En estas líneas se pretende esbozar por qué la filtración de documentos de los Panamá Papers y la utilización selectiva de esos datos por parte de los medios masivos internacionales de comunicación -tal como es presentada usualmente- puede afectar muy poco a la Red de Guaridas Fiscales[1] (RGF) implicada y sí, en cambio, poner en serio riesgo a las soberanías nacionales y a las dirigencias políticas e instituciones de la mayoría de los países del mundo.
Desde el surgimiento de la crisis internacional del año 2008, la RGF ha tomado un protagonismo sin precedentes en los medios de comunicación, foros políticos y económicos internacionales, temarios de ONGs y demás. Esto se da a pesar de que la RGF tiene una historia de varios siglos, un fuerte crecimiento de su uso para la evasión y elusión fiscal coincidente con el aumento de la imposición tributaria progresiva del siglo XX y una explosión de gran magnitud en las últimas décadas asociada a la liberalización financiera mundial impuesta desde la década de los ́80 y a la globalización personificada en el creciente protagonismo mundial de las empresas multinacionales.
Además, con las sucesivas filtraciones de información o “Leaks”, como las publicadas por ICIJ[2] o por otros mecanismos, dicho protagonismo tuvo picos aún mayores y, como consecuencia de los datos filtrados y difundidos, los gobiernos han iniciado investigaciones específicas, procesos judiciales e incluso se han dado renuncias que incluyen hasta un primer ministro.
Sin embargo, como reza el rótulo elegido, “no todo lo que brilla es oro”.
Primeramente señalo que no todas las filtraciones tuvieron una génesis y desarrollo similar ni tampoco un impacto sobre grupos homogéneos de usuarios de la RGF. Aunque pueda parecer que la forma en que han llegado a tomar estado público es poco relevante para los beneficios derivados de la difusión de los datos secretos de una RGF cuyo activo clave es justamente el mantener en secreto los datos de sus usuarios y sus actividades, esto no es así.
La RGF administra identidades societarias, cuentas y fondos que provienen de diversas fuentes y me parece fundamental destacar que, a pesar de lo que se intenta instalar en el público, el protagonista fundamental de la RGF no son los políticos y funcionarios corruptos de todo el mundo, cuya participación ha sido estimada en alrededor del 5%, ni los fondos derivados de actividades ilegales como el narcotráfico, la trata de personas o el contrabando de armas, con una participación estimada en el 35% de los capitales totales. El principal usuario de la RGF son las corporaciones multinacionales y los propietarios de grandes fortunas, que al igual que los dos protagonistas recién mencionados, logran hacer uso pleno de la RGF mediante los servicios desarrollados especialmente para ello por parte de los grandes bancos multinacionales con su “banca privada” y de las cuatro grandes firmas de auditoría[3] en la administración de sus balances, contabilidad y relación con los fiscos. Estos “peces gordos” forman el 60% restante de la torta que administra la RGF.
El sesgo mediático
Hecha esta aproximación a los grados de magnitud de los grupos de usuarios de la RGF, podemos ver que las filtraciones que han sucedido en los últimos años no impactan de modo proporcional a quienes utilizan la RGF; de hecho los medios presentan sesgos propios para magnificar o silenciar algunos de los sujetos o empresas que han sido objeto de las filtraciones.
Así, la única filtración que dio de lleno en el corazón de las multinacionales fue la de los “Lux Leaks”, la cual fue llevada a cabo por Antoine Deltour, un empleado de una de las “Big Four”, Price Waterhouse and Coopers (PwC) en colaboración con el periodista francés Edouard Perrin, ambos enfrentando actualmente un proceso judicial en Luxemburgo. Y como ejemplo de impacto a los propietarios de grandes fortunas tenemos a Herbé Falciani, quien extrajo (con ayuda del servicio secreto de un país no identificado[4]) datos masivos de HSBC sucursal Suiza, banco en el que trabajaba.
