Días atrás Mónica Echeverría lanzó un nuevo libro, titulado Háganme callar, en un Salón de Honor de la Universidad de Chile, con su platea y balcón colmados de un público ansioso por desentrañar el contenido de una obra con un título tan singular.
La testera resplandecía recibiendo al ilustre trío programado para presentar la obra: Juan Pablo Cárdenas, Jacques Chonchol y Carlos Hunneus. Junto a ellos Mónica, siempre sonriente, con sus ojos pícaros, luciendo airosa sus 95 años Tras ellos, como telón de fondo. el mural pintado por Mario Toral, síntesis majestuosa del conjunto de disciplinas que imparten las aulas de nuestra Universidad, desde los albores de la República.
¿Porqué este libro?
Mónica sostiene que no pudo resistir el impulso de indagar sobre la descomunal voltereta política experimentada por el grupo de jóvenes asesores de su marido en el proceso de Reforma en la Universidad Católica el año 1968. Era un lote de una vehemencia y pasión irrefrenables, de lengua brillante, con propuestas cada vez más radicales, reunidos diariamente en su hogar.
Recuerda Mónica:
“¿Cómo hacíamos para dar de comer a no menos de 10 personas cada día?”
¿Qué sucedió para que estos amigos y compañeros de la Unidad Popular pudieran convertirse en empresarios, lobbystas, políticos e ideólogos del neoliberalismo?
De la indignación, nació la obsesión por escribir. Mónica terminó por llamarlos conversos, calificativo indulgente estimado por ella como más sutil, menos directo que el ramillete de opciones analizadas: vendidos, renegados, traidores, desleales, desertores.
Definió una primera lista: José Joaquín Brunner, Enrique Correa, Jaime Estévez, Fernando Flores, Oscar Guillermo Garretón y Eugenio Tironi.
Afirma Mónica: “Algo extraño ocurrió con esta primera elección. ¿Solamente ex Mapus? ¿Porqué?”
Y agregó otros dos: Max Marambio y Marcelo Schilling.
¡Qué ramillete!
Justa elección, pero está claro que no están todos los que son.
Se trata de un libro autobiográfico comenzando con la infancia de Mónica, nacida en el seno de una familia aristocrática, empeñada en inculcar a su hija los hábitos propios de su alcurnia. Vano esfuerzo ya que la pequeña exhibe rasgos de rebeldía desde temprana edad que conmociona a su entorno chillando desafiante: ¡Háganme callar!.
He aquí el origen del título de su última creación.
Pero la verdad sea dicha, debemos agradecer que no haya habido manera de acallar a Mónica hasta el día de hoy, porque en los últimos años ha incursionado en cuanto capítulo obscuro ocurrido durante los últimos años en nuestro país.
Recordemos “Insaciables” con sus protagonistas principales: Aurelio Petochet, casado con la no menos insaciable Lucía.
“Krassnoff, arrastrado por su destino”, la historia de uno de los más sádicos lugartenientes de Manuel Contreras en la Dina,
“Cara y Sello de una dinastía”, novela sobre la familia Edwards, propietaria de El Mercurio.
Los tres presentadores de la obra estuvieron notables. Juan Pablo Cárdenas analizando la obra con el rigor y el ingenio que lo caracteriza. Jacques Chonchol, remontándose a los apóstoles y a los
marranos, como los primeros conversos conocidos en la historia universal y Carlos Hunneus, que nos sorprendió a quienes no lo conocíamos, con apuntes certeros sobre cada uno de los protagonistas del libro. Menciones por ejemplo al referirse a Tironi, quién se jacta de haber derrotado a Pinochet gracias a la franja del NO ([1]) , agravio inaceptable para personas como Mónica Echeverría, que
arriesgó su vida durante la década del 80, luchando en las calles por acabar con la tiranía. Que marchó por el paseo Ahumada junto con las Mujeres por la Vida, portando un cartón gigante con la silueta de un detenido desaparecido. Que fundó el Centro Cultural Mapocho, tribuna de una creatividad infinita desafiando el oscurantismo artístico cultural impuesto por la dictadura. Que echó a corre en pleno centro de la ciudad, un chancho portando una banda tricolor, ridiculizando de esta manera al dictador.
En fin. Mónica actuó respetuosamente con sus conversos. A todos los invitó a conversar, indagó sobre su niñez, sobre sus primeros estudios, sobre sus experiencias durante la UP, en el exilio, tratando de encontrar explicaciones para sus vueltas de campana ideológicas.
Algunos como Enrique Correa y Eugenio Tironi, fueron gentiles, hasta
seductores, como ella misma admite. Brunner se retira ofuscado de la entrevista, pero más tarde remite sus respuestas por escrito. Estévez acepta extrañado, pero prohibe grabaciones. Schilling le cuelga el teléfono. Marambio se escabulle. Garretón no permite diálogo alguno y Fernando Flores es inubicable. Nadie está dispuesto a entregar su misteriosa dirección.
Mónica hilvana su autobiografía con las entrevistas a sus conversos a medida que avanza la vida. Se trata de una obra tan sincera y valiente como su autora.
Mientras intervenía Hunneus, eché un recorrido por la audiencia. Todos exhibían una leve sonrisa. No cabe duda que estaban complacidos con el acto. Se respiraba un aire limpio, diáfano, lejos de la atmosfera turbia depositada hoy día sobre la institucionalidad política de Chile.
Estaban presentes muchos de los que participamos en las numerosas acciones de resistencia a la dictadura, la mayoría marginados de la llamada transición. Desde luego el propio Juan Pablo Cárdenas director del semanario Análisis, valiente tribuna silenciada o censurada tantas veces, y para quién no hubo espacio en los años de la Concertación.
Me parecía increíble ver al cineasta Pablo Salas y a la fotógrafa Kena Lorenzini, reporteando el acto, tal como lo hacían en los años 80, cubriendo las manifestaciones de protesta, rodeados por los pacos y el gas lacrimógena.
Estaba el padre Mariano Puga, protector de las protestas en la aguerrida población La Legua.
Estaba la Estelita Ortíz, cuyo desgarrador grito ¡Hasta Cuando! emitido en las puertas de la Morgue al enterarse del vil degollamiento de su esposo José Manuel Parada, no podré olvidar jamás en mi vida. Estaba el creativo Lucho Vera, conductor del inolvidable Neruda 80 años, celebrado en Julio del 84 en un Caupolicán hirviendo de entusiasmo con motivo de conmemorarse el día en que el poeta habría cumplido 80 años.
Y que me perdonen a tantos otros, personas conocidas o anónimas, cuya presencia no advertí.
El lanzamiento del libro de Mónica Echeverría nos reconforta; nos hace recuperar la convicción de que es posible acabar con el mundo perverso impuesto por el modelo neoliberal, al cual se han acomodado sin avergonzarse, los conversos protagonistas de este nuevo libro de
Mónica. No se lo pierdan.
[1]Eugenio Tironi, fue el Director Ejecutivo de la franja televisiva diseñada por los paridos políoticos que dieron origen a la concertación, con motivo del plebeiscito convocado por la dictadura para resolver si continuaba o no con el poder.