Noviembre 20, 2024

La derecha le tuerce el brazo al progreso latinoamericano

EN TODOS ESTOS países donde se creía que habían elegido un camino seguro tras largos años de lucha, se mezclaron de un momento a otro los derechistas confesos, izquierdistas soñadores, neofascistas al estilo europeo, indígenas manejadas por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), demócratas desilusionados, políticos oportunistas e inclusive la gente que salió de la pobreza gracias a los programas públicos de asistencia social gritando al unísono “¡Fuera Correa!” “¡Fuera Maduro!” “¡Fuera Cristina!” “¡Fuera Dilma!” “¡Fuera Morales, Fuera!” “¡Qué se vayan todos!”.

 

 

Al observar el odio que mostraban sus participantes hacia los líderes que se atrevieron a desafiar la hegemonía de Washington y tratar de enrumbar a sus países hacia un camino diferente y alternativo al neoliberalismo, uno se pregunta sobre este fenómeno social y cómo se logró articular los movimientos de descontento prácticamente simultáneos en estos cinco países y qué poder estaba detrás de la ola de violencia y protesta en Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil. En realidad es producto de una incansable labor de los medios de comunicación globalizados internacionales al servicio de Norteamérica y sus socios menores los oligarcas nacionales.

 

En toda América Latina el grueso de los medios de comunicación está actuando como un partido político de oposición tratando de desorientar, confundir, distraer, desinformar a la opinión pública justificando siempre el proceso de idiotización de la población que crece día a día.

 

Lo interesante es que la intensidad de este método de presión depende de la cantidad de recursos naturales y en especial de hidrocarburos que poseen los países que son señalados por la mano no tan invisible de Washington y del grado de desobediencia que muestran sus líderes hacia la única superpotencia en el mundo. Analizando el proceso de descontento “popular” en Argentina donde el kirchnerismo perdió las recientes elecciones presidenciales, en Venezuela que resultó en la derrota del chavismo en la Asamblea Nacional y actualmente los intentos de intensificación de la protesta en Bolivia, Brasil y Ecuador, podría confirmar este planteamiento.

 

La mayoría de estos países poseen enormes recursos energéticos. Las reservas confirmadas de petróleo en Venezuela, que alcanzan 297 mil millones de barriles frente a 268 mil millones en Arabia Saudita y las no confirmadas de unos 600 mil millones de barriles convierten a este país en una presa anhelada por todas las transnacionales y en especial por las estadounidenses que sueñan con poseerlas del todo. El reciente descubrimiento de yacimientos de petróleo en agua marina frente a la ciudad Angra dos Reis en Brasil y que alcanzan casi 100 mil millones de barriles, se considera en el país carioca como “un regalo de Dios” y coloca a la nación en el noveno lugar en el mundo en este rubro. Bolivia ocupa el décimo primer lugar a nivel mundial por sus reservas de gas que llegan a 0,74 millones de millones de metros cúbicos. Ecuador posee cerca de siete mil millones de barriles de petróleo y Argentina casi tres mil millones, agregando sus 400 mil millones de metros cúbicos de gas.

 

Sin embargo, la brusca caída de los precios del petróleo en los mercados internacionales y en general de todas las materias primas, ha sido un duro golpe para las economías de Argentina, Venezuela, Brasil, Ecuador y Bolivia orientadas a la extracción. Su población se quedó confundida por la guerra mediática contra los gobiernos de los países en cuestión que fueron señalados por los medios como ineptos, corruptos y débiles, incapaces ya de responder a los intereses de sus habitantes y solucionar sus frustraciones. Simultáneamente se intensificó el proceso de despolitización y desideologización de la sociedad frente a la indecisión y al descuido de los gobiernos absortos en cómo salir de la crisis económica y financiera.

 

Aquel momento del creciente descontento fue hábilmente usado por la derecha, tanto en Argentina como Venezuela. El candidato ultraderechista argentino Mauricio Macri lanzó la idea de la necesidad de “cambio” en el país, hábilmente promovida en el 2014-2015 por sus especialistas en mercadotecnia quienes, con el apoyo incondicional del Grupo mediático Clarín, lograron convencer a los votantes que Macri era el candidato que necesitaba el país. Y Argentina consiguió a su nuevo presidente olvidándose de su prontuario y decenas de juicios contra él en la ciudad de Buenos Aires, tampoco le importó su fama de autoritario y de pocos escrúpulos. Así, en un mes Argentina se convirtió en un país diferente donde según la revista Noticias “nació un nuevo relato. El presidente perfecto”.

