Diciembre 26, 2024

“Pan, o las tripas de la reina”

Estoy en completo desacuerdo con la idea de disminuir la sal a la marraqueta – que todavía los viejos llamamos pan francés -; hacernos la imagen de que los pobres tengan un cuerpo escultural y que las pobladoras, jóvenes y viejas se conviertan en una especie de muñecas Barbie – incluso en falsas rubias – es un desconocimiento de la mentalidad popular, y muchos de los nutricionistas son verdaderos enemigos del pueblo – ¡vaya estupidez más grande que suprimir la sal de la marraqueta!

 

 

El objetivo de pretensión de prolongar la vida de los viejos a más de cien años por medio de dietas y prohibiciones es, francamente, un despropósito, pues con $90.000 de pensión básica solidario, y menos del vital en el caso de las AFPs, apenas les alcanza para una marraqueta diaria para cada uno de los miembros de su familia y, como decíamos en manifestaciones, en plena dictadura, “a puro pan y a puro te así nos tiene…  Pinochet (y ¿ahora Bachelet?).

En este canalla país ser viejo es un estigma y un estorbo para la sociedad, en consecuencia, no sería mala idea adoptar la vieja práctica de los maltusianos darwinistas sociales de agregar al pan, en vez de sal, un letal veneno, que permita a los añosos morir tranquilos, pues al fin y al cabo, y siguiendo a los existencialistas, “la vida es un absurdo” y, según Nietzsche, “a Dios hace tiempo que lo asesinaron”. Por lo demás, ni siquiera a Dante Alighieri podría describir el infierno que viven los ancianos y ancianas en Chile.

El pan ha sido, a través de la historia de la humanidad, el alimento del pobre, sin el cual el cristianismo no hubiera existido, pues el centro de su rito se basa en la transformación del pan en el cuerpo de Cristo – sin pan y vino para consagrar no existiría la misa -.  Celso, en su libro Discurso verdadero contra los cristianos, sostiene que esta secta debería ser perseguida por practicar la antropofagia por el hecho de comer y beber el cuerpo y la sangre de un hombre.

Piotr Kropotkin escribió un libro maravilloso, La conquista del pan, donde resume, en forma magistral, los fundamentos doctrinarios de acracia, es decir, una sociedad sin dios, ni amo. En Los miserables, de Víctor Hugo, el robo de un pan para alimentar a su familia, da inicio a la saga de Jean Valjean, perseguido incansablemente por el inspector Javert. A partir del éxito de esta novela, en Francia está prohibido por ley arrestar a quienes roban pan y otros alimentos de primera necesidad – no sería mala idea de que esta norma se aplicara en Chile, dado que muchos pobres no disponen de dinero, ni siquiera para comprar un kilo de pan -.

En Francia se come bien sazonado y bien servido y no lidera ninguno de los índices de obesidad, ni cardiopatías y los nutricionistas tienen muy poca audiencia. En el siglo XVIII, la alimentación fundamental del pueblo era a base de pan: en 1788 confluyeron varias desgracias: rayos y granizos que destruyeron las cosechas de trigo, lo cual trajo consigo el alza en el precio del pan, en un 90%; al rey y a la reina eran acusados con el mote de “el panadero y la panadera y el aprendiz de panadero”, sospechando la colusión con los empresarios del trigo.

Dos meses después de la Toma de la Bastilla (5 y 6 de octubre de 1789), las mujeres y algunos hombres marcharon hacia Versalles para pedir pan a los reyes – es falso que María Antonieta haya dicho que “si no tienen pan, que coman brioches”, que es uno de los tantos mitos de la “petite histoire”, pues este manjar es de mejor calidad y gusto que el pan -. Una versión acerca de la marcha de las mujeres acusa a Louis Philippe de Orléans, primo de Luis XVI – quien votó, posteriormente, la muerte del rey – de haber organizado y planificado esta marcha, incluyendo a las prostitutas elegantes de la época del Palais Royal, para que entusiasmaran, por medio de sus encantos, a la guardia del Palacio de Versalles.

Las mujeres  manifestantes, luego de cinco horas de marcha – desde París a Versalles y que hoy se hace en apenas 30 minutos en tren – las mujeres irrumpieron el palacio, incluso, poniendo en peligro la vida de maría Antonieta, que era odiada y llamada la “prostituta” o “Mme. Déficit” – en los archivos de Francia  existe una sección completa, dedicada a los dibujos pornográficos con que los artistas se burlaban de la reina -.

El marqués de La Fayette, en ese entonces que aún contaba con la fama de su participación en la independencia de los Estados Unidos, hombre muy falso e hipócrita, que dos veces salvó la vida del rey sobre la base de mentiras, como sostener que huida a Varennes fue un rapto, y no una escapada voluntaria para animar la rebelión de las huestes realistas; en octubre de 1789 logró que el rey saliera al balcón del palacio y fuera vitoreado por la multitud y, posteriormente lo  hiciera la reina junto a sus hijos, salvando una situación muy difícil, sin embargo, la marcha de las mujeres por el pan significó un cambio muy radical en la revolución francesa. Posteriormente, las mujeres se dirigieron a la Asamblea nacional – según las malas lenguas las prostitutas, regentadas por el proxeneta Felipe Igualdad, se entregaron al placer conjuntamente con los diputados de esa Asamblea < no nos puede extrañar que un “honorable senador” haya usado el computador de su banco para dedicarse al goce de la contemplación de las películas de marcado carácter sexual> -.Felipe de Orléans murió guillotinado por los mismos revolucionarios, en la época llamada, “del terror”. Una de las medidas principales, impuestas por el Comité de Salud Pública, fue imponer un máximo, no sólo al precio del pan, sino también a los demás alimentos de primera necesidad en este período.

En 1883, más de un siglo de la Revolución Francesa y a doce 12 años de La Comuna de París, se produjo en Francia el asalto a las panaderías: una rebelión popular cuya chispa fue el alza en el precio del pan.

En resumen, nada más insensato e ilógico que, so pena de pretender bajar el índice mortalidad a causa de los accidentes cerebro y cardiovasculares, que sacar sal pan, pues la historia está marcada por el “pan o muerte, venceremos”. ¡Mejor ser obeso que amargado!

Rafael Luis Gumucio Rivas  (El Viejo)

13/08/21016               

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