Casi la mitad del Patrimonio Mundial Natural está en riesgo de destrucción por operaciones industriales, talas ilegales, construcciones de infraestructuras a gran escala, sobrepesca y uso insostenible del agua, verificó un reciente estudio internacional.
Entre las actividades que provocan los mayores estragos figuran la minería, así como la exploración y extracción de gas y petróleo, fundamenta el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), a partir de una investigación solicitada a la firma Dalberg Global Development Advisors.
Con demasiada frecuencia son otorgadas concesiones para la exploración de gas, petróleo o minerales y se estructuran grandes planes industriales sin tener en cuenta los riesgos sociales y ambientales, al primar el interés por las ganancias económicas a corto plazo, juzga el análisis.
“La responsabilidad está en manos de los gobiernos que permiten el desarrollo de estos proyectos u otorgan concesiones, de las compañías que los emprenden y de las instituciones financieras que aportan el capital para su realización”, opinó el director general de WWF Internacional, Marco Lambertini, en el prólogo del informe.
Considerados por su valor universal sobresaliente, los sitios del Patrimonio Natural y Mixto (cultural y natural) ascienden a 229 en 96 países, aunque “pertenecen a todos los pueblos del mundo”, sostiene la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
De los 229, 114 tienen concesiones de gas, petróleo o minería que traslapan su territorio, y a juicio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se hallan bajo amenaza mayor o muy grave.
Diversas pesquisas científicas avalan los perjuicios provocados por la industria petrolera cuando las inversiones carecen de medidas integrales para la mitigación de los impactos medioambientales; sin embargo, en casi el 20 por ciento de los sitios del Patrimonio Mundial Natural existen concesiones de esa naturaleza, señala WWF.
La exploración petrolera en el Santuario del Oryx árabe, en Omán, hizo que este fuera el primer y único sitio natural en ser excluido de la Lista del Patrimonio Mundial elaborada por la Unesco.
Desde entonces la población de Oryx árabe de Omán ha seguido disminuyendo y ya no quedan sino ejemplares machos, por lo que la viabilidad futura de la especie en el país es incierta, evalúa WWF.
Más del 20 por ciento de los sitios del Patrimonio Mundial Natural está asociado al mar, y la sobrepesca puede ser catastrófica para sus ecosistemas; es decir, la captura de peces por encima de la capacidad de reemplazo de los especímenes mediante la reproducción natural. Actividades ilegales y negocios en manos de transnacionales son los principales causantes del deterioro.
Por ejemplo, la sobrepesca de peces herbívoros en algunas partes del Caribe podría conducir al colapso de los arrecifes de coral en esta zona en los próximos 20 años, pues un exceso de algas -por lo general, consumidas por los peces- cubriría excesivamente los corales, advirtió International Coral Reef Initiative.
Otro fenómeno en ascenso es la sustracción de madera sin las debidas regulaciones: la mayoría de la tala en los bosques lluviosos tropicales es ilegal y los gobiernos pierden billones (millones de millones) de dólares cada año por ingresos no recibidos, alerta el reporte de WWF.
En algunos países, agrega el texto, hasta el 90 por ciento de toda la tala es ilegal. A gran escala, esta práctica incluye cortes de árboles en áreas prohibidas, falta de planes de manejo, cosecha excesiva, no pago de tarifas e impuestos y labores sin consultar ni obtener el consentimiento de las autoridades locales.
Cálculos expuestos por WWF indican que la tala ilegal genera entre 10 y 15 billones de dólares anules a escala mundial, una cantidad de la que reciben muy poco las comunidades locales o los gobiernos nacionales, notificó la entidad.
De acuerdo con la UICN, 26 de los 106 bosques del Patrimonio Mundial enfrentan amenazas “mayores” o “muy graves” debido a la tala y la cosecha de madera, y es probable que un alto porcentaje de estas prácticas sea ilícito.
La información de WWF destaca que la tala ilegal en los bosques lluviosos de Atsinanana, en Madagascar, llevó a la inclusión de esos parajes en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro.
Dichos bosques albergan seis parques nacionales y desde 2009, dos de ellos han sido talados ilegal e intensivamente en busca de palo de rosa y ébano, a pesar de la prohibición nacional en torno a la explotación y exportación de esas especies maderables, enjuicia la fuente.
“Esto dio como resultado la degradación extensa y un aumento de la caza furtiva de lémures, especie amenazada. Menos del uno por ciento de las ganancias de esta tala ilegal se queda en Madagascar; “un grupo pequeño de barones internacionales de la madera se beneficia de la gran mayoría de ganancias”, expresa el análisis.
Si bien es cierto que la infraestructura resulta fundamental para el desarrollo de cualquier nación, tampoco deberían colocarse en segundo plano las destrucciones que generan las construcciones a gran escala de carreteras, vías ferroviarias y redes eléctricas en sitios del Patrimonio Mundial.
Entre los hechos preocupantes, WWF incluye el despliegue de obras en el Conjunto Forestal de Dong Phayayen y Khao Yai en Tailandia, al considerar la extensa deforestación y la pérdida de vida silvestre.
El conjunto, con cuatro parques nacionales y un santuario de vida silvestre, fue reconocido internacionalmente por albergar más de dos mil 500 tipos de plantas y 800 especies de animales, incluidos tigres, elefantes y leopardos.
“Sin embargo, durante los últimos 40 años, la biodiversidad y estabilidad del parque han sufrido como resultado de la construcción de infraestructura”, asegura la entidad.
WWF sustenta además que uno de cada cinco sitios del Patrimonio Mundial tiene minas o concesiones mineras dentro de sus fronteras y es vulnerable a los efectos ambientales negativos de esa actividad productiva.
