Intentando escribir algo acerca del affaire Michelle Bachelet – Qué Pasa me he dado cuenta que prácticamente todas las aristas del bullado atado periodístico – presidencial han sido abordadas por numerosos autores que han dejado muy poco para el resto. Aunque falta por ver el momento en que Michelle, la ciudadana, la vecina, cometa su último o desaguisado y se retracte.
El caso, a pesar de ser un tema respecto del cual se ha dicho mucho, permite aún algunas reflexiones.
¿Por qué Michelle Bachelet se habrá regalado un conflicto gratis?
Se expuso a la maledicencia, dejo al descubierto sus debilidades políticas, relevó el tema de la inexistente libertad de prensa, hizo el ridículo sin saber que la radio Zero desde donde casi anuncia su rendición es de propiedad de su contraparte en los tribunales, para luego advertir que estaría en condiciones de entregar la oreja, disculpas mediante. No. Algo anda mal en algún lado.
Alguien pudo advertirle que era mejor comenzar por esa última hebra. Es que es mal visto querellarse así sea contra un medio golpista, por los dichos de un delincuente. Más valía enviar una buena carta escrita por la ciudadana, la vecina Michelle donde dejara sus cosas en claro y de paso solicitara disculpas y algo tras compensaciones.
El ahorro en antidepresivos habría sido no poca cosa.
El ejercicio de ponerse en los zapatos de la ciudadana, la vecina Michelle no resulta fácil. Pensar que pudo seguir su tranquila vida en la testera de las Naciones Unidas o en algún otro cargo tan inútil como ese y el que tuvo antes.
Habrá pesado en su absurda decisión aquello que supuso la historia le reservaba: no solo haber sido la primera presidenta, sino haberlo sido dos veces y luego salir del cargo entre vítores y alabanzas.
Lo que quizás no consigne esa historia, acostumbrada a encubrir más que mostrar, será lo cuesta abajo, lo decadente que fue su régimen, su fracaso. La peste que emergió cuando no se previó la apertura de las cloacas de la política corrompida hasta la madre.
En ese derrotero Michelle Bachelet destacó como un personaje sin habilidades políticas necesarias para asumir lo que se vino encima como un alud que aún no termina de caer.
El Caso Caval en el que está metida hasta el tuétano su nuera e hijo, sigue dando que hablar hasta el asombro.
Del escándalo de políticos corruptos que aún no cierra, solo salieron bien parados aquellos que hicieron las cosas sin dejar huellas.
El gobierno de Michelle Bachelet nació sobre la base de una mentira: que dentro del actual orden era posible cambiar los paradigmas que lo definen.
Y se propusieron reformas que pretendían ser no más que guiños a los sectores sociales que durante muchos años han dado fiera lucha para intentar cambiar el estado de las cosas.
El caso de los estudiantes y demás sectores relacionados con la educación es representativo de todo el resto: se promete este mundo y parte del otro, se hace la pantomima de escuchar a los actores sociales, se ofrece avances como la gratuidad universal, para luego decir que no es así, se anuncias leyes que lo cambiarán todo….
Y al final de todo, nada. Es decir, todo seguirá igual. O peor.
El gobierno de Michelle Bachelet se transformó en todo aquello que se supone debió haber superado, en especial ese tufillo a dictadura que le impele la feroz represión a todo el que expresa su descontento.
Y que suma graves denuncias de torturas y tratos crueles y degradante a niños estudiantes perpetradas por la policías que se siente de lo más cómoda y respaldada por la autoridades dispuesta para el efecto por la presidenta Bachelet.
Extensos territorios del sur están sitiados por tropas de guerra para contener las exigencias mapuche de territorio, autonomía y por sobre todo respeto. Innumerables zonas del territorio están siendo afectadas, castigadas, por venenosas sustancias de los ingenios mineros e industriales.
La herencia bacheleteana deberá asumir muchos cánceres, muchas leucemias y malformaciones sobre todo en niños afectados por metales pesados, aires viciados y aguas envenenadas.
De modo que no augura mucho la historia para Michelle, la ciudadana, la vecina, en su increíble seguidilla de torpezas en donde ha primado cero criterio político, lo que ya es mucho si se considera que debe haber una parvada de bien pagados asesores que debieron advertir escenarios y conflictos.
El caso es que Michelle Bachelet se vacía de historia con cada cosa que hace, perdida en el laberinto de un estado de ánimo que no está de lo mejor, a juzgar por su cara desmejorada.
El peso brutal de la realidad se le impuso como una fe ciega e indiscutible. Ahora ya sabe que reaccionar con rabia, así sea desde la simpleza de la ciudadanía y la vecindad, es mala receta.
No era esto para lo que vino desde tan lejos.