A mediados de los años 70, del siglo XX los capitalistas en forma masiva y global, perdieron su ética y moral, y de esta forma se volvió al capitalismo salvaje o modelo económico que predominaba antes de la revolución protestante de tiempos de Calvino y Lutero. Este es el capitalismo corrupto criticado extensamente por filósofos tales como Adam Smith, Marx, Weber, Schumpeter, MacClelland, y últimamente por Piketty.
Como consecuencia de toda esta declinación ética y moral, la civilización occidental es una región en decadencia. Ha perdido una enorme cantidad de poder económico, político, cultural y militar. Es necesario recordar que la civilización occidental a comienzos del siglo XX era la dueña absoluta y soberana del planeta. Su poder económico y militar era enorme en comparación con el poder que tenían las culturas y civilizaciones subyugadas. Samuel P. Huntington al comienzo de su famoso libro titulado El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Económico Mundial y escrito a mediados de los años 90 del siglo XX, tiene varios mapas que muestran cómo el mundo en menos de cien años (1920 – 1990) cambió radicalmente. El poder de occidente se redujo desde un momento donde se poseía todos los continentes del planeta a sólo una parte de América del Norte, Europa occidental y Australia. En otras palabras, occidente disminuyó la proporción del territorio y de los recursos naturales que tenía del planeta. Se redujo la proporción de la población y también se contrajo la economía. Pero por sobre todo, se redujo el poder militar y político que la civilización occidental tenía por sobre todos los otros países.[i]
Un fenómeno de decadencia parecida se ha producido en los últimos 40 años con respecto a los Estados Unidos. En efecto, el poder económico, político, cultural y militar de los Estados Unidos, es hoy día muy inferior al poder que se tenía algunas décadas atrás. Según Huntington Estados Unidos es hoy día un país dividido desde el punto de vista étnico, racial, económico, político, cultural y social. En su último libro titulado ¿Quiénes somos?, Huntington señala que la sociedad estadounidense está sufriendo una grave crisis y esta crisis es una crisis de identidad. Se señala que si el país continúa con su política globalizante e intervencionista la cual él titula “política cosmopolita” la gran nación estadounidense va a entrar en una gigantesca crisis económica. Agrega con mucha fuerza que todos los imperios pasados empezaron su declinación por motivos éticos y luego siguieron con crisis económicas para terminar sumidos en la ruina debido a guerras catastróficas que no pudieron evitar. El poder estadounidense a principios del siglo XXI debido a la gravedad de sus problemas internos es sólo una sombra del enorme poder que la nación tenía en los años 80 del siglo XX.[ii]
En la primera mitad del siglo XX, el capitalismo entró en graves crisis en dos oportunidades. Primero entre 1910 – 1914 y luego entre 1929 – 1939. Esta crisis se debió a la falta de demanda debido a la concentración inmoral de la riqueza en poquísimas manos y la pobreza generalizada de la inmensa mayoría de la población planetaria. Estas crisis económicas se convirtieron en crisis políticas cuando las masas desesperadas aceptaron el nacionalismo extremo y ello a su vez produjo dos terribles y catastróficas guerras mundiales.
Hoy día la crisis del capitalismo contemporáneo se debe una vez más a la falta de demanda masiva. Ella ha sido provocada por la corrupción extrema de la elite financiera y de sus sirvientes políticos que han acaparado la inmensa riqueza del planeta. Las grandes mayorías populares ya no pueden seguir consumiendo a menos que sea lo necesario. Ellas ganan muy poco y están endeudadas por generaciones y de esta forma la pobreza extrema de miles de millones de personas han provocado una vez más el nacimiento del nacionalismo extremo y esto a su vez pone en peligro la paz del mundo.
