Ni Cuba se convertirá en capitalista, ni volverá a ser la ramera del casino de los americanos, como tampoco Cuba adoptará la democracia liberal representativa burguesa – hoy en plena decadencia en todo el mundo, pues sus dueños son los bancos, no los ciudadanos, en consecuencia, la soberanía popular es una bruma de mal gusto -. Por su parte, Estados Unidos no será nunca un país socialista, ni dejará su vocación imperialista, menos aún el dominio de los grandes capitales sobre la sociedad civil.
La visita de un Presidente en ejercicio de Estados Unidos, además perteneciente a la minoría afro-americana, tiene importancia por las ganancias que puede sacar el gobierno de Barack Obama para la política global e interna de su país. En primer lugar, el sólo hecho de reinstalar relaciones diplomáticas con el gobierno de la Isla y, a su vez, visitar ese país, representa para Obama una ganancia política indiscutible y terminará su período, si bien no habiendo cumplido con las expectativas de convertirse en un Roosevelt del siglo XXI, pero sí acercándose a una apertura hacia América Latina de indiscutible importancia.
El fenómeno Donald Trump y el partido del té en los republicanos expresa – a mi modo de ver – un fuerte rechazo ultraderechista no sólo frente a la política de Obama que representaría el creciente peso de los latinos y de los afroamericanos que, según estos fascistoides ultrarreaccionarios está poniendo en peligro el modo de vida de los norteamericanos, sino también al imperio en su integridad.
El inminente triunfo de Trump en las elecciones primarias y su consecuente proclamación como candidato republicano a la presidencia de la República, no sólo aseguraría el triunfo de la candidata Hillary Clinton, del Partido Demócrata, sino también el comienzo de un proceso de fermentación del Partido Republicano, que terminaría secuestrado el por el racismo del Partido del Té.
Ted Cruz, el candidato republicano más votado después de Trump, ha manifestado su virulenta oposición a la visita de Barack Obama a La Habana, en nombre de los exiliados cubanos más recalcitrantes y al fin del injusto y brutal bloqueo norteamericano respecto a la Isla, posición rechazada por la mayoría de los países civilizados del mundo.
El triunfador, tanto en política interna como externa norteamericana, es Barack Obama, aun cuando resta mucho camino para terminar con el bloqueo, pues la oposición republicana todavía muy poderosa.
La visita de Obama a Cuba ha tenido más impacto – tanto en Cuba como en el resto del mundo – que la de Juan Pablo II en su momento. (Me consta, pues colaboré directamente en su preparación y de cercioré cómo el Gobierno cubano prepara a la perfección este tipo de eventos).
En un período de ataques a fondo por parte de las derechas a los gobierno progresistas latinoamericanos –Brasil, Bolivia, Ecuador y antes en Argentina – la revolución cubana está demostrando una notable consistencia que, a mi modo de ver, es producto de mantenido una larga resistencia a los embates del imperialismo, e incluso, el haber superado el derrumbe del socialismo llamado real, persistiendo no pocas veces en soledad, en los ideales socialistas, que hoy forman parte constitutiva de la Cuba actual.
La visita de Obama también ha representado un triunfo al antiguo pragmatismo de la política de Raúl Castro y, sobre todo, para la persistencia del socialismo que ha sido parte inherente en la vida y construcción de ese País.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
21/03/2016