Noviembre 20, 2024

La Sra. Bachelet y el Chiloé de Piñera

La Sra. Bachelet viaja por Suecia, oficialmente, cuando en Chiloé humean las barricadas, el país está cortado, hay personas que no se pueden mover hacia el continente, florecen las antiguas ollas comunes (habituales en dictadura) y el gobierno democrático está a un tris de reprimir de manera violenta. Seguirá viaje a Reino Unido. No viaja por una obligación ineludible con la ONU o con la Unión Europea. No la espera un rey que está a punto de abdicar o una reina enferma de enfermedad terminal. Viaja, principalmente, para reunirse con inversionistas europeos que pueden estar desconfiando de Chile; las reuniones con ellos son postergables.

 

 

La Sra. Bachelet parece imitar, sin haberlo conocido, al Sr. Barros Luco, que fue Presidente de Chile entre 1910 y 1915 y cuyo lema, tan famoso, fue “Los problemas que no tienen solución hay que dejarlos tranquilos y los que tienen solución se solucionan solos”. Barros Luco fue presidente de la república y ministro en 16 ocasiones pero pasó a la historia por un sánguche. Nadie sabe, por ejemplo, que su gobierno construyó la Biblioteca Nacional.

El Sr. Barros Luco, para bien de él, era un momio en un período parlamentario y no una presidenta progresista en un período presidencial, electa por la centroizquierda a la que prometió, con fundamento, una política de transformaciones y de menos abusos.

La Sra. Bachelet ganó en Chiloé por holgada diferencia la elección presidencial de hace tres años: sacó el 61,5 en Ancud y el 68,7 en Castro. En Chonchi, el 74,2. En Quellón ganó en primera vuelta por más del 50 y más que duplicó a Matthei. ¿Cuánto será su apoyo en estos días?  Debilita así, una vez más, las alternativas de gobierno que ofrecen cambios progresistas.

El Sr. Barros Luco hizo, dentro de todo, cosas buenas, como que fue ministro de Balmaceda y en su propio gobierno declaró a Chile país neutral en la Primera Guerra Mundial. La Sra. Bachelet  también. Al menos propuso – y mató el punto concertacionista- una reforma tributaria, una reforma educacional, una reforma laboral, anuló el binominal y estableció uno proporcional para elegir congresales, aprobó el voto de los chilenos que viven en el extranjero, dejó caer el AVP para los que lo quisieran y está permitiendo el aborto en casos extremos (lo que beneficia evidentemente a las mujeres que lo quieran). En estos días ha iniciado un proceso inédito de discusión de una Nueva Constitución, que puede servir. Pero desde que se supo lo de su hijo y su nuera, y lo de petición de dineros al yerno de Pinochet por la dirección de su equipo de campaña presidencial, dejó prácticamente de gobernar, se encapsuló en una especie de monarquía de bajo pelo y se transformó en una especie de Sra. Barros Luco. La gestión quedó en manos de los ministros, bastante variopintos, en una alianza sin hegemonía, y de personal aun más subalterno.

“Gobernar”, para un jefe de gobierno en Chile, es encabezar la administración del Estado, ordenar y llevar adelante las políticas públicas, fijar diariamente la pauta nacional (no esperar que la fije El Mercurio), encabezar la política internacional y de defensa, ordenar el gabinete para cumplir sus tareas, llevar las relaciones pertinentes con el Congreso y, sobre todo, atender y orientar a la gente que mandató. Cumplir el programa.

Es grave. La Sra.es Jefa de Gobierno, es decir jefa del Poder Ejecutivo, el principal poder político del Estado. Los ministros no ostentan el poder político; son sus secretarios. Aquí no hay ni Primer Ministro ni Jefe de Gabinete. La Jefa de Gabinete es ella.

El viejo socialista que militó con ella y que la asesoró a petición suya, en el área político-comunicacional en marzo de 2000, por algún tiempo, cuando se inició como Ministra de Salud, espera que en la Sra.Bachelet resurja nuevamente la destacada militante socialista, la joven ministra de Salud y luego de Defensa y madura Presidenta, elegida dos veces y hace tres años con el más alto porcentaje de la historia de Chile, aunque con alta abstención. El viejo sueña pero sabe, como otros viejos, que los sueños sueños son.

Sebastián Piñera es otro que mejor baila.

Con él no hay nada que soñar. Fue Presidente de la República y quiere volver a serlo pero mira para el techo cuando algunos de sus amigos (íntimos según él) están siendo juzgados por entrega de dinero sucio a señores políticos y fraude tributario al fisco. Mira para el techo cuando ministros suyos y parientes están en la mira de la justicia. Mira para el techo cuando subsecretarios y senadores adictos son condenados por la justicia. Mira para el techo, como hombre de Estado cuando otro hombre de Estado, que fue su ministro, está a punto de usar, al menos en la imaginación popular, un traje a rayas, y no por sus preferencias políticas. Mira para el techo cuando cercanos figuran en las empresas offshore y no pagan tributos en Chile.

Mira para el techo.

Mira para el techo, hoy, cuando arde la isla grande de Chiloé donde posee Mil Ciento Ochenta Millones de metros cuadrados, que en metros cuadrados sacan la cuenta los pescadores de Chiloé y la inmensa mayoría de los chilenos, con costas hacia el sur, el oriente y el occidente, es decir con mar con marea roja, con salmones descompuestos y un problema ambiental y social de grandes proporciones.

¿Qué propone Piñera ante la crisis? ¿Qué ha hecho el caballero ante ella? ¿Cuál ha sido su apoyo a Quellón, que lo tiene al lado, a menos de 20 km. en bote y a minutos en helicóptero? ¿Y a Castro, que le queda a poco más de cien kilómetros, cómo lo ha apoyado? ¿Cuántas ollas comunes está atendiendo en Ancud?

¡Este señor, irresponsable, le quebró, y largo, el record a don Ramón Barros Luco! No habrá ni siquiera un pinche sánguche Piñera de recuerdo.

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