Sin embargo, en la mayoría de las filtraciones el principal objetivo de enfoque de los medios de comunicación masivos internacionales y sus asociados locales, a la hora de profundizar y mantener la atención del público, ha sido la información concreta de casos de corrupción política. Muy lejos de mantener una atención proporcional a la relevancia de los fondos fugados o evadidos/eludidos de los países víctimas de la RGF, los medios concentrados y sus asociados nacionales han puesto un especial énfasis en algunos políticos corruptos de diversos países del mundo.
Es ridículo negar la existencia de graves problemas de corrupción a nivel político en la mayoría de los países del mundo e incluso no ver una connivencia de la dirigencia política corrupta con el sistema de la RGF, lo que permite el pleno y amplio funcionamiento de la RGF en casi todos los países por acción u omisión de esa misma dirigencia.
Pero, desde el mayor factor de poder internacional y a la vez el más amplio usuario de la RGF, las corporaciones multinacionales se aprovechan las filtraciones que alguna vez supieron afectar sus intereses, para generar un masivo descreimiento de las clases medias en las dirigencias políticas y, lo que es peor, en algunos casos, se llega a que dejen de confiar en las instituciones en sí mismas. Los medios concentrados internacionales son parte de ese grupo selecto y los grandes medios nacionales también lo son, y lo que es peor aún, los medios nacionales que no lo fueren dependen de las pautas publicitarias de las corporaciones o de los gobiernos y entonces los únicos medios que podrían poner el foco seriamente en la cuestión sistémica de la RGF y los verdaderos protagonistas de esta estafa mundial terminan siendo muy pocos y en condiciones muy acotadas.
Es por esto que, a la hora de evaluar el impacto de los Panamá Papers y las futuras filtraciones y de difundir lo contenido en sus documentos, es preciso tener claro el objetivo central de luchar contra la evasión/elusión fiscal y la fuga de capitales y no hacerles el caldo gordo a quienes hoy obtienen grandes beneficios del sistema de la RGF y buscan aumentarlos disminuyendo el poder efectivo y la legitimidad de los gobiernos de los países que deben convertir esta lucha en una legislación efectiva y mundial contra la RGF.[5]
-*Juan Valerdi es economista especialista en tributación y lucha antilavado. Ex asesor de la presidencia del Banco Central, Banco Nación y la unidad antilavado de Argentina.
[1]El autor se resiste a utilizar la traducción habitual de los “Tax Havens” al español como “Paraísos Fiscales”, ya que no sólo es errónea desde el punto de vista formal (Paraísos en inglés es “Heaven”) sino que incluye en ese error un fondo de justificación del uso de la Red de Guaridas Fiscales (RGF) por parte de las empresas y ricos que huyen del “infierno” de los gobiernos cuya “voracidad fiscal pretende saquear los beneficios obtenidos con sus esfuerzos”. “Haven” tiene como traducción oficial, entre otras, a “Guaridas”, palabra que parece ser la más representativa para el rol que cumple la RGF desde las épocas de piratas y corsarios al servicio de su majestad la Reina.
[2]ICIJ Internat ional Consortium of Investigative Journalists www.icij.org
[3]Las “Big Four” de auditoría y contabilidad son las cuatro firmas internacionales líderes: KPMG, Deloitte, PwC y Ernst & Young.
[4]Así lo relata el propio Falciani en su libro “La caja fuerte de los evasores”. Falciani se encuentra con pedido de captura de Suiza y exiliado en España después de haber colaborado con las autoridades judiciales y tributarias de Francia.
[5]Cabe mencionar que en el particular caso de la Argentina el intento de investigar a fondo el uso de la RGF por parte de multinacionales inglesas del mercado mundial de carnes, costó la vida de dos senadores nacionales en las primeras décadas del siglo XX, como expone en su libro Nicholas Shaxson “Las Islas del tesoro”, de lejos el mejor libro sobre la RGF que ha conocido el autor del presente artículo.