Sin los debidos aseguramientos para mitigar el impacto ambiental, diversos procesos de extracción de minerales contaminan y degradan los ecosistemas acuáticos debido a la sedimentación, la acidificación y la descarga de residuos peligrosos que contienen metales pesados, ácidos y material radioactivo.
Mientras la captación de agua para las actividades mineras también altera los sistemas acuáticos y el establecimiento de enclaves a gran escala puede conducir a la eliminación de vegetación para construir obras de infraestructura para el sector.
A juicio de los expertos de Dalberg Global Development Advisors, hay abundantes evidencias sobre el mal uso del agua dentro y alrededor de los sitios del Patrimonio Mundial, con severas consecuencias para sus ecosistemas.
Es sabido que el uso del agua con propósitos industriales puede afectar la calidad y los patrones de los caudales naturales del líquido, dañar los hábitats acuáticos y conducir a la desertificación.
Actualmente la integridad de los Parques Nacionales del lago Turkana, en Kenia, está amenazada por el uso insostenible de agua, asegura el examen.
El lago Turkana, el más grande del mundo ubicado en una región desértica, toma casi el 90 por ciento del agua del río Omo, en el vecino país de Etiopía y la reciente construcción de tres represas hidroeléctricas a lo largo del río ha interrumpido el flujo de agua dulce al lago, argumenta WWF.
De 2015 a 2018 el flujo anual al lago Turkana disminuirá hasta en 70 por ciento, mientras se llena el reservorio creado por la tercera represa. La actual extracción de agua en la cabecera del lago interrumpirá el flujo de líquido, reducirá la cantidad de hábitats acuáticos y aumentará la salinidad del depósito, pronostica el examen.
Más del 20 por ciento de los sitios del Patrimonio Mundial Natural, que suma 46 propiedades, enfrenta amenazas de múltiples actividades industriales dañinas, resume el inventario.
Al decir de WWF, la situación de la reserva de caza Selous, en Tanzania, es un ejemplo ilustrativo de los daños derivados de la extracción de petróleo y minerales, así como de la construcción de carreteras y represas hidroeléctricas. La reserva alguna vez tuvo poblaciones mundialmente significativas de elefantes africanos, hipopótamos y rinocerontes negros, pero hoy corren peligro crítico.
El gobierno de ese país otorgó, por lo menos, 70 concesiones para minería y extracción de gas y petróleo en áreas que traslapan el sitio y están en estudio nuevas licitaciones de bloques petroleros en Selous, observa WWF.
En 2012, se modificó la frontera de este sitio del Patrimonio Mundial a fin de permitir la construcción de una mina a gran escala para la extracción de uranio en la parte sur de la reserva, indica la organización.
Para los investigadores, las carreteras de acceso construidas por la transnacional Shell en la década de 1980 para la exploración de petróleo y por el consorcio ARMZ con vistas a la extracción de uranio, facilitaron el acceso de los cazadores ilegales a Selous.
Desde 1982 a la fecha, la población de elefantes en el sitio disminuyó en al menos 90 por ciento y se ha perdido casi toda la población de rinocerontes negros, que ya estaban en peligro crítico de extinción, plantea WWF.
Dentro de los casos adversos, la entidad menciona al Sistema de Reservas de la Barrera del Arrecife de Belice, debido a edificaciones en el litoral y la escorrentía resultante de la agricultura.
“Las construcciones mal manejadas en la costa de Belice y dentro de propiedades del Patrimonio Mundial han conducido a la tala de extensas áreas de manglares y a dragados marinos”, explica el reporte.
Según el análisis, la edificación un inmenso resort en los cayos Pelícano obligó a la deforestación del 60 por ciento de sus manglares, mientras la ejecución de una terminal para grandes cruceros en el cayo Harvest dañó los arrecifes de coral cercanos, debido al dragado y la descarga de rocas en el mar.
La degradación en ascenso no solo pone en riesgo la biodiversidad, la belleza natural, la riqueza geológica y ecológica del planeta: dos tercios de los sitios del Patrimonio Mundial Natural son también importantes fuentes de suministro de agua y más de la mitad ayuda a estabilizar el suelo, prevenir inundaciones y prestar servicios de secuestro de carbono, recuerda WWF.
Además, contribuyen considerablemente al desarrollo de las economías nacionales a través del turismo, la recreación y la exportación de recursos, y más del 90 por ciento son fuente de empleo, apunta la evaluación.
Estimaciones internacionales indican que los bosques ubicados en estos sitios contienen 10,5 billones de toneladas de carbono y, al garantizar que estas cantidades no se perturben, contribuyen a la regulación del clima a escala local y global, expone el estudio.
Al conservar intactas extensas áreas de hábitat, los sitios del Patrimonio Mundial también aumentan la resiliencia de las áreas circundantes, en caso de desastres naturales, y brindan protección contra los impactos físicos del cambio climático, tales como niveles marinos crecientes, daños causados por tormentas y aumento en la temperatura.
Preservación medioambiental y desarrollo económico pueden conformar un próspero binomio: las áreas naturales protegidas (incluyen los sitios del Patrimonio) reciben ocho billones de visitantes al año, los cuales gastan alrededor de 600 billones de dólares, ilustran los expertos de Dalberg Global Development Advisors.
Sobre el tema, el director general de WWF Internacional subrayó que “no podremos desarrollar un futuro próspero ni combatir la pobreza y mejorar la salud en un ambiente natural débil o devastado”.
Las Metas de Desarrollo Sostenible suscritas en 2015 por parte de la comunidad internacional señalan un importante avance en la comprensión de que las agendas sociales, económicas y ambientales están intrínsecamente relacionadas y son inseparables.
*Periodista de la Redacción de Economía de Prensa Latina.