Lejos de las campanadas del fútbol de la Copa América Centenario, el deporte mundial acaba de perder a una de sus figuras más emblemáticas de la historia: Mohamed Alí, coloso de los pesos completos. Tuve el honor de verlo de cerca en más de una ocasión, la última durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde por unos momentos fue portador de la bandera olímpica durante la ceremonia inaugural el 27 de julio.
Eran ya muy visibles los signos de Parkinson. La primera vez que el mal se hacía público ocurrió en otro momento muy emocionado en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Aquella noche recibió una de las mayores ovaciones de su vida.
Amigo del as cubano del boxeo Teófilo Stevenson, lamentablemente también fallecido, tuvo coincidencias con el caribeño: tres veces campeones, uno en el profesionalismo y el otro en el pugilismo amateur.
Llegaron a protagonizar virtualmente la pelea del siglo que nunca tuvo lugar, pero se convirtieron en centro de atención a partir de especulaciones de lo que podía pasar si ambos, de poderosa pegada, llegaban a enfrentarse.
Falleció en las últimas horas en un hospital de Phoenix a los 74 años y más allá de sus proezas deportivas devino icono en las luchas políticas y sociales de Estados Unidos.
Una imagen emblemática del monarca olímpico de Roma 1960 y tres títulos mundiales del boxeo rentado. Era Cassius Clay y se convirtió en Mohamed Alí. Su vida mereció una película interpretada por el carismático Will Smith.
Nació en Louisville, Kentucky, el 17 de enero de 1942 y se inició en el boxeo a los 12 años conducido por un entrenador y policía llamado Joe Martin.
Con apenas 18 años deslumbró en la Ciudad Eterna con la medalla de oro en la categoría semipesados, preludio de su encumbramiento en el profesionalismo.
Militante del movimiento Nación del Islam de Malcolm X, se integró a la lucha por liberar a los guetos negros y poner fin de la segregación racial.
Su sello irreverente y comprometido subió al firmamento cuando en 1967 se negó a incorporarse al Ejército y marchar a la guerra de Vietnam.
Le costó una condena de cinco años por insumisión y fue suspendido tres años, además de despojarle el cinturón de soberano de todos los pesos. Pero su rostro fue asociado con otros insoslayables de los años 1960 y 1970.
Ganó sumas millonarias que no conservó entre donaciones muy generosas para causas sociales y fiestas excedidas.
El drama llegó el 9 de septiembre de 1984 cuando le diagnosticaron Parkinson. Mucho después en noviembre de 2002 visitó Afganistán como “Mensajero de la paz” de las Naciones Unidas.
Glorificado con la estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 2002 en Los Angeles, se le recuerda asimismo por su solicitud de que no la pusiesen en el suelo sino en la pared.
Casado en cuatro oportunidades y con ocho hijos, una leyenda llamada Mohamed Alí se despidió de este mundo con la satisfacción de dejar un enorme legado.