 

Esto significa, la concentración del poder por el presidente a costo del Congreso y formando una alianza entre el Grupo Clarín, el partido de Macri Podemos y el Poder Judicial. El actual presidente del Banco de la Nación, Carlos Melconian, anunció hace poco el rumbo que tomará el país, afirmando que “con este nivel de salarios, Argentina es inviable: sólo vamos a crecer bajándoles a los trabajadores un 40 por ciento de ingresos y la única forma de negociar una baja real con estos sindicatos, es llegar a un desempleo superior al 15 por ciento”. Al dejar el poder Cristina Kirchner el desempleo era del 6.6 por ciento. El paso de Mauricio Macri ya se siente pues hay más de 10.000 despidos en el sector público, para febrero ya están anunciados aumentos de tarifas de gas y luz en 200 por ciento, los canales de televisión ya no transmiten noticias sobre la violencia, la palabra devaluación quedó minimizada, la palabra ajuste se convirtió en “sinceros aumentos para corregir la herencia recibida”.

 

El presidente está gobernando por decretos cerrando programas de radio y televisión críticos al gobierno e informando a la ciudadanía que la policía tiene derecho de pedirles documentos en cualquier circunstancia y lugar. Los ministros, a la vez, están creando las condiciones para las transnacionales. El hombre de Shell, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, hizo eliminar la regulación de la actividad petrolera. El de Cultura, Pablo Avelluto, dio un golpe de gracia a las casas editoras nacionales ordenando apertura sin restricciones a la importación de libros. La represión en todo el país está tomando fuerza, lo que confirma la detención de la fundadora del movimiento Tupac Amaru y dirigente de la red de organizaciones sociales en Jujuy, Milagro Sala. Frente a todos los cambios, al estilo kafkiano y la época de los gobiernos militares, que se vienen produciendo en el país, parece que la misma madre naturaleza empieza a revelarse, siete provincias están sufriendo el peor ataque de langostas en los últimos 50 años lo que está afectando los cultivos y campos de pastoreo de más de 700.000 hectáreas.

 

En Venezuela, la oposición que ganó la mayoría calificada en la Asamblea Nacional, empezó su labor el 5 de enero pasado con gran torpeza. Su presidente Henry Ramos Allup anunció ese día que su labor sería “deconstruir la revolución bolivariana” con el apoyo del Tribunal Supremo de Justicia y para empezar ordenó de inmediato sacar los retratos de Simón Bolívar y Hugo Chávez de la Asamblea Nacional. Enceguecido por el triunfo electoral hizo mal cálculo respecto al pensamiento del pueblo que sigue en su mayoría chavista y no quiere cambiar de República, la respuesta no se hizo esperar y salieron multitudinariamente a la calles a protestar por la medida, apoyados por todos los estamentos, entre ellos las fuerzas armadas. En realidad, su voto no significó la adhesión a la oposición, sino una llamada de atención a las autoridades que hay que poner orden en casa y terminar con el desabastecimiento, la especulación y el acaparamiento de los artículos de primera necesidad.

 

Hace poco la economista venezolana, Pascualina Curcio, publicó un estudio titulado “Desabastecimiento e Inflación en Venezuela” donde prueba que el origen del problema se debe a una lucha política. “No es por la disminución de la producción. Se han entregado las divisas al sector importador para todos los rubros, sobre todo alimentos y medicamentos y sin embargo persiste la escasez”. Para la especialista, la razón principal consiste en el acaparamiento de bienes de primera necesidad cuya producción y distribución está a cargo de monopolios y oligopolios. En este contexto los intereses políticos que buscan la desestabilización del país superan los intereses de maximizar los beneficios”. En condiciones cuando la oposición, desde los tiempos de Hugo Chávez, siempre rechaza el diálogo con el gobierno lo que queda al poder ejecutivo es acudir al pueblo formando comités populares, Asamblea Popular y hacer guerra a la burocracia y a la corrupción que están corroyendo la República, elemento utilizado por los promotores de la guerra mediática.

