La izquierda latinoamericana eligió diversos caminos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Bajo el ejemplo del éxito de la revolución cubana y la inspiración del Che Guevara la izquierda, en la mayoría de los países de América Latina adoptó el camino de la vía armada foquista y guerrillera como una forma de combatir tanto las dictaduras de derecha, como las democracias centristas o este mismo signo político.
Con el triunfo de Allende en Chile, en 1970, se abrió la segunda vía importante para la izquierda latinoamericana: el camino electoral. Luego del triunfo de la extrema derecha pinochetista esta vía volvió a ser visualizada como una utopía, y en consecuencia, un horizonte difícil de alcanzar.
A fines de los años 90 y comienzos del siglo 21 se abrió una tercera salida para la izquierda latinoamericana: líderes carismáticos como el obrero de San Bernardo (Brasil), Lula Da Silva; un líder en la provincia de Santa Cruz, el “pingüino”, Néstor Kirchner; un aymara, Evo Morales; un economista progresista, Rafael Correa, y otros, a través del triunfo electoral lograron ensanchar la democracia – hasta entonces burguesa y de una representación ciudadana muy limitada – sobre la base de sendas Constituciones que surgían de la discusión, en asambleas elegidas, fundamentalmente, para redactar una nueva Carta Magna que incorporara elementos de democracia directa, entre ellos la iniciativa popular de ley, plebiscitos y la revocación de mandatos de cargos de representación popular.
Esta nueva izquierda latinoamericana ha logrado grandes éxitos: en el caso de Lula y el Partido de los Trabajadores, logró reducir, en términos radicales la pobreza de ese país-continente – hasta hace poco tiempo, Brasil se había convertido en la sétima potencia del mundo – y mejorar la calidad de vida de gran parte de la población brasilera. Los Kirchner – Néstor y Cristina – se propusieron sacar a Argentina del default e integrar a grandes sectores de la población de ese país, antes marginados por las políticas neoliberales del menemismo. En Bolivia, Evo Morales ha logrado mantener los mejores índices económicos en la historia de ese país, así conseguir una estabilidad política, antes desconocida en la historia del país altiplánico. Hugo Chávez – ayer se conmemoró el tercer de su muerte – fue capaz de poner fin al monstruoso pacto para repartirse el poder entre COPEI y ADECO y fundar una quinta República Bolivariana. Rafael Correa que ha conseguido, a través de la revolución ciudadana, dar estabilidad política y económica a un país que se caracterizaba por los permanentes golpes de Estado, como también reducir considerablemente la pobreza.
Hay que reconocer que este camino exitoso de la izquierda, en América del Sur, coincidió con un ciclo económico, en extremos favorable para elevar los precios de las materias primas, lo cual ha posibilitado el desarrollo, a través de la democracia directa a fin de permitir el protagonismo popular sobre la base de un pueblo sólidamente organizado y participativo.
Con la crisis de los commodities, este camino elegido por las distintas agrupaciones progresistas de la izquierda latinoamericana se ha cada vez más difícil permitiendo a la derecha el empleo de distintas estrategias para tratar de poner fin a los gobiernos de avanzada social.
En este sentido, ya lo logrado en Argentina, con el triunfo de Mauricio Macri; en Brasil, la crisis de corrupción, especialmente en Petrobras, ha logrado tocar al carismático líder Luís Ignácio Lula Da Silva, sumado a la derecha socialdemócrata brasilera que intenta acusar constitucionalmente a la Presidenta, Dilma Rousseff, para sacarla de su cargo, y a la aguda crisis de recesión, tiene en un mal pie al poderoso Partido de los Trabajadores. Evo Morales viene de perder un plebiscito que permitía al Congreso reformar la Constitución, para la tercera reelección del Presidente; la derecha está aprovechando el lío de su relación con su ex mujer para vincularlo con problemas de corrupción. En Venezuela, el gobierno de Niolás maduro tiene que resistor una fuerte ofensiva imperialista y de la derecha interna e, incluso, de algunos “sociolistos” de España (Felipe González) y de América Latina.
A pesar de la ofensiva de la derecha, los gobiernos progresistas resisten, pero es evidente que se hace visualizar nuevos escenarios para la izquierda, en un período de baja, no sólo en el precio de los commodities, sino también de la política, que no va acompañada de una respuesta adecuada de los movimientos sociales. La gracia de la política es ser capaz de superar las bajas mareas y resistir y movimiento de reflujo.