser humano y de la Humanidad-, es de imperiosa necesidad para terminar con la infausta herencia de la dictadura fascista cívico-militar que llevó al país a hundirlo en una profunda indigencia educacional y cultural. Evidentemente junto al cambio anterior, hay que proceder a otro cambio paralelo, el del artilugio que descaradamente la dictadura fascista de marras llamó constitución de 1980. En el marco del tinglado/artificio antes citado, los ocupantes sofofos le imponen al Pueblo una educación, una cultura, como “bienes de consumo” por y para el lucro. Los regímenes concertacionistas, cesaristas sofofos/piñeristas, y Nueva Mayoría, administradores de la infausta herencia profundizaron la crisis valórica al plantear suprimir las asignaturas de Historia y Filosofía en los planes de estudio. Por fortuna, cada vez más académicos valientes, como la Prof. Dra. Roxana Pey Tomanoff, el Prof. Dr. Ennio Vivaldi Vejar, etc., critican el sistema educativo que viene padeciendo el Pueblo Chileno. La Dignidad es lo principal para que la persona sea “menos manipulable por el poder político”. Ahora bien, la dignidad está compuesta por los niveles de inteligencia y sensibilidad, ambos marginados de la educación autoritaria de la enseñanza que ha privilegiado la dimensión jurídica muy por encima de la función científica y humanista de la vida académica.
Ante las demandas de los estudiantes, criminalizados, endeudados, torturados, apaleados por el aparato represivo del Estado, la Ministra de Educación tiene como respuesta la “mano dura” con el envío de la Policía a explicar con porras, gases lacrimógenos y balas de goma lo que la incompetente Ministra no puede explicar, que la Universidad chilena se encuentra en un estado de deterioro sin precedentes, desprestigiada e incapaz de situar la inteligencia del país en los niveles de modernidad y eficacia que la sociedad entera requiere. Como colofón, no me canso de repetir que la Universidad tiene que ser modelo por excelencia de legitimidad y transparencia administrativa, al tiempo que ejemplo de racionalidad científica, ya que en esta institución, se deben formar las personas/profesionales que van a orientar y dirigir de un modo u otro –honrada o corrompidamente, eficaz o incompetentemente- el porvenir del Chile democrático, culto y soberano…
La oligarquía empresarial farisea sofofa y sus testaferros, la clase politicastra, creen que por el simple cambio del nombre de alguna asignatura, significa que están investigando en el marco del “Pensamiento mágico chilensis”, concertasionista/pinochetista, que consiste en imaginar que la transformación superficial del nombre de las cosas, de las actividades y de los hechos, ya cambian los hechos, las actividades y las cosas. En resumen, están reformando la Educación Chilena. Y, a seguir con el lucro en la Educación.
En el marco de la mentalidad cuartelera, rastrera, inepta, incompetente, resignada/fatalista, corrupta, frívola, trivial, etc., con una doble moral enajenante que los miserables oligarcas fariseos sofofos esgrimen, y los cobardes menguados temen, la Universidad chilena cada vez se va quedando más retrasada, sin sufrir la evolución que requieren los tiempos y los profesionales que preparan. No es ni mucho menos una institución investigadora y en consecuencia, se nutre para sus enseñanzas de la ciencia y de los conocimientos que hacen otros países con bastante antelación. Ante tal situación, a algunos profesionales su dignidad les lleva al rechazo global de la universidad impuesta por la dictadura cívico militar a su renuncia a ser miembro de ella, mientras sigan los fraudes y las irracionalidades que impone la clase politicastra por orden de los ocupantes del país, la oligarquía empresarial farisea sofofa, y la casta/ralea castrense, todos corruptos.
El infausto golpe militar del 11 se Septiembre de 1973, que entre otras bestialidades, salvajadas, desatinos e inhumanidades procedió implacablemente a la decapitación de la Universidad Chilena – a más de cuatro décadas, aún siguen desaparecidas la Universidad del Norte/Chile, y la Universidad Técnica del Estado-, sus mejores cerebros, sino fueron asesinados, tuvieron que exiliarse y trabajar en otras actividades mientras la Universidad chilena quedaba sin medios, sin libertad, con “rectores delegados” y sin su Ley Principal, la autonomía académica, territorial y administrativa. La dictadura de marras le exigió a la Universidad que titulara rápidamente a individuos incondicionales para que ejercieran los cargos que dejaron vacantes los académicos exonerados o asesinados, simpatizantes del Gobierno Popular, que encabezara el derrocado y asesinado presidente Dr. Salvador Allende Gossens.
