Una vez mas los chilenos estamos concitados a elegir (o re-elegir) las autoridades que han de regir el país: Comunales (2016), Parlamentarias y Presidenciales (2017). Parecería ser lo acostumbrado, la liturgia habitual mediante la cual el Estado-Burgués renueva periódicamente su “legitimidad”, que dimana del supuesto acto de delegación de poder de la voluntad soberana del pueblo.
Y digo supuesta – en el caso de Chile-, porque después de más de 4 décadas de apoliticismo entronizado con ahínco en los años de dictadura y continuado por el modelo de democracia/neoliberal, cuyo funcionamiento tiene como condición encriptar la actividad política en un círculo cerrado de alternancia, en la cual las mayorías del “Estado Llano”, no tuviese ninguna posibilidad de participar o irrumpir desbaratando la fiesta del modelo pactado y compartido con la Junta dictatorial. Es por eso que esta supuesta delegación, deriva de un largo período de fuerte represión al derecho a la participación y a la instrucción e información abierta y plural. Por el contrario se optó por la masificación de los lavados de cerebro desviando a la población hacia el consumo y los intentos de idiotización y a-crítica funcional a la re- estructuración política de la nueva sociedad (Constitución, Quórum, Alternancia política entre los dos polos de la “clase política,” eliminación de los medios de comunicación alternativos y contestatarios etc.)
Sin embargo, es muy distinto un modelo que -en teoría- al se autoproclama triunfante, y que en la la realidad, salta al mundo globalizando los intereses particulares de las grandes empresas transnacionales del imperio – controlando a priori el mercado – “supuestamente libre”, para imponer una reestructuración del orden mundial según el cual los países subordinados, deben adecuar su actividad económica en función de los intereses y demandas del gran capital, en el cual cada país –como en un tapiz persa-, debe aportar con su pincelada, a la armonía del gran mecano del capitalismo globalizado y dominante. Y sobre todo, el capital financiero (banqueros) cuyo poder en la sombra ya asfixia al resto del mundo.
Es por eso que -más allá de esta autoproclama ideológica- que solo vivía en la cabeza de loa papás de la guagua-, la utopía neoliberal en la práctica de su funcionamiento en el modelo chileno, ha mostrado en sus 43 años, de su dinámica concreta, las nefastas consecuencias para el país, su retroceso, su futuro incierto de país aún mas dependiente y subdesarrollado. País que donde nacimos, amamos y nos involucramos en su destino, por eso nos duele ver inermes su saqueo y devastación.
El aire irrespirable y letal (por el uso de combustibles fósiles), el calentamiento global cuyas consecuencias concretas lo estamos viendo en el fenómeno de marea roja en Chiloé, en Arica -y su extensión, la contaminación y envenenamiento de nuestras costas; costas por lo demás arrasadas por la depredación de la pesca de arrastre, el reparto y privatización del mar entre 10 familias, la contaminación inmoral e irresponsable de las salmoneras visadas por las autoridades (Sernapesca y Armada) para verter toneladas de pescados podridos cerca del borde costero, bosques nativos -de árboles milenarios- talados y reemplazados por el negocio de la papelera, nuestra minería saqueada por transnacionales (chilenas y extranjeras), sin siquiera pagar impuestos, arrancando desde las entrañas de nuestra tierra, el cobre sin elaborar regalando -de paso- el oro, molibdeno renio etc., contenido en los terrones que se exportan para que otros lo elaboren y se enriquezcan con estos hallazgos regalados por todos nosotros, el agua y la lluvia que cuando cae, ya tiene dueños otros dueños que no somos los chilenos.
Por no hablar de la apertura irrestricta de la economía del país, típica de un modelo primario exportador des-industrializador; los TLC, y ahora el TPP, que será la definitiva la neocolonización y enajenación de nuestra soberanía e independencia política y geopolítica, pues de aquí en adelante perteneceremos a un bloque, a una especie de proto-gobierno mundial supranacional del imperio; amarre legal que determinará lo que nos sea permitido hacer o no hacer con nuestras riquezas, con nuestras semillas con nuestros medicamentos genéricos con nuestras tradiciones y cultura vernácula; pues cualquier discrepancia significará ser empujados a juicios internacionales cuyo desenlace -ya lo podemos prever-, vendrán demandas e indemnizaciones colosales e impagables y humillantes; que me hacen recordar al pueblo griego.
La cultura consumista promovida por el capital financiero (la banca), con el espejismo de las tarjetas de crédito; que hacen la ilusión al consumidor, que el consumo puede ser ilimitado, solo que después el despertar de tal alucinación, nos encontramos con los descomunales intereses, seguros abusivos, gastos operacionales, misteriosos recargos, ajustes de sencillo cobrados por los bancos y todos los abusos que ya conocemos, el negocio de la salud (Isapres), las AFP,(previsión) educación (lucro) La cultura del apoliticismo, del egoísmo, de la incomunicación, de la abulia, la indolencia e indiferencia es el Chile que ellos -los que usurparon el poder- querían conseguir.
Hoy vivimos la increíble confusión y caos del segundo gobierno de Bachelet, que anunciaba “reformas estructurales” sabiendo que no estaban dispuestos a cumplir. “Es que todo tiene que cambiar para que nada cambie.” Así todos los intentos de reformas enarbolados durante la campaña, han caído en el el mas lamentable descrédito, en la improvisación en gestos y amagues ampulosos y rimbombantes, que sin embargo, son inmediatamente desnaturalizados y consensuados con los dueños de Chile (el empresariado), y/o despachados hacia un futuro incierto e improbable.
Tal destino corrieron la reforma tributaria, laboral (en curso), educacional y finalmente la gran tomada de pelo a los ciudadanos,
orquestado por el proceso Constituyente para una Nueva Constitución, que finge la participación (no vinculante), para invocar después la acreditación de legitimidad democrática; pero que será redactada y aprobada por el parlamento.Los sufridos ciudadanos pensamos -con toda humildad-, que aún así vale la pena participar para conocernos, romper el autismo social, y aún sorprendernos de como la gran mayoría pensamos lo mismo. Solo falta organización y unidad.
Y finalmente hemos tenido ante nuestros ojos, la verdad, la culminación de un modelo que -por su naturaleza-, incentiva la corrupción, avasallando los más elementales valores morales. Se corre el velo oculto de cómo funcionaba: todos están involucrados y tan podridos como los salmones chilotes: las sacrosantas instituciones, pilares de nuestra mítica tradición se desmoronan ante nuestros ojos: la presidenta (caso Caval), el Parlamento (cohecho, boletas ideológicamente falsas), la iglesia (pedo-filia), militares (milico-gate y desvíos de los fondos del 10% de la ley reservada y secreta del Cobre), los empresarios corruptos y corruptores, de los políticos colusión etc. etc., Aquí el que no roba es imbécil y robar -en los altos niveles de cuello y corbata-, otorga estatus de prestigio, inteligencia e impunidad.
Todo esto y mucho más se pudiese agregar en este lamentable cuadro de profunda crisis político/institucional e involución nacional hacia el retorno al subdesarrollo del modelo primario exportador en medio de esta hecatombe política.
Quizás es por eso, -pienso-, después de transcurridas mas de cuatro décadas y visto el abultado prontuario del modelo, que esta elección estará preñada de expectantes tensiones es la primera en que el gatopardismo y la corrupción estarán tan claramente presentes.
Será por tanto, una incógnita saber como procesarán las grandes mayorías nacionales las evidencias presentes en esta coyuntura; ¿Aumentará la abstención?, ¿Cuanto habrá calado en las conciencias las revelaciones de corrupción y revelación de cómo funciona en verdad el modelo, ¿Cuanto han calado los movimientos sociales (estudiantil, pobladores, trabajadores y -toda esa amplia gama de empleados de la burocracia de servicios -tanto o mas explotados-, y atrapados dramáticamente en la lucha por conservar su precario estatus llenos de deudas-), para volcarse hacia la búsqueda de nuevas alternativas de cambio radical del neoliberalismo? ¿Cómo impactarán los llamados de la izquierda social emergente? ¿Presenta la izquierda y los partidos surgidos allí; un bloque sólido unido y con una alternativa de transición realista con proyecciones de éxito, capaz de romper la desconfianza del pueblo a embarcarse masivamente en una nueva y pletórica de esperanzante alternativa? Será una caja de Pandora y los datos que arroje y su análisis exhaustivo, serán de un valor determinante para el diseño estratégico de las nuevas formas que asumirá la lucha en el futuro inmediato.
Stgo. 20.05.16 P.VALENZUELA.