Noviembre 20, 2024

¿Las “izquierdas” en el Perú deberían o no apoyar a Keiko Fujimori y PPK?

Los conteos al 100 % de los votos reportados el viernes 15 de los corrientes, correspondientes a las elecciones generales del domingo 10 de abril, han arrojado resultados cercanos a los pronósticos que adelantaron el posicionamiento en el primer lugar de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.

 

 

Ella encabeza el conteo con 39.81%, seguido de Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el Kambio- PPK (iniciales de su nombre) con 22.98%  y pisándole a este los talones, la candidata del Frente Amplio, Verónica Mendoza Frisch, con 18.85%, ahora con condiciones para erigirse en la nueva líder de la izquierda peruana.

Más atrás, fuera de juego, están Alfredo Barnechea (Acción Popular), 6.97%; Alan García (Apra), 5.82%; Gregorio Santos, del también izquierdista Democracia Directa, 4.02%;  Fernando Olivera del Frente Esperanza, 1.32%; Alejandro Toledo (Perú Posible), 1.30%.; Miguel Hilario (Progresando Perú), 0.50% y Antero- Flores Aráoz (Orden), 0.42%.

Keiko Fujimori, y Pedro Pablo Kuczynski, contendores de la segunda vuelta electoral por la presidencia, tienen orientación derechista y garantizan la continuidad del modelo neoliberal impuesto por el primer gobierno de Alberto Fujimori y mantenido por los sucesivos gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala.

Pero, no son iguales, tienen matices que los diferencian y sobre los cuáles las izquierdas (no hay una, hay una variopinta en el Perú) deberán evaluar para decidir algún apoyo crítico o ratificar el voto viciado o nulo que algunos grupos vienen promoviendo para no hipotecarse nuevamente a gobiernos de cuño neoliberal, como ha sucedido en el pasado.

LAS CARTAS DE PPK

Kuczynski  para vencer a Keiko Fujimori necesitaría idílicamente la adhesión del bloque conformado por las listas de los izquierdistas Verónica Mendoza y Gregorio Santos, de Alfredo Barnechea, (considerado de centro izquierda), Fernando Olivera, Alejandro Toledo  y Miguel Hilario que totalizan 32.96 %, el cual sumado a su puntaje de 21.0, tendría 55.94%,  con lo cual sobrepasaría el 50% requerible y se aseguraría la elección de presidente.

En realidad, los guarismos a su favor serían mayores porque también podría sumar la votación del desaforado candidato presidencial de Alianza para el Progreso, César Acuña, cuya plancha presidencial fue sacada del escenario electoral por haber vulnerado la ley electoral,  pero mantuvo sus listas congresales,  que han recibido una votación  que le ha permitido elegir 10 congresistas.

EL “MAL MENOR”

Estas agrupaciones tienen como denominador común un antifujimorismo radical, lo que los permeabiliza para constituir un frente común contra Fujimori y posiblemente endosarle un apoyo a PPK, lo que aparece como probable luego de que Mendoza, en ejercicio de su liderazgo señalara que: “Tal vez con PPK podría llegarse a ciertos acuerdos en términos de gobernabilidad y derechos humanos (…) y va a depender de PPK si va a incluir otras demandas de la izquierda”.

Y aun cuando no lo ha dicho, PPK sería para la “la izquierda electoral”  el llamado “mal menor”, al amparo del cual ha terminado apoyando siempre a candidatos presidenciales que se convirtieron, una vez en el gobierno, en el “mal mayor”, como lo fueron en su momento el propio Alberto Fujimori, y los subsiguientes: Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, todos con el voto de la izquierda.

Para quede bien claro su antifujimorismo radical, Verónika ha remarcado:“No soy fujimorista, yo nunca he trabajado en una dictadura (…) Es una posición que yo mantengo hasta el día que me muera” (sic).  Las otras agrupaciones tienen similares compases “antifujimoristas” y todo indicaría que harían un solo bloque para concertar con PPK, siempre que este como ha dicho Mendoza: “Debe mostrar posibilidad o voluntad de diferenciarse de Keiko”.

De darse la citada concertación Izquierda-PPK, la candidata Keiko Fujimori solo tendría el apoyo seguro del Apra de Alan García (5.82%) y Orden de Flores- Aráoz (0.42%), con los cuáles llegaría al 46.05%, a todas luces insuficiente para asegurarse la victoria.

PERSPECTIVAS DE KEIKO

Sin embargo, no es descartable que pueda producirse otro desenlace si prospera la estrategia de Keiko, expuesta en la primera vuelta, de convencer que tiene un nuevo discurso político, que no guarda semejanza con el de su padre, tanto que se ha comprometido a no usar el poder político para indultarlo y corregir las injusticias del modelo económico que impuso Alberto Fujimori y mantuvieron sus sucesores Toledo, García y Humala.