 

En Ecuador el fenómeno de protesta es realmente ilógico, allí la tasa de desempleo es la más baja en la región: 4,7 por ciento y donde durante nueve años de Revolución Ciudadana se ha formado una sólida clase media. Ahora, como por arte de magia esta clase media se convirtió en acérrimo enemigo de Rafael Correa quien desilusionado por el rechazo, o tal vez recordando la vergüenza ecuatoriana de lo que le pasó en 1912 a su paisano el presidente constitucional Eloy Alfaro, el más grande benefactor del país, quien fue linchado y arrastrado su cadáver por su propio pueblo, ya anunció su retiro de la política al terminar su mandato en 2017.

 

Hasta los artistas que han sido beneficiados por el actual gobierno se convirtieron en iracundos enemigos del “correísmo”. Azuzados por la derecha se olvidaron de repente de la crisis de 1999 cuando el gobierno declaró el feriado bancario que empobreció a millones de ecuatorianos y a otros millones los expulsó de la patria.

 

Precisamente con Rafael Correa, que asumió la presidencia en 2007, se consolidó la economía nacional dando prioridad al ser humano y no al capital. Con Correa fue recuperada su soberanía y el orgullo nacional pues en Ecuador imperaba Estados Unidos y la CIA hacía tabla raza de sus leyes. También los 200 centros de investigación sirven de testimonio de los logros de la Revolución Ciudadana. Tal vez en algún momento de lucidez el pueblo gritará: ¡Los Golpistas no Pasarán!

 

El despertar de la oposición llena de izquierdistas y derechistas formando una ensalada política, hace peligrar el sistema de Buen Vivir de Evo Morales. El proceso de transformaciones políticas, económicas, culturales y sociales que inició Evo Morales hace 10 años convirtieron a la paupérrima Bolivia neoliberal en un proyecto nacional popular, lo que la guerra mediática contra Evo Morales trata de ocultar. Por supuesto, el intento de Evo Morales de quedarse en el poder hasta después de 2020 puede ser cuestionable pero no se resuelve con violencia sino con el referéndum que tendrá lugar el próximo 21 de febrero. Y el “No a Evo” como están vociferando los izquierdistas no necesariamente significa el “Sí a la Revolución Socialista”.

 

En Brasil, las protestas exigiendo juicio político a la presidenta Dilma Rousseff por la corrupción en Petrobras, también tienen carácter político y donde los intereses norteamericanos coinciden con los de la oligarquía nacional que quiere la privatización de Petrobras, es decir, tomar el control de 100 mil millones de barriles de petróleo localizados frente a las costas de Rio de Janeiro por parte de la Shell, BP y Chevron. No hay que olvidar que después del descubrimiento de petróleo frente a la ciudad Angros des Reis, los buques de la IV Flota se desplazaron inmediatamente a la zona donde se calcula hay posiblemente otros 100 mil millones de petróleo. Fue precisamente aquel descubrimiento que motivó una campaña de protesta contra el gobierno de Dilma Rousseff para sacarla del poder y entregar la presidencia a Aécio Neves, el Mauricio Macri brasileño.

 

La actual arremetida de la derecha neoliberal contra todas las manifestaciones, aunque incipientes, del socialismo, democracia, populismo y nacionalismo en Latinoamérica es parte de lo que los globalizadores “iluminados” llaman “Golpe Blando”, “Revolución de Colores”, “Guerra de Cuarta Generación”. Y quién sabe cuántos métodos más están en proyectos de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana (NSA, por sus siglas en inglés) que está vigilando día y noche los recursos energéticos de cada país y determina la fecha y la magnitud de protestas, disturbios o supuestas revoluciones para cada país cuyos recursos energéticos representan “interés para la seguridad nacional de EEUU”. Para lograr este propósito y confundir la opinión pública se utiliza un sistema sofisticado de engaño y desinformación.

 

Por algo decía Mark Twain que “es más fácil engañar a la gente que convencerla de que ha sido engañada”.

 

 

*Periodista peruana que laboró durante años en el diario hispano La Prensa, en Nueva York. Reside actualmente en Rusia donde escribe para varios medios y agencias de prensa.

 

 

 

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