En la película “Una segunda madre”(Que horas ela volta?) de Anna Muylaert, se muestra con talento y sensibilidad los dilemas a los cuales se enfrenta una sociedad abierta a la instauración de un modelo económico-social que genera igualdad de oportunidades para una fracción significativa de los habitantes de ese país. Este filme cuenta la historia de Val, una empleada “doméstica” puertas adentro que ha pasado una parte significativa de su vida alejada de su hija Jéssica que vive en Pernambuco. Val es una persona dócil, sometida, que tiene claro el “lugar” que le corresponde asumir dentro de la estructura de una familia acomodada de São Paulo. Trabaja en una casa hermosa y espaciosa y sin embargo ocupa una minúscula habitación de 3 por 3 metros, prácticamente sin ventilación y con una pequeñísima ventana desde la cual se observa el área de servicio. La situación de Val es característica de miles de domésticas que viven puertas adentro y que pasan una parte importante de sus vidas sirviendo anónimamente a las familias más privilegiadas.
Este escenario de subordinación y auto-sometimiento es quebrado cuando llega la hija de Val para realizar las pruebas de ingreso a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de São Paulo. El contraste entre Jéssica y su madre es chocante. Mientras la primera circula por la casa en condición de igualdad con el resto de sus habitantes, Val insiste en que ella tiene que ubicarse en el sitio que le corresponde, como una persona de segunda categoría. Nunca comer junto con los patrones, nunca ocupar la piscina en la cual se refresca Fabinho, el hijo mimado de Doña Bárbara, jamás comer el helado especial que está reservado para Fabinho y un largo etcétera, que la directora va entregando en planos secuenciales a la mirada de los espectadores.
Jéssica de acuerdo a la concepción arraigada en su madre es demasiado extraña, “piensa que es la reina de Inglaterra con su mirada altiva”, se recusa a ponerse en su lugar y trata a los patrones como si fuesen sus iguales. Que representa Jéssica en la película? Ella representa los cambios que se han experimentado en los últimos años en este país, en que gracias a un conjunto de programas de transferencia de renta y de incorporación de derechos de ciudadanía, las personas, especialmente los más jóvenes, se sienten integrados a un proyecto en el cual pueden construir sus vidas en mejores condiciones y con mayores oportunidades que las que existían hace dos décadas atrás. Bolsa Familia, Minha Casa Minha Vida, Universidad para Todos (ProUni), Fondo de Financiamiento Estudiantil (FIES), Programa de Acceso a la Enseñanza Técnica y Empleo (Pronatec), Farmacia Popular, son entre otros, los instrumentos que permitieron generar crecientes expectativas de vida en la población y que posibilitaron la superación de la pobreza para millones de brasileños. Por medio de programas de enorme capilaridad, miles de ciudadanos consiguieron obtener sus certificados de nacimiento o sus documentos de identidad. Con todas sus insuficiencias y su carácter asistencialista, ese es indudablemente el más importante legado que dejan los gobiernos del PT.
El actual gobierno interino de Michel Temer ya ha señalado en repetidas ocasiones que va a reducir significativamente los gastos sociales, especialmente en el ámbito de la educación, salud y previsión. Analistas del programa Bolsa Familia – una iniciativa emblemática de las administraciones petistas- evalúan que las políticas aplicadas por el gobierno Temer muestran una tendencia hacia una disminución sustantiva de las familias atendidas. Considerando que las últimas mediciones sobre pobreza muestran que en Brasil existen 14,3 familias en dicha situación y que el programa solo beneficiará a 3,4 millones, se concluye entonces que las familias no atendidas sumarán 10,9 millones. Es decir, de un nivel actual de 97,3 por ciento de pobres asistidos por el programa este pasará a cubrir apenas a un 23,7 por ciento de los potenciales beneficiarios. Lo anterior significa que en términos de miembros de esas familias, aproximadamente 39,3 millones de personas deberán perder una ayuda que es fundamental para mantener las condiciones mínimas de sobrevivencia cotidiana.
La retracción de las políticas sociales no solo se está produciendo a nivel federal, ella también se viene expresando a nivel estadual y municipal. Por ejemplo, el gobierno del Estado de Rio de Janeiro no autorizó el traspaso de recursos para ayudar a las 211 mil familias que viven bajo la línea de la pobreza. Son grupos que viven con menos de 100 Reales mensuales (aproximadamente 30 dólares). Según el Secretario de Hacienda del Estado, el valor no fue depositado por falta de dinero en caja, una cifra que no pasa de los 13 millones de reales. Esta es una suma irrisoria considerando los abultados gastos que viene realizando este mismo Estado en el conjunto de obras destinadas a acondicionar la ciudad para las próximas Olimpiadas que comenzarán en agosto de este año.
El propio Secretario de Asistencia Social y Derechos Humanos, ha declarado su total decepción con esta resolución y amenazó con dejar el cargo si no se revierte una medida indignante que deja a la deriva a familias que “son extremamente pobres y que cuentan con ese dinero muchas veces para asegurar la comida diaria sobre la mesa”. La trágica ironía de esta situación es que el Estado de Rio de Janeiro obtiene enormes recursos derivados de la extracción de petróleo que se encuentra en la cuenca de Campos, los cuales no son repasados a su población más vulnerable, pues se destinan a financiar obras faraónicas y sobrefacturadas que han enriquecido a las grandes empresas contratistas que se vienen adjudicando las millonarias licitaciones a cambio de abultadas propinas.
Cuando el sociólogo Max Weber expone los fundamentos de la legitimidad de la dominación, contempla tres formas puras o ideales de legitimación que se sustentan en la tradición, el carisma o en un sistema racional legal institucional. Ninguna de estas tres modalidades le otorga legitimidad al actual gobierno de Temer. Su proyecto se basa en una alianza espuria entre conglomerados empresariales, gran parte de los órganos de prensa, una Corte Suprema omisa y un parlamento fisiológico. Tanto su legalidad como su legitimidad está siendo cuestionada por una cada vez mayor parte de los ciudadanos de Brasil y del resto del mundo. Su mandato que no supera las dos semanas se está deshaciendo entre nuevas denuncias de corrupción y filtraciones que demuestran su esencia conspiratoria y golpista. Ante ello, las movilizaciones seguirán sumándose y ciertamente aumentarán su nivel de convocatoria y vehemencia. La regresión que pretende imponer el gobierno Temer se encuentra en la contramano de los más trascendentales avances sociales que ha venido conquistando el pueblo brasileño en las últimas décadas. La ofensiva conservadora desconoce que determinados progresos alcanzados por las sociedades no se pueden retrotraer. Los días venideros serán fundamentales para conocer si los cambios hacia el pasado que pretende introducir la actual administración tendrán éxito o serán recordados como una lamentable pesadilla en la subjetividad de los brasileños.
*Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.