En los Estados Unidos, el país se enfrenta a un cruce de caminos trascendental. Por un lado está la elite financiera que trata de seguir desesperadamente aumentando la segunda globalización planetaria iniciada hace 45 años atrás por el presidente Richard Nixon y su famosa apertura hacia China. Esta es la vía que Huntington denomina “el camino cosmopolita”. Las empresas multinacionales estadounidenses necesitan entrar y hacer negocios en todos los rincones del planeta. La atracción de mano de obra increíblemente barata, la abundancia de enormes recursos naturales no explotados, la existencia de gobiernos débiles y corruptos; es una tentación demasiado grande como para ser ignorada. El gran capital financiero puede hacer enormes ganancias invirtiendo capitales en los países subdesarrollados y al mismo tiempo debilitar el poder de los sindicatos y así destruir el Estado de bienestar en los Estados Unidos. De esta forma los ricos financistas se logran liberar de pesadas cargas tributarias. Es así como se obtienen condiciones inmensamente favorables en los Estados Unidos, ya que los sindicatos están debilitados y también obtienen condiciones enormemente favorables en el tercer mundo ya que poderosos sindicatos de trabajadores no existen; y además, los impuestos son inexistentes o son mínimos y ellos son fácilmente evadidos. Esta estrategia globalizadora requiere que los países destruyan sus barreras aduaneras y permitan la libre circulación de capitales, tecnología y sobre todo de recursos humanos. Para que el mundo acepte a las multinacionales estadounidenses, los Estados Unidos también deben permitir el libre ingreso de capital, tecnología y mano de obra extranjera. Según Huntington todos estos enormes cambios económicos reducen enormemente la cohesión social y el espíritu de comunidad en los países afectados y al mismo tiempo nace el multiculturalismo que implica respetar y proteger a las minorías étnicas y culturales y una fuerte supresión y control de las tendencias nacionalistas.
No obstante este idílico sendero cosmopolita ha sufrido gravísimos obstáculos en países con cultura y religión distinta a la de los Estados Unidos, en particular los países musulmanes. Estos países rechazan violentamente la globalización y así se hace necesaria la intervención militar de los Estados Unidos para eliminar los obstáculos al progreso globalizador. El modelo cosmopolita es liberal, abierto y amable con aquellas sociedades que lo aceptan con entusiasmo. Pero el modelo cosmopolita es tiránico y brutal con aquellas sociedades que lo rechazan y no permiten su avance dentro de sus respectivas sociedades. Es entonces donde el modelo cosmopolita recurre al uso de la fuerza militar. Aquí el plan es destruir a los países rebeldes mediante invasiones militares masivas y rápidas. A esta estrategia se la denomina cambio de régimen “regimen change”. La sociedad afectada es luego reconstruida siguiendo el modelo neo liberal y a esto se le llama construcción de naciones o “nations building”.[iii]
El cambio militar se inició (regimen change) en el Medio Oriente, Asia central y África del norte. Esto también se hizo con países europeos tales como Yugoeslavia en la década de los años 90. Estas intervenciones militares ya llevan varias décadas y en ellas Estados Unidos ha gastado trillones de dólares y ha perdido a miles de soldados. Los fracasos más destacados son los de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Paquistán, Somalia, Sudán y Yemen. El cambio de régimen y la reconstrucción de nuevas naciones favorables a la globalización occidental ha sido uno de los fracasos más importantes en la historia de occidente en los últimos siglos. La destrucción masiva de países enteros ha producido una gigantesca emigración del sur hacia el norte. En América Latina la emigración de pobres ha invadido a los Estados Unidos y Canadá y en África, Medio Oriente y Asia, la inmigración de pobres ha invadido a Europa y a Australia.
La globalización ha fracasado en occidente para las grandes mayorías. No obstante una ínfima minoría de la población ha logrado acumular tanta riqueza que ni emperadores ni reyes antiguos jamás hubieran imaginado. Para las inmensas mayorías trabajadoras el ingreso real ha decrecido y el estándar de vida ha disminuido y este es un fenómeno general tanto en Estados Unidos como en Europa. Los únicos países que han ganado con la nueva globalización han sido los países asiáticos, particularmente China y la India. Se puede argumentar con certeza que en Asia la globalización ha sido un éxito gigantesco, no obstante en el resto del planeta, la crisis económica generalizada y la reacción política negativa no se ha hecho esperar. En Europa, los países han empezado a elegir a líderes políticos nacionalistas extremos. En América Latina la lucha entre la ideología neoliberal y la ideología populista, estatista e intervencionista ya se ha desatado con virulencia. En África las revoluciones y golpes de Estado con masacres de civiles han aumentado en forma exponencial.
