¿Qué es lo que realmente interesa e importa a este personaje representante de una política ‘tartufa’ y canalla como es la que ha manchado al país?
Acá en el campo es de uso habitual un término que tal vez resulte desconocido, e incluso cómico, para mucha gente citadina, pero grafica a la perfección lo que un agricultor o un trabajador agrícola quiere decir. “Colmatar”… por ejemplo: “la acequia viene ‘colmatada’ y es mejor cerrar la compuerta”.
En este caso, ‘colmatar’ no significa literal ni específicamente ‘colmar’, ‘’llenar’ o algo parecido, sino que viene a especificar que un determinado asunto (acequia, río, canal, lago, etc.) no tiene ya capacidad para soportar ni transportar más líquido, el cual se saldrá de madre y estragará todo lo que se encuentre a su alrededor. ¿Quedó claro? Espero que sí.
La actividad política se desliza –en un país donde lo civilizado y lo verdaderamente democrático conforman la esencia del ser- por una especie de elegante y eficaz correa transportadora, pero no bien la corrupción, el amiguismo, el familisterio y la deshonestidad (sumadas a la soberbia y al clasismo) se hacen presente, tal actividad cambia de conducto, pues a partir de ese momento serán las alcantarillas su mejor transporte.
Y cuando quienes conducen la política aportan rutinariamente acciones deleznables, ilícitas, inmorales y desvergonzadas, las alcantarillas ‘colmatan’ y lo peor de lo peor que puede sucederle a una sociedad se avizora sin necesidad de prismáticos ni bolas de cristal. ¿Cuándo, o cómo, ello es detectable sin lugar a error? Un simple ejemplo ha de bastar para entender la globalidad.
Hace pocos días, el ex Secretario General de la OEA (y ex ministro de estado) José Miguel Insulza publicó una columna de opinión en el diario El Mercurio, periódico que ha sido perenne bergantín corsario de la sedición ultraderechista y ‘bombo’ de la fanaticada del neoliberalismo salvaje. Allí, Insulza derramó sus ideas respecto a cómo es la democracia que él, sus patrones y sus asociados duopólicos quien para nuestro país. En esas líneas, la ley del embudo, del empate y de la frescura de nalgas, fue principal protagonista. No son culpables, según José Miguel, ni el empedrado, ni el cojo ni el almacenero ni el paco de la esquina. La culpa absoluta de todo lo que ocurre (siempre según Insulza) recae principalmente en …los periodistas, en las organizaciones sociales y en la ‘indignación pública’, injusta según él.
Antes de continuar, lea amigo mío, por favor, esta ‘perlita’ del ex de la OEA:
<<El ambiente que se ha creado en los últimos doce meses en este país es el más nocivo que recuerdo en mi vida política, con la obvia salvedad del período anterior al golpe militar de 1973. Es tiempo de reflexionar sobre cómo cambiar de rumbo. Y creo que muchos comunicadores, cuya libertad de expresión respeto plenamente, deberían jugar un papel más constructivo>>
¿Y la autocrítica señor Insulza? ¿Qué es lo que realmente interesa e importa a este personaje representante de una política ‘tartufa’ y canalla como es la que ha manchado al país? No hay duda respecto de cuál es el norte de Insulza y asociados, pues la corporación de intereses económicos y políticos que maneja el país tiene en el Parlamento, y en las tiendas del duopolio, a sus empleados defensores. Esa corporación observa con cierto temor –pánico, tal vez- cómo el sistema impuesto por la dictadura militar a sangre y fuego ha comenzado a desmoronarse, o al menos, a tambalear seriamente.
En un acto rayano en la desesperación tanto como en el ridículo público, el ex OEA salió a disparar a la bandada, aunque, para ser precisos y certeros, cumplió sin vacilar su rol de obsecuente empleado de las grandes transnacionales y, en la política cotidiana y local, de agradecido socio menor de Pablo Longueira, la UDI y Casa Piedra. Él, mejor que nadie, sabe y es consciente de que la Concertación (hoy Nueva Mayoría) cumplió a cabalidad el compromiso contraído con los sectores pinochetistas los años 1988-89-90, cual fue “darle al sistema económico de salvaje acción contra Chile y su gente, un ropaje de democracia…también “en la medida de lo posible”.
