Noviembre 19, 2024

Ética y vigencia de Allende

El 11 de septiembre de 1973, antes del mediodía, Allende se despidió de nosotros para entrar en la historia.

Pronunció un tranquilo y hermoso discurso, revolucionario, analítico y, en medio del caos, optimista.

Transmitimos, en Radio Candelaria, de Santiago, directamente sus palabras. Estaban conmigo los periodistas Jorge Andrés Richards, “la Vieja” Espinoza, Mario Landa y la joven Marie Jean Oligier. Landa y Oligier dejaron ya este mundo, desde Concepción y San José de Costa Rica, en el exilio.

 

 

El breve análisis de Allende sobre el golpe dista mucho de lo que en estos 43 años se ha especulado, tergiversado, adulterado, para dejar bien a las fuerzas democráticas que volvieron a serlo sólo después del 80 (como la DC) y a las que han irrumpido desde los 80 en adelante, que hasta Allende no tuvieron ninguna importancia en el país (los diversos tipos de social democracias). Y por cierto al imperialismo norteamericano, cuya acción decisiva desde 1969 en adelante hoy se esconde debajo de la oportunista alfombra, a pesar de sus propias confesiones. Algo con cuidado y mucho con entrega.

Veamos las principales “chivas” disfrazadas de sesudas tesis.

El golpe se habría producido porque la fuerza ciudadana de Allende era minoritaria.

¡Qué ignorancia! Allende fue elegido con menos del 40 por ciento de los votos en 1970 y gobernó siempre con más del 50 por ciento (elecciones municipales de 1971) o con poco menos que eso (elecciones de Congreso de marzo de 1973). Ojalá los políticos de hoy pudieran contar con la mitad del apoyo ciudadano con que contaba el Presidente.

Los que querían botarlo por las urnas (Frei Montalva, si la Code, que formó con la derecha de Jarpa, ganaba con los 2/3 el Congreso de 1973) optaron ese día de las elecciones de marzo por la fuerza y la violencia y se sumaron a la estrategia norteamericana y de la vieja derecha: el golpe. “Ya va a ver ese hijo de puta” había manifestado Nixon a Kissinger (está probado) en septiembre de 1970. En el mismo septiembre vinieron las justificaciones falsas del golpe por parte de Frei y Aylwin. EEUU había aplicado un bloqueo invisible (como lo denunciamos en la época) y había llenado de billetes de dólares a los camioneros, los maniobreros de los miguelitos y todos los más importantes golpistas, entre ellos El Mercurio.

Fue precisamente la fortaleza ciudadana de Allende lo que precipitó el golpe del 11 de septiembre.

Por lo demás ¿alguna vez el imperialismo, de cualquier tipo, ha considerado, cuando decide atacar, si “el enemigo” cuenta con apoyo ciudadano mayoritario o no? ¿Lo hicieron los romanos cuando cercaron Numancia?¿Contaron los soviéticos cuánto apoyo tenían los demócratas checos antes de lanzar sus tanques contra Praga en 1968? ¿Contaron los inteligentes de la CIA cuánto apoyo tenía el gobierno comunista de Cuba en 1961? ¿Midieron el apoyo ciudadano de Arbenz en Guatemala en 1954 o el de Juan Bosch en Santo Domingo en 1965? ¿Se intimidaron los yanquis al saber que Sadam Hussein era hegemónico en Irak y que Muammar Kadafy lo era en Libia ?

La segunda “chiva”: el choque entre dos tesis al interior del gobierno habría precipitado las cosas y anulado el andar victorioso de las reformas: la de los comunistas de entonces y la de los social demócratas de izquierda, entre los cuales se contaba el propio Allende. Los partidarios del socialismo con dictadura y los partidarios del socialismo con democracia. No hubo atisbo de ello.

