La imagen del presidente de Argentina, Mauricio Macri, junto al rey emérito Juan Carlos, representando a la monarquía de España, encabezando los actos por el bicentenario de la independencia argentina, causó desconcierto e indignación, a lo cual se añadió una reflexión del mandatario sobre la angustia que debían tener (los próceres de la independencia) de tomar la decisión, querido rey, de separarse de España.
Agregó: Nunca es fácil asumir ser libres, porque eso conlleva responsabilidad. Significa que no le podemos echar la culpa a nadie de lo que nos suceda, porque somos los dueños de nuestro destino, agregó.
No había ningún ex presidente argentino ni mandatarios de América Latina, como se pensó hace más de un año, cuando comenzaron los preparativos para esta celebración. Pero también el cambio se dio por un discurso presidencial sin ninguna referencia a la fecha, que se produjo el 9 de julio de 1816, en el contexto de la lucha independentista que se libraba en el Alto Perú, en el noroeste argentino.
El festejo del sábado en Tucumán se considera otro símbolo de los cambios hacia un retroceso, que intenta consolidar el gobierno derechista de Macri, seis meses después de haber asumido el gobierno.
Pero no terminó allí, ni en los fervorosos festejos populares que se prepararon en todas las provincias desde hace tiempo. Después de 16 años hoy volvieron los desfiles militares, con invitaciones a algunas representaciones de fuerzas armadas extranjeras, la mayoría no tan afines al proceso de integración de años recientes.
El desfile castrense terminó en esta capital con la presencia de grupos de ex combatientes de las Malvinas, muchos de ellos hasta ahora desconocidos, que desfilaron junto con los militares que los comandaron en abril de 1982 en el intento por recuperar esas islas, ocupadas colonialmente por Gran Bretaña desde 1833.
La guerra del Atlántico sur terminó con centenares de muertos en junio de 1982, triunfando la poderosa flota británica, ayudada por Estados Unidos y el ya fallecido dictador Augusto Pinochet, amigo de los dictadores que sembraron de muerte el país entre 1976 y 1983.
Entre los hechos inusitados, como la presencia del ex monarca reinante Juan Carlos –alejado por vergonzosos escándalos– nada menos que en la casa de Tucumán, en la provincia del mismo nombre, donde se reunieron los próceres de la independencia, que vencieron a España en una guerra anticolonial heroica, se suma que en el desfile militar de este día, junto con los llamados héroes de Malvinas, apareció en un automóvil militar descapotado el ex coronel Aldo Rico, uno de los jefes del intento de golpe carapintada contra el entonces presidente Raúl Alfonsín, en 1987.
Alfonsín comenzó en diciembre de 1983 el periodo de recuperación democrática más difícil de todos los tiempos, pero hoy su partido, la Unión Cívica Radical (UCR), integra la derechista alianza Cambiemos, que gobierna el país. Se conoce que este hecho añade más descontento en las filas radicales, que no son consultadas por los hombres de Macri.
Como broche de oro, también en la zona del residencial barrio de Palermo, tocaron bandas militares de varios países de la región, cerrando este festival la del ejército de Estados Unidos.
Como corolario hubo un fuerte repudio de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita en Tucumán por la presencia de Juan Carlos de Borbón, al advertir que no iba a participar de los festejos de la declaración de la independencia si el monarca español participaba en los actos.
Sería una enorme contradicción, ya que la conmemoración se debe a la liberación de siglos de dominación extranjera ejercida por la colonia española desde 1492, señaló la organización.
La comunidad diaguita ha sido víctima del mayor genocidio cometido en nuestra América, justamente por la institución que esta persona representa, agregó.
Situación similar de rechazo ocurrió en todo el país. Más aún cuando no sólo los ignoraron, sino debieron escuchar elogios del presidente argentino a su invitado de honor.
Un inusitado aparato de seguridad fue montado en Tucumán. Se utilizaron miles de vallas, que impidieron llegar al público al lugar donde se llevaron a cabo los actos.