Los favores políticos que el señor Longueira hizo a la Concertación años ha, no salvaron a la democracia ni mucho menos, ya que ella –en términos ortodoxos- aun no existe en nuestro país. Sólo rescataron a tiempo un neoliberalismo profundo cuyo intento más serio no es asentarse en Chile (y en el mundo occidental) como sistema sino, más bien, transformarse en una especie de civilización, tal cual lo explicara el periodista español Vicente Verdú.
Longueira coadyuvó con eficacia a Ricardo Lagos y al duopolio para ‘salvar’ el modelo, favor que el propio Pablito cobró (a nombre de las transnacionales) mediante la entrega del los excedentes del cobre a manos privadas, al igual que el mar chileno, la ley de pesca, y otras maravillas “para ir en beneficio de la gente”.
El viejo tango ‘Mano a mano’, compuesto por Razzano y Gardel, en una de las estrofas escritas por Celedonio Flores, reza: “los favores recibidos creo habértelos pagado”, y es lo que algunos dirigentes de la ex Concertación les dicen a los de tiendas ex pinochetistas, como la UDI y parte gruesa de RN. Claro que en ese mismo tango la letra continúa: “y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado, a la cuenta del otario que tenés, se la cargás”. En este caso, el ’otario’ no es otro que la cofradía formada por la CPC, SOFOFA y SQM.
En tales idas y venidas, Insulza se permite amenazar al público advirtiéndole –cuestión que a ciertos quintacolumnistas insertos en la Nueva Mayoría les encanta- cuán posible es una intervención militar totalitaria si la “indignación popular” insiste en cambiar el sistema, o gran parte de él. Lo anterior incluye las críticas a los parlamentarios, ministros de estado, presidenta y dirigentes de partidos, ya que según Insulza ello también atenta contra la democracia, la dignidad de Chile y de sus líderes.
“Con todas sus limitaciones, la política chilena no es corrupta”, escribió el ex OEA. Pese a ser consciente de cuál es la verdadera opinión de la ciudadanía al respecto, dirigentes como el que ha convocado estas líneas insisten en negar sus responsabilidades en la actual situación de desmérito y descrédito de la política nacional, endilgándole a la gente, a las organizaciones sociales y a algunos comunicadores la culpa de la mala vibra y peor realidad que distingue al accionar público y administrativo de la nación.
Esos individuos, con Insulza a la cabeza, olvidan que en el pre golpe de 1973 muchos de ellos fueron quienes abandonaron a Salvador Allende impetrando cambios más revolucionarios, más profundos, aislando al gobierno y dejándolo sin oxígeno para llegar a acuerdos válidos con los sediciosos dirigentes de la CODE, confederación, corporación o central conformada por derechistas y democristianos el año 1972, precursora e impulsora del golpe de estado.
Entre esos revolucionarios excedidos, estaba el joven MAPU José Miguel… pero ahora, convenientemente, olvida su pasado. Sin embargo, no es un hombre sin cultura ni carencia de formación política, por lo que debe conocer muy bien la frase de Carlos Marx, quien en su obra “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” escribió: “la Historia se repite primero como tragedia y después como comedia”. El accionar de varios individuos que hoy fungen de líderes en la Nueva Mayoría terminó siendo para la UP una tragedia (en especial para el sobrio y demócrata Allende). Hoy, esos mismos individuos son los actores de una infumable comedia, la que interpretan a diario la Nueva Mayoría y el propio gobierno de Michelle Bachelet, con payasos importantes, como el ex OEA.
Todo ello, todo lo relatado en estas líneas, al menos a quienes en la ciudadanía cuentan con buena memoria y con más de medio siglo de vida, ya los ha “colmatado”.