A 30 años de la explosión del reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil por un sobrecalentamiento del mismo, su historia ha vuelto a la palestra e incluso existe una ruta turística para visitar el sector durante 2 días. Por sólo 280€ puedes conocer la central y la ciudad fantasma de Prípiat, donde vivían la mayoría de los operarios y sus familias”
En estos días, la ciudad modelo soviética Prípiat y sus alrededores se han convertido en un santuario de vida salvaje donde los lobos, zorros y especies en peligro viven allí, lejos de los cazadores. No hay vida humana en el sector que fue evacuado 3 días después de la tragedia, tras conocerse que los altos niveles de radiación eran una bomba de tiempo para la salud humana. Ahora sólo se pueden encontrar algunos ancianos que se niegan a abandonar la zona de exclusión y han plantado sus cosechas y alimentan a sus animales.
En su momento, el gobierno soviético reconoció sólo 31 personas fallecidas, la mayoría bomberos y trabajadores aunque las cifras de ONGs señalan que 25 mil personas murieron en los meses posteriores debido a la radiación emitida por el accidente. Además, si contamos hasta hoy día, más de 900 mil personas han sufrido diferentes tipos de cáncer y malformaciones.
Ante tan macabro aniversario, Svitlana ‘Svieta’ Shmagailo, una maestra de 42 años que vive actualmente en una aldea cercana a la central llamada Orane (35 kilómetros), visitó España para dar a conocer la situación actual de las víctimas y conversó con Eurolatinpresscultura.com
¿Cómo es la situación actual en la zona afectada (Prípiat, y en los pueblos de alrededor) por la radiación de la central nuclear de Chernóbil?
Actualmente existe una zona de exclusión de 30 km alrededor de la central. En esa zona está prohibido vivir. Solo acceden las personas que están trabajando en la central y construyendo el nuevo sarcófago. Pero lógicamente la zona contaminada no conoce límites y mi pueblo, que está a 35 km de la central, es decir a solo 5 de la zona de exclusión, está muy contaminado. Esto sucede con muchos otros pueblos.
¿Qué recuerdas del momento en que estalló el reactor y empezó este infierno de la radiactividad?
Cuando se produjo el accidente no nos dijeron nada. Yo recuerdo como ese día, que era muy caluroso, estábamos jugando en la calle y vimos pasar muchos camiones con soldados y otros vehículos como excavadoras y máquinas. Nadie nos dijo qué pasaba. También recuerdo que estuve ayudando a mis padres a sembrar patatas. El día fue normal, salvo por los soldados que iban y venían.
¿Qué os decían las autoridades y la policía de este incidente cuando comenzaron las acciones de limpieza y evacuación?
No nos dijeron nada. El día 1 de mayo nos dijeron que era mejor si tomábamos medidas preventivas como cerrar las ventanas, cubrir el pozo del que sacábamos nuestra agua y si lavábamos todos los alimentos antes de comerlos. Poco después nos dijeron que nos preparáramos porque quizás teníamos que irnos, pero finalmente no nos dejaron quedarnos, porque delimitaron la zona solo a 30 km y nosotros estábamos a 5 más. Fuimos afortunados en nuestra desgracia, porque el pueblo estaba y sigue estando muy contaminado.
¿Cuál es tu opinión de los liquidadores, que lucharon hasta la muerte para limpiar y sellar la planta nuclear con el sarcófago?
No les informaron. Les dijeron que tenían que ir a apagar un incendio, pero no sabían a qué riesgos se enfrentaban. Fueron héroes que dieron su vida por todos nosotros. Yo conocía a muchos, vecinos y familiares, aunque prácticamente todos han muerto por las enfermedades.
En su libro ‘Voces de Chenóbil’, la periodista Alexievich (Premio nobel de Literatura 2016) entrevistó a ciudadanos de los pueblo aledaños como de Prípiat, y comentaban que tras la explosión y liberación de la radiación, las abejas desaparecieron, los animales no tomaban el agua de los ríos, los gusanos se escondieron ha tres metros bajo la tierra, etc. ¿Que puedes contarnos de la situación en cuanto al ambiente?¿En que te fijaste ese día? ¿que notaste raro?
Yo era una niña de 12 años y para mí el ambiente era aparentemente normal. Mi madre, que sabía algo de los peligros de la radiactividad, estaba muy nerviosa y preocupada, pero yo lo vi todo normal, aunque ahora sé que había nervios y preocupación.
¿Cómo fue sido la actitud de las autoridades soviéticas en ese momento y cuál es la actitud de las autoridades ucranianas con los afectados de radiación? ¿Han recibido ayudas económicas o de salud, etc?
En su momento, la política fue la del silencio. No se dijo nada, no se informaba, se decían verdades a medias y en realidad nadie sabía nada. Hoy hay más información, pero hace 30 años nadie sabía cómo nos podía afectar la radiactividad, y eso cuando supimos que había habido un escape, porque antes ni siquiera supimos que hubo una fuga. Después hubo ciertas ayudas pero ahora prácticamente nos han abandonado y nos han dejado solas. Las víctimas han sido olvidadas y la gente que está enferma y no puede pagar un tratamiento se va a su casa a esperar que les llegue la muerte.
¿Cómo vive la gente alrededor de la planta nuclear de Chernóbil hoy en día?
Tratamos de vivir de manera normal pero es muy difícil porque no se puede vivir de manera normal en un lugar así. Estamos habituados a vivir en contacto con la enfermedad, la muerte y el olvido. Aun así, tenemos esperanza y ánimo. Yo creo mucho en Dios y es él quien me ayuda a seguir adelante, lo mismo que la gente de buen corazón. Hay organizaciones en España como Chernobil Elkartea que traen a niños ucranianos a pasar el verano aquí y poder vivir lejos del sufrimiento durante unos meses y otras como Greenpeace que denuncian el olvido de las víctimas y el peligro de la energía nuclear. Ellas son mi energía para seguir luchando.
¿Hay muchos afectados por la radiación que se mantiene en el sector?
Hay incontables afectados. Muchas, muchas personas han muerto de cáncer. El problema es que la radiación es algo que mata muy lentamente y de formas diferentes. Lo que está claro es que no es normal que tanta gente muera de cáncer. Todas las familias tienen afectados y nuestros niños son más proclives a sufrir enfermedades
¿Personalmente como te ha afectado la radiación en el sector?
Tengo problemas con la tiroides, como muchas otras personas. Además, psicológicamente es muy duro.
¿La gente del sector es consciente del problema de vivir en la zona de exclusión y cerca de la radiación? Te lo comento porque muchos ancianos han vuelto a vivir a sus casas y mucho han plantado y han criado animales. ¿Que les dice el gobierno?
Es verdad. El Gobierno no hace nada, le da todo igual. Hay mucha gente que ha vuelto a su hogar, en la zona de exclusión o en las zonas limítrofes. Han ido a esperar a la muerte en su casa. Les entiendo y respeto.
¿Cuál es tu opinión sobre la energía nuclear en estos momento?
Es una energía peligrosa, no es necesaria. Mi opinión es una pregunta: ¿Merece la pena poner en riesgo a la población? La energía nuclear es muerte, dolor y sufrimiento.
¿Cómo se recuerda este aniversario de la explosión de la central nuclear de Chernóbil en Ucrania, en tu pueblo, en el país?
Es irónico porque la gente no quiere recordar, quiere olvidar y vivir en paz los años que les queden de vida. Pero normalmente se hacen homenajes con flores a las víctimas, pero hay tendencia a querer olvidar y a mirar al futuro. Las autoridades se han olvidado de los muertos y enfermos.
¿Qué quieres decirle al mundo y a España sobre este horrible hecho de Chernóbil?
Que es posible vivir sin nucleares y es de hecho mejor vivir sin ellas. Es más seguro y si alguien no lo cree, que venga a mi aldea y en un mes cambiará de opinión.
¿A quién culparías del incidente?
La culpa es de la ambición de las personas. De nadie más.
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