Noviembre 20, 2024

Analistas estiman que en Brasil se abre un periodo de gran incertidumbre

Mucho más que defenestrar a una presidenta, lo que se abre hoy en Brasil con la decisión anoche de la Cámara de Diputados de destituir a Dilma Rousseff fue un período de profundas y graves incertidumbres. Así opina el comentarista brasileño Eric Nepomuceno, quien analiza para Página 12 las aristas y consecuencias del voto a favor de abrir un juicio político contra la mandataria.

 

“Brasil entra en una zona de tinieblas, y las tensiones no harán más que reforzarse en los días que vendrán”, advierte Nepomuceno.

Igual opinión la comparten analistas políticos argentinos como Oscar Natalich, director del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales; Oscar Laborde, titular del Instituto de Estudios sobre América Latina, y la politóloga Stella Calloni, entre otros.

Anoche, la Cámara de Diputados presidida por Eduardo Cunha, quien es reo en el Supremo Tribunal Federal por crímenes diversos, que van de la lisa y llana corrupción a mantener cuentas ocultas en Suiza, decidió poner un final al gobierno de quien ni siquiera está investigada, afirma el analista brasileño.

Al describir las consecuencias de la votación en la cámara baja, el comentarista es contundente: “En pocas palabras: Dilma Rousseff está liquidada. Los números de ayer han sido suficientemente elocuentes para fulminar de una vez su defensa”.

Y añade: “A ella le quedan alternativas como recurrir al Supremo Tribunal Federal, pero las posibilidades son muy cercanas a cero. El resultado de ayer superó las peores expectativas de sus defensores, inclusive en la opinión pública. Ha sido una derrota que superó a la anunciada”.

Dilma Rousseff seguirá en su puesto hasta que el Senado defina si acepta o no la decisión de la Cámara. Eso significa algo entre dos o a lo sumo tres semanas, explica.

Si el Senado acepta, y seguramente lo hará, la apertura del proceso de destitución, Michel Temer, el vicepresidente, asumirá el poder, vaticina Nepomuceno.

En su artículo describe que asesores muy cercanos a Dilma Rousseff reafirmaron que la presidenta pretende dar batalla hasta el último instante, o sea, no renunciará al puesto.

“Con eso, el país seguirá a la deriva, esperando por un vicepresidente sin legitimidad, pero con el respaldo de una oposición dispersa, cuyo proyecto de gobierno es difuso”, opina.

Si se recuerda que Brasil vive una de las peores, si no la peor, recesión económica de sus últimos 100 años, que viene de un período de año y medio en que el gobierno de Rousseff siquiera logró gobernar, lo que les espera a Michel Temer y sus aliados es un escenario nebuloso, de dudas y crisis, asevera Nepomuceno.

Y más: tendrá que enfrentarse con la anunciada oposición durísima de los movimientos sociales, de las principales agrupaciones sindicales y con todos los que no se resignan al golpe institucional que victimó a una presidenta que no cometió ningún crimen que justificase su destitución.

En términos prácticos, hoy mismo empieza el gobierno -todavía no anunciado- de Michel Temer, el vicepresidente que se bandeó a la oposición.

El país vivirá un fenómeno insólito: una presidenta en plenas y constitucionales funciones, hasta que el Senado de su veredicto, pero sin credibilidad alguna. Y un vicepresidente sin legitimidad alguna, a la espera de poder poner las manos sobre el bastón presidencial y empezar a gobernar, describe el analista.

Los llamados “agentes económicos” -empresarios, inversionistas, especuladores del mercado financiero- viven una expectativa que está en plena ebullición.

Al mismo tiempo, las fuerzas que por tradición apoyan al Partido de los Trabajadores -movimientos sociales, centrales sindicales- se preparan para responder a lo que clasifican como un “golpe blanco”, concluye el comentarista brasileño.

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