En los Estados unidos en los últimos meses se ha clarificado el panorama político. El futuro ofrece dos caminos. Uno, el camino cosmopolita bajo el liderazgo de Hilary Clinton y el apoyo del partido demócrata. Ella y su partido han sido capturados por la elite financiera dominante y por lo tanto si ella es elegida presidente su gobierno será una continuación de las políticas seguidas por el presidente Obama. En otras palabras, se seguirá con la política de puertas abiertas para nuevos inmigrantes, tecnología y capital extranjero. Naturalmente se continuará con la política de cambio de régimen (regimen change) y reconstrucción de naciones (nation building). Esto es lo que Huntington denomina una política exterior de “trabajo social” (social work).
El otro camino es la vía nacionalista encabezada por Donald Trump y ahora apoyada por las masas populares del partido republicano. Trump ha señalado con claridad que si él es electo presidente, las multinacionales estadounidenses deberán volver a los Estados Unidos y reponer todos los buenos puestos de trabajo que se han perdido en los últimos 40 años. Si los ejecutivos no acatan estas órdenes, ellos serán castigados con tarifas aduaneras e impuestos prohibitivos que a la larga los llevarán a la bancarrota. También ha señalado con suma claridad que los salarios de las masas populares estadounidenses aumentarán significativamente ya que se deportarán millones de trabajadores indocumentados y los nuevos inmigrantes serán severamente controlados. En otras palabras, Trump ha dejado en claro que las masas de inmigrantes dispuestas a trabajar por poco o nada, habrán desaparecido para siempre. También ha argumentado que tratará de seguir una política similar a la política seguida por el presidente Franklin Delano Roosevelt en los años 30 del siglo XX. Es decir, se pondrá al Estado a reconstruir la infraestructura del país que ya está en un nivel de alto peligro de deterioro y decadencia. Millones de puestos de trabajo bien pagados se abrirán en la reconstrucción de carreteras, vías férreas de alta velocidad, aeropuertos, puertos, sistemas de electrificación masiva, acueductos, alcantarillados y otra infinidad de obras públicas destinadas a reconstruir ciudades enteras. Finalmente Trump ha indicado que pondrá fin a la política exterior del llamado modelo cosmopolita. Las políticas de cambio de régimen (regimen change) y también a la política de reconstrucción democrática de naciones (nation building) o trabajo social. Los soldados estadounidenses volverán a casa y los problemas mundiales deberán ser enfrentados en forma cooperativa con los líderes de otras civilizaciones y en condiciones de igualdad y respeto mutuo. En otras palabras, los Estados Unidos dejarán de ser el policía mundial al servicio de las multinacionales[iv].
Para un marxista dialéctico deseoso de poner fin al actual capitalismo corrupto y salvaje está claro que la vía cosmopolita seguida por la señora Clinton será una receta que terminará por destruir un modelo injusto, irracional y caduco. Ella servilmente cumple con las órdenes y programas de la elite financiera y naturalmente estas órdenes van a favorecer a los ricos estadounidenses y perjudicar a las masas populares. Ocho años más de gobierno cosmopolita y globalizante probablemente producirá una explosión social de mayúsculas proporciones en la civilización occidental, tanto en la parte estadounidense como en Europa y Australia. En otras palabras, esto sería equivalente “a los 7 años de las vacas flacas” que se necesitan para una revolución de verdad y que efectivamente de nacimiento a un nuevo sistema político, económico y social.