Como colofón, cualquiera otra tarea que implicase pensamiento libre, investigación poco rentable a corto plazo, o crítica contra alguno de los dogmas impuestos por asaltantes militares fascistas, testaferros del capital buitre foráneo, fue abandonada y perseguida. En el marco de esta orwelliana realidad, llegó “la libertad, la justicia y la democracia en la medida de lo posible” a la universidad Chilena, sumida en el caos. La mayoría de los docentes están casi completamente convencidos que en la arcadia mercurial de la alegría, la educación en general y universitaria en particular, no le importa prácticamente a nadie. Evidentemente, le importa a la minoría de empresarios sofofos que manejan el negocio de la educación y la cultura, como un bien de consumo, especialmente por parte de la “Educación privada”.
La reforma de la educación y general, y universitaria en particular, es urgente, pero esta urgencia no justifica cualquier reforma. Para empezar, frente a ella deben estar profesionales, académicos experimentados. Y evidentemente, los estudiantes. La inexperiencia, la inhabilidad de “los Ministros de educación” desde los inicios del proceso de la “transición a la democracia, la libertad y la justicia en la medida de lo posible”, los llevó a proponer un sin número de pseudas reformas que en el fondo siempre han dejado las cosas como estaban, para no preocupar a los empresarios fariseos sofofos de la educación privada. Para esto último, hay que suprimir la posibilidad a corto plazo de reformas de fondo, porque esto empeora la situación ante la único preocupación del régimen de turno, que se vaya a matar la gallina de los huevos de oro, de la educación privada de la oligarquía sofofa.
Debido a la cerrazón y al cerrilismo que dominan y aplastan la universidad chilena desde el 11 de septiembre de 1973, ciertamente no cabían grandes esperanzas de que, al empezar la transición a la democracia en “la medida de lo posible” ella fuera recuperada rápidamente. Pero, nadie imaginaba que a partir de 1990, se producirían regresiones que hicieron crisis con el actual régimen de la Nueva Concertación/Mayoría.
La Universidad sumida en la rutina y la burocracia por obra y gracia de la parafernalia impuesta por la dictadura cívico militar fascista, que en régimen de turno no ha contado con el deseo y valor para reformarla. No sólo está desprovista de ascendiente internacional como sucede con las de las Repúblicas bananeras actuales, las cuales van simplemente tirando como las chilenas, sino incluso peor, tenemos motivo para sospechar que todavía iremos más mal de lo que vamos con todas las imprecisiones, ligerezas y atolondramientos de algo tan importante para la vida de un país como es la Reforma Educacional, en especial en la universidad, por parte de la autoridad incompetente del Estado en la materia.
La minoría de académicos lúcidos, consideran que la Reforma de la Universidad chilena del actual régimen es ineficiente, arbitraria y confusa. Además de caprichosa y autoritaria. Esta confusa arbitrariedad, se volvió más escandalosa con el despido arbitrario de la rectora de la Universidad de Aysén, Prof. Dra. Roxana Pey Tumanoff.
Como colofón acentúo que la caótica realidad de la educación chilena, producto de la improvisación, incapacidad, y la baja formación educacional y cultural de la clase política, y en especial de sus líderes, cuya insensatez se pone en relieve en la despreocupación por la situación de la educación universitaria. En el marco de la política bajuna heredada de la dictadura cívico militar fascista, la universidad tiene como principal función, la de simple expendedora de títulos para funcionarios burócratas rutinarios de la administración: oficinistas, leguleyos, y otras actividades para las cuáles se requiere poca capacitación, las cuatro operaciones básicas, y de saber leer y escribir.
Lo corruptos/drogadictos politicastros, no tienen la capacidad de entender que la universidad del futuro, debe ser, en las universitarias de los países desarrollados, ya lo son, las vanguardias del nuevo sistema productivo.
La universidad chilena es la institución que mayores paradojas arrastra, pese a que en su seno anidó las protestas antidictadura cívico militar fascista. Es la institución que menos rompe con el pasado dictatorial terrorista/autoritario. Al contrario, la universidad reproduce su pasado corporativista, neoescolástico, autoritario, anticientífico y corrupto…
Hay propósitos verbalistas reformistas en los medios mediáticos mercuriales de (in)comunicación globalizados, pero esta fraseología no opera efectivamente sobre los problemas reales, sino se dedican a ocultarlo o a disimularlos, por lo cual la problemática global de la educación se exacerba y degenera cada vez más. La universidad se hunde, fosiliza, muere de estupidez. Sin embargo, sigue funcionando, para garantizar que el “bien de consumo por y para el lucro” siga llenado la faltriquera de los empresarios fariseos sofofos de la educación privada.
Con esperanza y memoria: “Gobernar es educar”.
· Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG