Noviembre 16, 2024

Telescopio: Televisión de todos con discurso de pocos

Una carta que recientemente envió el senador Alejandro Navarro al presidente del directorio de Televisión Nacional de Chile, Ricardo Solari, me ha llevado nuevamente a tocar este tema que ya lo había abordado, pero que por lo visto, ahora asume caracteres críticos. Para los chilenos del exterior es uno de los vínculos más utilizados con el país, la emisión internacional de TVN se llama TV Chile y es en la actualidad difundida a través de las redes de televisión por cable a un gran número de países.

 

 

 

Quienes ya somos subscriptores por varios años constatamos con desazón dos tendencias inquietantes: la primera, la notoria declinación en la calidad de la programación ofrecida, por razones que se desconocen y que pueden tener que ver con problemas presupuestarios—por ley el canal estatal tiene que autofinanciarse lo que lleva a sus administradores a caer en muchos contenidos populacheros, pero supuestamente de alto rating–, la segunda constatación es que en muchos de sus programas informativos predomina casi sin contrapeso un sesgo de carácter cada más derechista. La carta del senador Navarro que alude a un reciente reportaje sobre Venezuela es probablemente el caso más notorio de esa desvergonzada entrega de mensajes profundamente reaccionarios que son cada vez más comunes en TVN / TV Chile.

 

Como muestra de la primera tendencia que anotamos, vemos una reiteración en los programas de telenovelas (pretensiosamente llamados “teleseries” por el canal, en circunstancias que en el lenguaje televisivo éstas son otra cosa) que apelan por supuesto al mínimo común denominador, esto es el nivel intelectual más bajo que se pueda encontrar. Se ha dicho que la televisión chilena en general apunta a un televidente medio cuya edad mental sería de 12 años. La televisión—salvo contadas excepciones—es un medio que alimenta afanes de entretenimiento superficial, a veces vulgar, emociones fáciles y en última instancia fomenta la tontería, no por nada el receptor de televisión ha sido llamado “la caja idiota”.

 

Carente de mejores programas actuales, en estos días TVN/TV Chile ha recurrido a desempolvar viejas telenovelas como “La Fiera” o la romanticona “Martín Rivas” que en su momento tuvieron éxito de audiencia, como manera de recuperar el favor popular.

 

Por cierto uno no puede estar en contra de programas de entretenimiento que sean legítimamente atractivos a la población, pero uno rara vez los encuentra en la televisión estatal chilena, al revés de lo que ocurre en otros canales públicos como la BBC (“Mr. Bean” o “Black Adder” por ejemplo son clásicos) o lo que uno puede encontrar en TVE (la televisión española ofrece interesantes programas sobre diversas regiones del país aparte de excelentes y entretenidos programas de gastronomía) o aquí en el país en que vivo, lo que hace CBC/Radio Canada.

 

Hasta ahora no hay en la televisión chilena un entretenimiento que apele a gente sobre le edad mental de 12 años. Atrás quedó lo que hacía el fallecido Felipe Camiroaga—realmente un excelente comunicador, divertido y a la vez culto, y lo que se hacía en el ahora eliminado programa “Conectados” que animaba Jorge Hevia (vilipendiado por algunos, pero que tenía un muy buen equipo y el programa balanceaba bien el entretenimiento y la información seria, aparte de ser el único programa con una vocación latinoamericana). Lo que ahora anuncia Kramer (posiblemente el único humorista realmente bueno en un país de cómicos fomes como es Chile), parece promisorio, pero como siempre, es una excepción en un ambiente de mediocridad que va desde los numerosos errores técnicos (subtítulos que no corresponden a las personas o situaciones que están en pantalla durante los noticiarios), a la mala dicción y peor sintaxis de algunos reporteros (se repiten expresiones como “hace … años atrás…”, lo que es una redundancia; “más, menos” lo que es una siutiquería porque la expresión es “más o menos”, “Nueva Zelanda” en lugar del más eufónico “Nueva Zelandia”, etc.)

 

Sin embargo es la notable derechización de los programas informativos lo que más llama la atención, ya que en los hechos representa una falta de respeto a la teleaudiencia. Por cierto hay que admitir que la llamada objetividad periodística no existe, los medios informan desde una determinada perspectiva que responde a su vez a la que tienen sus dueños. Basta leer El Mercurio para darse cuenta que su punto de vista es el de los dueños del capital en el país. En el caso de la televisión pública sin embargo, se espera que haya no una “objetividad” un tanto aséptica y que como señalaba, no existe realmente. Pero eso sí, según el modelo de países como Gran Bretaña o aquí mismo en Canadá, la televisión pública tiene el mandato de que cuando aborda un tema controvertido debe obligatoriamente dar igual tiempo a las distintas visiones que existan sobre un mismo suceso. Al mismo tiempo quienes reporteen deben evitar situarse ellos mismos como protagonistas de la noticia.

