Noviembre 17, 2024

Vigilar y castigar: el panóptico chileno para niños, viejos y pobres

El gran escritor francés, Víctor Hugo, hablando con una dama muy elegante y de alcurnia, le hizo ver que su  ropaje era producto del trabajo y la sangre de los niños. En un poema retrata esta situación:

 

 

¿“Dónde van todos estos chiquillos

De los cuales ni uno solo ríe,

Y esos dulces seres pensativos,

Enflaquecidos por la fiebre, esas niñas de ocho años que vemos andar solas?

…Van a trabajar quince horas en las fábricas,

Van a hacer eternamente, desde el alba hasta la noche, en la misma prisión, el mismo movimiento.

Jamás podrán detenerse, jamás podrán jugar. Y qué palidez. Las cenizas de sus mejillas: apenas apunta el día ya están fatigados… ¡Maldito sea el trabajo odiado por las madres!

¡Oh Dios! Maldito sea, en nombre del mismo trabajo. El mismo nombre del mismo trabajo, santo, fecundo, generoso

Que hace libre al pueblo y feliz al hombre”

Ya no existe el trabajo infantil de 15 horas diarias, pero nuestro brutal y despiadado capitalismo sigue abusando de niños, de viejos, de mujeres… enviándolos, en muchos casos, a recintos donde están condenados al tedio, al ocio y a la muerte. Todo Chile es una gran cárcel donde los más vulnerables son vigilados – como en el panóptico que describe Michel Foucault – y castigados sin apelación.

Los casos del Servicio Nacional  de Menores (SENAME) y de Gendarmería son especialmente graves: en el primero, un informe de la Comisión investigadora de la Cámara de  Diputados concluye que en un período que va desde 2005 hasta hoy, se ha registrado la muerte de 187 niños, es decir, prácticamente 18 niños por año, un verdadero matadero infantil.

El SENAME, en el reparto del botín de Estado corresponde a la Democracia Cristiana – los reyes del pituto o muerte -. Poco importan los niños y jóvenes, pero sí el enriquecimiento a su costa. El ex diputado democratacristiano, René Safirio, renunció a este Partido a causa de  los múltiples abusos cometidos, tanto por las Fundaciones privadas que prestan servicio al SENAME, como a los directivos de esta misma Institución. Según Safirio, “SENAME” está muerto.

El tener la mala suerte de ser abandonado por su familia, desde los más tiernos años, significa una verdadera condena a muerte: en los 187 casos de defunción de niños y jóvenes, en cada uno hay un verdadero drama. Últimamente, una niña de 11 años murió debido a una sobredosis y, un bebé, de apenas meses de nacido, por falta de los cuidados mínimos. También se han reportado informes sobre las violaciones y abusos entre los adolescentes  y de éstos contra niños más pequeños. Es completamente comprensible, como acaba de ocurrir en Arica, que 14 niños y jóvenes huyan de estas verdaderas “cárceles”, que no responden a la básica exigencia de respeto a los derechos humanos. Muchos de los encargados de los niños son también víctimas de los directores de esta institución y de las Fundaciones que se enriquecen con el “negocio” de los niños.

El cambio de director del SENAME no sólo no soluciona el problema, sino que más lo agrava, agregando la sospecha de que al ser nombrada la fiscal, Solange Huerta, militante socialista, a la cabeza de esta institución, sería el pago de su actuación en el juicio del 27F, donde interrogó a la Presidenta de la República. En un ambiente contaminado, en que todos son sospechosos de culpabilidad, y a ninguno se le concede el beneficio de la inocencia, este paso del nombramiento de la ex fiscal viene a sumarse a los errores de la ministra de Justicia, Javiera Blanco – muy amiga de la Presidenta -.

Personalmente, pienso que el problema del SENAME no es de dinero, sino de una verdadera política de protección de la infancia, fundada en los derechos de los niños y no en el reparto corrupto de parcelas de poder. Este cambio es muy difícil en un contexto de capitalismo salvaje, cuyas víctimas centrales son las personas más vulnerables, especialmente niños, ancianos y pobres.

El caso de Gendarmería tiene varias aristas: en primer lugar, la jubilación millonaria que, en general, favorece a los apitutados de los partidos políticos de la Concertación, que se han repartido las cuotas de poder de esta institución – antes, los socialistas, luego, los radicales y, ahora, los democratacristianos -, pues basta tener un ministro de sus filas para acceder a cargos de jubilación millonaria.

Hay que denunciar que estos privilegios son sólo para una casta política y poderoso, que se apoderado de los cargos más altos de esa institución. Los gendarmes, que son verdaderos presos, con horarios estresantes,  sueldos miserables y en condiciones infrahumanas, no tienen nada que ver con el aprovechamiento de unos pocos políticos que se han posicionado de Gendarmería.

El valiente doctor Claudio Filippi, un psiquiatra de gran valor profesional y de notable calidad humana, sale a favor, y con mucha razón, de los gendarmes de baja graduación quienes, por el hecho de “estar en la realidad prisioneros”, padecen depresión, ansiedad y estrés que, en algunos casos, los ha conducido al suicidio, aboga por acrecentar la protección de la salud mental de estos servidores públicos, tan mal tratados por sus jefes y el ministerio de Justicia, del cual dependen. 

La renuncia del director de Gendarmería, Tulio Arce, y su reemplazo por  Jaime Rojas no acarreará ninguna solución, pues los problemas de los gendarmes y las cárceles son mucho más de fondo, para los cuales es preciso un cambio radical, que durante este gobierno no se visualiza, pues se está limitando a administrar el Estado hasta que termine su período.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

18/07/2016

                                 

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