Por todo lo anterior es una verdadera sorpresa el leer un artículo publicado en “El Clarín de Chile” y donde se presentan las ideas del prestigioso académico argentino el Dr. Atilio Boron. Se señala que para la América Latina progresista da lo mismo quien salga de presidente en los Estados Unidos. Se indica que tanto la señora Clinton como el señor Trump, seguramente seguirán la política estadounidense de tratar de dominar y controlar el patio trasero como lo han hecho todos los presidentes estadounidenses a partir del siglo XVIII. Lo que el Dr. Boron no menciona es que es muy diferente un Estados Unidos poderoso y seguro de sí mismo a un Estados Unidos sumido en una profunda crisis social económica y política. La señora Clinton con sus políticas cosmopolitas y globalizantes son una garantía de que la nación del norte más temprano que tarde en los próximos 8 años, cometerán los mismos errores que cometieron los autores de la primera guerra mundial y luego volvieron a cometer los autores de la segunda guerra mundial. Yo personalmente pienso que el coloso del norte resolviendo pacífica y constructivamente sus problemas internos, mejorando el nivel de vida de su pueblo, tratando de resolver su gravísimo problema racial y contribuyendo vigorosamente al crecimiento económico del planeta; es una mejor alternativa para los pueblos latinoamericanos.
La otra alternativa lleva derecho al abismo y a la decadencia planetaria. Una potencia mundial en declinación, con una elite corrupta y desquiciada; tarde o temprano cometerá los mismos errores que se cometieron en 1914 y luego en 1939. Esta vez, desafortunadamente, tanto el capitalismo como el socialismo serían solamente pensamientos escritos en polvorientos libros sepultados bajo las ruinas de la actual estructura sociopolítica y económica del planeta. Pero hay otra alternativa y ella debe explorarse con cuidado. La globalización iniciada por Nixon, gracias a la extremada corrupción ética y moral de los banqueros, financistas y políticos corruptos ha convertido al capitalismo moderno en un capitalismo injusto y salvaje y ha convertido el sueño americano en una horrible pesadilla, donde enormes zonas industriales han sido abandonadas, ciudades enteras han caído en la decadencia y la pobreza ha atacado a la población con su cáncer social de drogadicción, violencia familiar y criminalidad generalizada. Todo esto ha producido una enorme alienación y extremada división de clases, razas y grupos étnicos. El melting pot ya lleva 40 años sin funcionar y todo esto ha producido un enorme país desgarrado. El tejido social se ha roto y con ello el espíritu de comunidad ha desaparecido. El temor, odio y desesperanza entre blancos, negros, latinos, asiáticos y otras etnias, ya no se puede ocultar. Igualmente el odio soterrado entre ricos y pobres ahora domina la vida de los estadounidenses.
Toda esta crisis de falta de cohesión social y carencia de un mínimo espíritu de comunidad compartida, ha sido detectada con aguda inteligencia por Donald Trump. Es gracias a esto que muchísimos ciudadanos ya han destruido la masiva “falsa conciencia” impuesta por la elite y a pesar de sus numerosos exabruptos y excentricidades, ha logrado obtener un sólido apoyo ciudadano. Si Trump es electo presidente, tendrá una enorme tarea por delante y este trabajo va mucho más allá de resolver la falta de empleos decentes, la reconstrucción de la infraestructura nacional y la recuperación de un vigoroso crecimiento económico. Todo esto es importante, pero mucho más importante es la reparación del tejido social, la creación de una nueva cohesión social y un sólido espíritu de comunidad. Este trabajo tomará varias décadas, lo que seguramente obligará a Estados Unidos a adoptar una política exterior aislacionista y esto con el fin de poder reparar las profundas heridas en el tejido social.
Es precisamente este aislacionismo estadounidense la oportunidad para que los latinoamericanos puedan también unirse y formar una sola comunidad desde el rio Grande a la Patagonia. Una América Latina unida en tres o cuatro décadas más estará así lista para enfrentar con éxito a la civilización anglosajona del norte o también a cualquier otra civilización que quiera explotar, abusar y destruir a la civilización latinoamericana. [v]
[i]Ver Samuel P. Huntington, El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial PAIDOS, Buenos Aires, 1997; pgs. 24 – 29
[ii]Samuel P. Huntington, Who are We? The Challenges to America’s National Identity Simon & Schuster, New York; pgs. 355 – 362.