 

TVN/TV Chile en sus reportajes “Venezuela en crisis” denunciado por el senador Navarro, trasgredió abiertamente estos dos principios, o más específicamente los que lo hicieron fue el equipo periodístico enviado a Venezuela, cuyo rostro visible fue la reportera María José del Solar, que hasta ese momento no parece que había hecho ese tipo de coberturas internacionales. El reportaje no tuvo equilibrio respecto de las versiones que se entregaron, hubo mucha más gente hablando contra el gobierno de Venezuela que a favor, igualmente en cuanto a las situaciones abordadas. Lo más grotesco y anti-ético fue la trasgresión al segundo principio que señalaba: un segmento en que la periodista del Solar se muestra en pantalla en un momento de aseo personal, cuando para lavarse los dientes tiene que sacar agua de un balde. Ella en seguida añade que de esa manera tiene que hacerlo porque no hay agua en el hotel ni en la ciudad. No sabemos en qué hotel ella estuvo alojada, pero es muy extraño que un detalle de tal envergadura (los hoteles sin agua) no haya sido señalado por ningún otro medio extranjero que con gusto hubieran aprovechado tal situación para atacar aun más al gobierno venezolano.

 

¿Estaba la reportera del Solar simplemente magnificando un hecho que a lo mejor afectaba sólo al hotel en el que ella se alojó? ¿O derechamente ella montó esa situación porque le agregaba drama y subrayaba el carácter de crisis que era lo que el reportaje quería resaltar? ¿Era simplemente una jugarreta de su parte y que la satisfacía desde su propia visión ideológica derechista? (por cierto ella tiene todo el derecho a ser reaccionaria y privadamente estar contra el gobierno de Venezuela, pero cuando hace un trabajo profesional para un canal de televisión público tendría que ser más discreta en el despliegue de sus propias preferencias ideológicas y no intentar adoctrinar a la gente con recursos efectistas). La reportera es muy joven como para haber estado trabajando en los tiempos de la dictadura, pero por su manera de actuar en ese reportaje que hizo en Venezuela, de haber sido reportera en esos tiempos probablemente hubiera participado gustosa en los montajes que TVN hacía entonces para mostrar enfrentamientos falsos. Como solía decirle a mis alumnos en un curso de ética la realidad es una, pero las interpretaciones de esa realidad, las verdades, pueden ser muchas, cada uno puede tener la suya en la medida que la pueda apoyar de una manera lógica y/o con evidencia empírica, pero lo que sí no debe hacer es pretender que esa sea la verdad universal y única.

 

La calidad de los programas informativos de TVN/TV Chile es muy irregular, los noticieros repiten ciertos ítems una y otra vez; hay demasiado énfasis en la crónica policial; un programa interesante como “Estado Nacional” a veces se convierte en el remedo de una clase donde la profe (en este caso la animadora) es pasada a llevar por alumnos desordenados. “El Informante” con Juan Manuel Astorga presenta un buen formato de debate y exposición, pero el propio Astorga a pesar de su capacidad tuvo una caída hace un tiempo cuando le preguntó a un emisario boliviano si creía que ese país era “una verdadera democracia” lo cual fue una torpeza considerando que el funcionario extranjero bien pudo haberle dicho “¿cómo andamos por casa?” ya que Bolivia está regida por una constitución generada democráticamente mediante una asamblea constituyente mientras Chile todavía se rige por una constitución heredada de la dictadura. Sin duda en la categoría de programas periodísticos “Informe Especial” es el mejor de todos, tanto por su calidad investigativa como por el análisis de los temas.

 

Claro está, como se ve, trato de terminar con un tono positivo, porque es importante defender la televisión pública, siempre bajo ataque de los intereses mediáticos privados que preferirían que no existiera. Pero el problema es que a veces esa televisión, supuestamente al servicio de todos, tiene un discurso que sólo representa a unos pocos, los que tienen el poder económico naturalmente. Y en eso también juegan un rol muy negativo aquellos que operan como quintacolumnistas al interior de la televisión pública, echándose al bolsillo los principios que deberían regir lo que al fin de cuentas es un servicio público que debe responder al derecho de la ciudadanía a estar informada.

 

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