Keiko Fujimori ha hecho esfuerzos  por modernizar a su partido y dotarse de una imagen propia, distinta de su progenitor. Tiene un plan de gobierno con un programa de derechos humanos más avanzado en relación a los demás partidos, conforme lo ha reconocido la columnista de La República y militante de Tierra y Libertad, Rocío Silva Santisteban, amén de ofertas políticas  con características reformistas, conforme las vamos a repasar aquí.

Se ha esmerado en resaltar que no asume el legado negativo de su padre de ruptura del “sistema democrático” y violaciones de los derechos humanos incurridos en la guerra interna contra el “terrorismo” de Sendero Luminoso y del MRTA.

Más aún se ha comprometido a indemnizar a los familiares de las víctimas de asesinatos y desapariciones, así como a las mujeres esterilizadas contra su voluntad, registradas durante el gobierno de Alberto Fujimori.

CONFLICTOS SOCIALES

En su nuevo discurso político, se ha comprometido a solucionar los conflictos sociales generados por las empresas mineras, mediante la fórmula de distribuir el agua“priorizando primero el consumo humano, segundo la agricultura, tercero la ganadería y cuarto, la minería, si es que sobra (el agua)”.

En el tema del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) que el gobierno actual quiere privatizar antes de dejar el gobierno, Keiko Fujimori ha dicho que en su gestión se mantendrá su condición de empresa estatal.

HERENCIA DEL “SHOCK”

Otro ofrecimiento polémico es devolver a los trabajadores que conforman el 74.6 de la PEA sus derechos sociales de seguridad social y jubilación, despojados por el gobierno de su padre mediante leyes dictadas en 1992, durante el  tráumatico “schok” neoliberal, aún vigente.

Este paquete de leyes exceptuó a las empresas de la obligación de utilizar planilla de sueldos y y en su reemplazo usar recibos, lo que les facilitó librarse de los aportes a la seguridad social y al sistema pensionario, y suprimió la jornada de ocho horas, las horas extraordinarias y otros beneficios laborales.

Por si esto fuera, Keiko Fujimori ha hecho suya la bandera de “renegociación de los contratos del gas”, reclamado principalmente por los sectores populares y que fue lanzada por el excandidato de Acción Popular, Alfredo Barnechea, gracias a la cual este saló del foso de las encuestas donde tenía el 1% hasta remontar y situarse con el 6.95 de los votos, en el tercer lugar del resultado final.

“VOTO DURO”

El llamado “voto duro fujimorista”, localizado principalmente en las provincias rurales de la sierra, costa y selva, a las que el gobierno de Alberto Fujimori prodigó un intenso asistencialismo durante la lucha contra el terrorismo, contra todos los pronósticos, ha crecido ostensiblemente.

En el 2011 durante la primera vuelta electoral, este “voto duro” representó el 20.65%  de la votación general, mientras que en la de las elecciones del 10 de abril del 2016 alcanzó el  39.81% de los sufragios.

Los seguidores de estas regiones no se cansan de reconocer que Alberto Fujimori los liberó del terrorismo pol potiano de Sendero Luminoso, los sacó de la escandalosa hiperinflación legada por el primer gobierno de Alan García, y llevó el Estado por primera vez a muchos de pueblos remotos que se encontraban cercado por el terrorismo.

La izquierda peruana no ha hecho ningún esfuerzo por revertir este cuadro político, ni menos se ha esforzado en hacer  educación política en ellos, como aconsejan las enseñanzas leninistas, para recuperarlos políticamente.

CAMPAÑA ANTI- KEIKO

Keiko Fujimori ha enfrentado y sigue enfrentando una furibunda campaña orientada a presentarla como una reedición de la figura de su padre. “No a la hija del asesino”, dice la profusión de carteles. Pero nadie distingue el grano de la paja.  Nadie advierte que hay una diferencia abismal. Es la hija del “asesino”, pero no es el “asesino”.

Parte de la campaña fue una marcha que reunió una masa según cálculos de las agencias de noticias,  de por lo menos 50 mil personas, una de las más grandes registradas en los últimos 40 años, la que será reeditada, según nueva convocatoria, sin haber evaluado las lecciones que dejó la primera.

Un azuzador de este estado de ánimo es el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, quién no perdona a Alberto Fujimori que lo derrotará electoralmente en la primera elección de los 10 años del gobierno del “chino”. Y los que en el campo popular le hacen caso, no ven el reverso de la medalla. Vargas es el principal alentador de los gobiernos neoliberales que han destrozado las economías nacionales.

Esa marcha, si se ve críticamente, ha sido totalmente un fracaso, pues terminó favoreciendo a Keiko Fujimori, como lo prueba el incremento del apoyo electoral obtenido en el 2016, en relación al que obtuvo en el 2011.

CUENTAS PENDIENTES

Los analistas de la prensa extranjera coinciden en señalar una grave y  notoria omisión en esa marcha contra “la hija del asesino”,  al no haber incluido ningún reclamo contra Alan García, cuyo gobierno fue en verdad el más grande violador de los derechos humanos durante la lucha contra el terrorismo, tal vez hasta 10 veces más en víctimas de las que ocurrieron en Fujimori.