[iii]En América Latina el cambio de régimen no se hizo utilizando el ejército de los Estados Unidos, pero si se hizo utilizando los ejércitos locales para instalar el neo liberalismo y esto se logró desde el rio Grande hasta la Patagonia. Este neo liberalismo ha destruido la cohesión social latinoamericana y ha producido el síndrome que Huntington ha denominado “países desgarrados”
[iv]La reconstrucción de un sólido espíritu de comunidad requerirá de la reactivación del “melting pot” o crisol de culturas y etnias. Esta gigantesca tarea de reconstrucción del tejido social tomará no menos de 4 décadas y ella es una prioridad fundamental.
[v]Es necesario entender con claridad los objetivos desnacionalizadores del llamado enfoque cosmopolita. Se trata de renovar las tendencias que se dieron durante las dos décadas anteriores al 11 de septiembre del año 2001. En esos años los Estados Unidos le dio la bienvenida al mundo exterior. Aceptó con gusto las ideas cosmopolitas, universalistas y progresistas. También recibió con puertas abiertas los bienes de exportación que el mundo globalizado producía. Pero aún más importante, aceptó a una enorme masa de inmigrantes que en décadas anteriores habría rechazado con fuerza. Ahora el ideal que se trata de alcanzar es una sociedad abierta y receptiva. Las fronteras se abren y se reciben a los extranjeros, el gobierno a su vez apoya con fuerza las identidades sub nacionales ya sean éstas etnicas, raciales, culturales o de género. También se acepta que los estadounidenses tengan doble ciudadanía y se protege a la diáspora de expatriados que ahora viven fuera de los Estados Unidos. La elite política se hace un sirviente leal de la elite financiera y también se subordina a las instituciones globales y también a las normas y reglas internacionales dictadas por la elite financiera mundial. En otras palabras lo nacional se somete a lo internacional. Los Estados Unidos se embarcan en un camino que los lleva a una sociedad multiétnica, multirracial y multicultural. Ahora la diversidad es un valor mucho más importante que la homogeneidad y la cohesión social. Se asume públicamente que a medida que los Estados Unidos reciben personas con lenguaje, religiones, y costumbres diferentes, los Estados Unidos mejoran ya que son más internacionalistas y cosmopolitas. Se propone que los estadounidenses de clase media con altos conocimientos técnicos se deben identificar con el personal extranjero de las multinacionales donde ellos trabajan. Esto los obliga a abandonar el parroquialismo de sus primitivas comunidades locales en América. En otras palabras, el espíritu de integración ya no es hacia la comunidad donde se nació y se crio. Por el contrario, la nueva comunidad está conformada por la corporación internacional. Ya no hay cohesión con sus vecinos y son sus ciudadanos que quedaron en Estados Unidos y que carecen de las calificaciones profesionales y técnicas para desempeñarse con éxito en el altamente competitivo nuevo mundo global. Así las conductas y actividades de los estadounidenses globalizados ya no son gobernadas por las leyes federales, estatales y locales; sino por las normas y reglas impuestas por la comunidad internacional tales como la Organización de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio, la Corte Internacional de la Haya y sobre todo por los nuevos tratados de libre comercio e integración económica. De esta forma la identidad nacional pierde importancia y la nueva identidad inter nacional gana la batalla. El fin del comunismo a principios de los años 90 del siglo XX, les permitió a los liberales cosmopolitas proseguir una política exterior agresiva y sin tener necesidad de defenderse ante críticas documentadas que señalaban que esta política externa ponía en gravísimo peligro la seguridad nacional (facilitó la entrada del terrorismo. Los liberales cosmopolitas abrazaron en masa la idea de que los Estados Unidos podían sin problemas intervenir para derrocar tiranías y luego reconstruir esos países con una democracia a imagen y semejanza de la de los Estados Unidos. A esta política exterior se le denominó “intervencionismo humanitario” y a la reconstrucción democrática del país se le denominó “trabajo social” o “nation building”. Naturalmente que esta descabellada política exterior ha terminado en un rotundo fracaso. Ver: S. P. Huntington Who are We? Ob. Cit. Pags 355 – 366.
F. Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, julio de 2016