Explicable que una Presidenta fracasada que dirige un gobierno fracasado, lance la bronca policial en contra de los estudiantes que dan el ejemplo de lo que deben hacer las personas honestas y dignas de este tiempo. Explicable el temor que demuestra Bachelet ante la arremetida heroica de los estudiantes.
Y explicable la cobardía policial que deja en evidencia el odio criminal con que se abalanzan contra niños y niñas. Eso no es control del orden público, ni mucho menos inhibición.
Explicable el silencio de una casta que, de mirarse en el espejo, no vería sino el reflejo de miserables que han lucrado con la necesidad de millones.
Explicable que despreciables sujetos ambiciosos y corruptos que han hecho de la función política una manera de enriquecerse no importa a qué costo, justifiquen la represión propia de fascistas.
Explicable que los sinvergüenzas que abandonaron a la gente que decían defender y que ahora, entre codazos amistosos con sus otrora enemigos, se sitúen cómplices de los lumazos aleves, del gaseo brutal y de la bestialidad de la policía.
Todo es explicable si se considera que lo anterior se relaciona íntimamente con los aletazos que da una cultura de la corrupción que por demasiado tiempo ha sobrevivido anclada en la dictadura, y que ha logrado degradar la idea de un país decente.
La represión fascista que se despliega en contra de los estudiantes es una condición necesaria para sostener un modelo que ha fracasado en toda la línea. De otra manera no se puede combatir la razón
Fracasó la idea del horizonte histórico que debía alcanzar la presidenta Bachelet, cuya caída ha demostrado dramáticamente que de aquella ilusión en que la egolatría lo era todo, no queda sino una profunda depresión que aún no cobra todo lo suyo.
Y si los mentirosos profesionales que ocupan la agenda noticiosa siguen sus vidas como si nada, es solamente por lo afincada que dejó la Concertación ese mecanismo llamado impunidad. Hagan lo que hagan no les va a pasar nada.
Por eso Burgos, Díaz, Eyzaguirre, Orrego, Valdés, Tohá o cualquiera de ese tándem, despliega con soltura un despilfarro de insolente agresividad, convencidos que al otro día el mundo seguirá donde mismo.
Calamitoso estado de la democracia que dijeron construir.
Calamitoso estado del Chile derruido por la Concertación/Nueva Mayoría/ultraderecha, bajo la supervisión puntualmente cancelada contra boleta falsa, por parte de los herederos de privilegio de la economía pinochetista.
Policías armados hasta los dientes ocupan la ciudad viciada de represión aún más violenta que la desplegada en la dictadura.
Para la presidenta de Chile, las anchas Alamedas son un cacho.
Aunque aún no se vea una opción para cambiar lo que hay, alguna vez habrá. No se puede saber si pronto o lejano. Pero la historia enseña que siempre hay un camino. Y habrá que estar atento, cosa que no resulta muy fácil.
Como atentos habrá que estar para la siguiente voltereta de los que hoy se lucen en el poder. Como siempre, al cambiar de manos, harán lo posible por estar de nuevo donde haya, porque los apostatas, los marranos, los conversos y los traidores cultivan con esmero la gracia de caer hacia arriba y arrancar hacia adelante.
Es cosa de ver.