Gracias a una concertación de poderes, Alberto Fujimori ha sido convertido en el “chivo expiatorio” de las violaciones de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo, cuando en la práctica su gobierno fue solo uno de los violadores, y entre estos el de marca mayor fue el de Alan García, al que un “poder judicial “, al que infiltró y saturó de apristas durante su primer gobierno, lo exoneró de mandarlo a la cárcel.

Mientras que la incursión del llamado grupo paramilitar Colina, en el gobierno de Alberto Fujimori, en Barrios Altos y La Cantuta dejó un saldo de cerca de 30 muertos, la intervención policial en los penales de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara, durante el gobierno de Alan García, terminó en una matanza de cerca de 300 prisioneros. Obvian comentarios.

Por supuesto que ambos gobiernos tienen un listado aparte de violaciones a los derechos humanos, en los cuáles la balanza de los más horrendos crímenes se inclina hacia García.

“PÁJARO DE ALTO VUELO”

No parece honrado atribuirle a Keiko Fujimori los crímenes de su padre, porque ella en su gobierno no tuvo injerencia en la política contingente. Se trata de dos personas distintas, con la salvedad de que ella es consciente y ha reconocido públicamente  que en el gobierno de su padre hubo crímenes y robos, que ella, ha dicho, combatirá e impedirá que ocurran en su gobierno.

Su contrincante, PPK es en realidad, como se dice en Perú, “un pájaro de alto vuelo”, que cuenta con la complacencia de los mismos poderes que han salvado a Alan García de la cárcel. En su condición de consultor de la empresa Hunt, una de las compañías del consorcio Camisea y luego como ministro de energía y minas del presidente Alejandro Toledo, tuvo una participación activa en la aprobación de los contratos entreguistas del gas, lo que ahora electoralmente niega y dice que la acusación en su contra es “un cuentazo”.

ESTAFA AL PERÚ

Para consumar esta estafa al Perú, previamente la dupla Toledo-PPK revirtió otra ley legada por Fujimori, que había dispuesto que la explotación del gas priorice el mercado interno y se exporten los excedentes. Pero Toledo y PPK hicieron lo contrario.

A raíz de estos contratos, el Perú a pesar de ser productor de gas tiene el balón de gas doméstico más caro de Sudamérica, mientras que países que no lo producen, lo obtienen más barato.

PK arrastra igualmente el estigma de haber sido declarado “traidor a la patria” por el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), en razón a que valiéndose de su condición de gerente del Banco Central de Reserva (BCR), en complicidad con otro gerente, Carlos Rodríguez Pastor, desacató un decreto que congeló pagos por 17 millones de dólares a la petrolera International Petroleum Co- IPC, correspondientes a tributos dejados de pagar en la explotación del yacimiento de La Brea y Pariñas, y los entregó a esta empresa. Luego  ambos gerentes, entre gallos y medianoche, fugaron del país.

PPK  nunca ha hecho una autocrítica de este comportamiento delictivo, menos ha aceptado su responsabilidad en el entreguismo del gas en desmedro de los intereses del Perú. Mientras que su rival político, Keiko Fujimori ha hecho más de un mea culpa de los desaguisados de su padre.

PUENTES CON LA IZQUIERDA

PPK cuenta a su favor con la alianza de ex izquierdistas conocidos como Fernando Rospigliosi, Gino Costa y Juan Sheput, entre otros, que pertenecieron a diversos partidos de la izquierda peruana, ya desaparecidos, los que se están prestando para servir  de puentes para atraer los votos de las tiendas izquierdistas.

En contra de este probable idilio con las izquierdas, complota la deprimente realidad de lo que ya es una tradición política en el Perú y también en los países de la región, Desde Fujimori hasta Humala, todos los candidatos que llegaron al poder con aval de la izquierda, abjuraron de sus ofrecimientos electorales e hicieron todo lo contrario apenas accedieron al poder.

El debate en la izquierda peruana recién comienza. Hay voces solventes, como el historiador Antonio Zapata, quien considera que “la izquierda se puede perjudicar si expresa su apoyo a alguno de los candidatos en la segunda vuelta”, y que “lo mejor es mantenerse como una opción (independiente) gane quien gane”. Aunque no lo dice textualmente, está proponiendo voto en blanco o viciado.

Tiene razón, pero le ha faltado decir que una posición honrada sería plantear, ante cualquiera que sea elegido presidente, el antiguo apotegma de unidad y lucha. “Unidad” con todas las políticas favorables a los intereses populares y al país y “ Lucha” contra todas las que insistan en profundizar los abismos sociales, hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Si piden no votar  por Keiko Fujimori, también deberían pedir no votar por Kuczynski.

El que llegue al gobierno, será sin duda “esclavo de sus palabras” y la nueva historia dirá si fueron más de lo mismo.

 

 

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *