EL MAGNO ESCÁNDALOgenerado por los Papeles de Panamá (Panama Papers), que parecía llamado a iniciar una cadena de denuncias, acusaciones, rumores y renuncias que se anunciaba indetenible, pudiera haberse esfumado al conocerse que se trataba apenas de un nuevo campo de manipulación y extorsión en el que están incursionando las agencias de espionaje y subversión de que se sirve habitualmente el gobierno de Estados Unidos para sus fechorías destinadas a garantizarle su hegemonía internacional.
Aunque son múltiples las versiones acerca de las razones para el desencadenamiento de la crisis generada por las revelaciones de los Papeles de Panamá, muchos observadores coinciden en que se trata -en última instancia- de un movimiento generado por Estados Unidos (más concretamente por Wall Street) para tratar de poner orden en todos los espacios y niveles de sus negocios financieros, externos, dada la fuerza que ha alcanzado en ellos el fraude fiscal.
El viceportavoz del Departamento de Estado estadounidense, Mark Toner, reconoció que Washington financió a los periodistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), que destaparon el escándalo de la existencia y métodos de operación de los paraísos fiscales o entidades offshore, que actúan como enormes agujeros negros de fraude fiscal en la economía capitalista, dando refugio a políticos corruptos millonarios, celebridades del arte y el deporte, así como a traficantes de armas, drogas y personas, así como a delincuentes de todo tipo.
Toner declaró en rueda de prensa que se trata de periodistas “independientes que recibían financiación de varias fuentes, incluyendo del gobierno de Estados Unidos” y confirmó que los recursos que aporta Washington se entregan a través de la USAID.
Según el funcionario del Departamento de Estado, la pesquisa fue llevada a cabo por periodistas del Proyecto de Información sobre Crimen Organizado y Corrupción, (OCCRP, por las siglas en inglés), entidad igualmente financiada por la USAID.
Mark Toner restó importancia al rol de Estados Unidos en el escándalo, al afirmar que Washington no tuvo constancia de antemano de los resultados de la investigación de los Papeles de Panamá, porque no estuvo involucrado en su trabajo.
Los 11.5 millones de documentos que integran los llamados Papeles de Panamá -la mayor filtración de documentos de la historia- ha provocado grandes conmociones en cada uno de los 200 países vinculados a las 214.488 sociedades opacas que han escondido dinero y patrimonio en el país caribeño a lo largo de los últimos 40 años.
“Los papeles de Panamá descubren el lado oscuro del sistema financiero global en el que bancos, abogados y profesionales de las finanzas que utilizan empresas opacas para hacer operaciones monetarias ilícitas y corruptas”, afirma en un comunicado la organización Transparencia Internacional (TI). “Eso es algo que debe detenerse. Los líderes mundiales tienen que llegar a un acuerdo para prohibir las empresas opacas”.
“Si los paraísos fiscales siguen existiendo y llevándose millones y millones es por falta de voluntad política, nacional e internacional”, denuncia la organización no gubernamental Oxfam, metiendo el dedo en la llaga de la hipocresía de muchos países occidentales que amparan estas prácticas.
En la mayoría de los países afectados se han abierto investigaciones y amenazan graves crisis políticas porque los papeles salpican a cientos de políticos y funcionarios de todo el mundo, entre ellos varios antiguos y actuales líderes mundiales cuyos nombres se destapan cuando así lo deciden los dirigentes de esos paraísos fiscales.
Pero todo lo que se sabe acerca del origen de tamaña filtración es que la información inicial fue obtenida de una fuente anónima, desde hace más de un año por el periódico alemán Sueddeutsche Zeitung que la compartió con el ICIJ-Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores, entidad creada en 1997 por iniciativa del Center for Public Integrity, del que forman parte, entre otros, el Rockefeller Brothers Fund, el Rockefeller Family Fund, la Fundación Ford, la Corporación Carnegie de Nueva York y la Fundación Open Society. Sin dudas una nutrida representación de Wall Street.
La Fundación Open Society está directamente vinculada con el conocido especulador financiero George Soros, quien jugó un papel clave en la conversión de los países socialistas de Europa al sistema capitalista a fines de la década de los años 1980.
*Periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.