En el frente revolucionario de Allende, si hubo discrepancias, ellas existieron entre los comunistas de todos los partidos y los ultras de todos los partidos de izquierda. No hubo socialdemócratas, no podía haberlos. Chile no estaba para ello. Ni Tomic lo era. Allende, desde 1958 en adelante, identificó su estrategia con la de los comunistas y siempre esperó más de “su hermana mayor” la URSS, que nunca apoyó a Chile como se había prometido y se esperaba. Quienes pensábamos como los comunistas estábamos en el PS de Almeyda y de Lorca y en el Mapu de Gazmuri, además, por cierto, de los militantes del PC y de muchos allendistas sin partido que adherían e incluso trabajaban con el Presidente. El Presidente, como muchos de nosotros, tenía una ideología y una práctica normalmente mestiza, no diáfana ni única (que nunca la hay), en la que predominaba la certeza de la lucha social contradictoria, de los poderosos contra los débiles, de la gran burguesía contra los trabajadores, del imperialismo contra la nación; y la voluntad de luchar con los de abajo para arrebatarles el poder a los que en el mundo moderno lo detentaban. Esa teoría provenía de teorías previas al marxismo (Allende era masón) y era marxista y era leninista, era inter- nacionalista y era chilena, y era democrática y era republicana porque era chilena, surgida también en las elecciones permanentes, en la discusión académica y en el senado. Como la de Lenin fue rusa, la de Fidel cubana y martiana, la de Mao china, la de Ho vietnamita. Así son las herencias, las aventuras teóricas y las prácticas. Las condiciones que hacen posible la revolución y eso de entregar la vida por la especie.

 

-¿A quién se dirigió el Presidente, por radio, el 11 de septiembre de hace 43 años, desde La Moneda bombardeada y asfixiante? A los trabajadores: la modesta mujer y el trabajador manual e intelectual, a la juventud.

-¿Qué aconteció el 11 de septiembre, para el Presidente? Hubo un enfrentamiento desigual entre un sector social y otro sector social…el imperialismo, unido a la reacción interna, creó el clima para que las FFAA rompieran su tradición… (Esos son los responsables: el imperialismo, la reacción, los altos mandos (traidores) de las FFAA.

-¿Cuál será el resultado, para el Presidente? Él será acallado, no se seguirá escuchando el metal tranquilo de su voz…; habrá perseguidos; el pueblo debe defenderse pero no sacrificarse; no debe dejarse arrasar ni acribillar pero tampoco puede humillarse…

-¿Su muerte? Su muerte será no una derrota militar o política de los militares traidores, ni de quienes están detrás de ellos. Será una gran derrota moral, una fuerte sanción ética…La ética como fuerza principal para el Presidente. Lección para teístas, agnósticos y ateos sin ética.

-¿Qué fuerza política prevalecerá desde el pueblo, para el Presidente?

No hay ni habrá a su alrededor quien pueda salvar la situación…Superarán “otros hombres” el momento gris y amargo, un momento que es histórico…

-¿Cuándo? No mañana, pero más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor… (¿Está sucediendo?)

-¿Y Chile? Tengo fe en Chile y su destino, afirma el Presidente.

-¿Y él? Yo estaré, dice, junto a ustedes, siempre estaré junto a ustedes.

 

 

En su última alocución no hay partidos ni alianzas. El vocativo, hoy se diría “el público objetivo” para él, no fue el país, la patria, la gente, el pueblo, los partidos de izquierda, la Unidad Popular, el mundo. Fue “los trabajadores”. En el discurso histórico no hay opositores, derecha, decé, diputaditos o senadorcitos. Hay fuerzas sociales, grandes sujetos políticos. Y por cierto personajes despreciables, con nombres y apellidos. Como en las grandes tragedias, que sí lo fue, la más grande de nuestra historia. Hay carabineros y marinos. Y en primer término, bombardeos de fuerza aérea. Pinochet no está. Son las 9 de la mañana y él futuro tirano es una incógnita. Un traidor escondido. No lo nombra.

Para el Presidente hay tiempos. Hay urgencias y esperanzas. La semilla que él sembrara, perdurará. La historia, irremediablemente, avanzará.

 

Pueden acomodarse las figuras históricas para ser utilizadas.

Se ha hecho, entre nosotros, con Portales, con Balmaceda y, por cierto, con Allende.

Pero al final la mentira, la cobardía, la felonía y la traición tienen las patas cortas.

Tuvimos la suerte de estar esa mañana en una radio pequeña de Santiago, mientras el Presidente hablaba, nuestro teléfono sonaba con improperios de “la junta”, y las metralletas ilegales acechaban, amenazaban con acercarse y actuar. 

Y la suerte de sobrevivir.

Nuestra transmisión, apresurada, fue, en pequeño, un homenaje a Allende en el mismo instante de su muerte memorable.

La historia la contaremos hasta el fin.

 

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