Mariano Rajoy, candidato del derechista Partido Popular (PP), fue rechazado por segunda vez consecutiva en la sesión de investidura que se llevó a cabo en el Parlamento español, en el que votaron en favor 170 diputados –los del PP, Ciudadanos y Coalición Canaria (CC)– y en contra los 180 parlamentarios del Partido Socialista Obrero Español (PSOE 85), Unidos Podemos (69), ERC (nueve), Fundación Democracia y Libertad (ocho), Partido Nacionalista Vasco (cinco), Compromis (dos) y Bildu (dos).
Con este nuevo fracaso de Rajoy para lograr su primera relección al frente del gobierno español se abre un nuevo periodo de incertidumbre sobre el futuro político del país. La ley establece que a partir de ahora hay un plazo de dos meses para que se presente una nueva candidatura o la misma, pero siempre a propuesta del jefe del Estado, el rey Felipe VI, que dependerá de la viabilidad de la formación de una mayoría suficiente para formar gobierno. En caso de que no sea así y de que finalmente no haya ningún candidato capaz de sacar adelante la investidura, entonces se tendrían que disolver las cortes y convocar a unas nuevas elecciones anticipadas. Serían las terceras en menos de un año, las cuales se celebrarían el próximo 25 de diciembre.
Antes de la votación se efectuó un breve pero intenso debate, en el que hablaron todos los voceros y líderes de los grupos parlamentarios. Rajoy fue el primero en tomar la palabra para solicitar de nuevo la confianza de la Cámara. En un discurso en el que apeló a la responsabilidad
del líder del PSOE, Pedro Sánchez, para que, con su abstención, permita la formación del gobierno para dar inicio a la nueva legislatura, que sería con un gobierno en minoría del PP, lo que supondría un escenario muy diferente al de los últimos cuatros años, en los que el PP gobernó con mayoría absoluta.
Si persiste en su política de no, no y no, permita al menos que en España se forme un gobierno. Dejemos las excusas, los pretextos, las evasivas y vayamos a lo que importa, a los problemas de España, que no son ni suyos ni míos, sino de todos
, le espetó Rajoy.
El líder socialista, Pedro Sánchez, sostuvo que en ningún caso podrían apoyar a un líder político manchado de corrupción
y que lidera un partido procesado por numerosos delitos de financiamiento ilegal, tráfico de influencias y malversación de fondos públicos.