Noviembre 14, 2024

Censura presidencial y el chancho mal pelado

¿A quién se le habrá ocurrido descremar a los periodistas que cubren las actividades de la presidenta Bachelet para evitar, casi sin necesidad,  las únicas preguntas que tienen algún sentido, las que incomodan, las que buscan saber, las que provocan y finalmente, aunque no siempre, generan el conocimiento real de lo que parece que no pasa pero que sí pasa?

 

 

No existen muchas opciones.

 

O fueron los asesores presidenciales que viven un par de metros por sobre la realidad, intentando acomodar los porfiados hechos a sus propios deseos, necesidades e intereses, y que lo último que quieren es otro desaguisado levantado por la prensa ávida de las torpezas oficiales que ya parecen acostumbrar al respetable público, del mismo modo que los temblores y tragedias. 

 

O, no habría más opciones, habrá sido una disposición de la propia Jefa de Estado, aburrida del trato que le dan los medios, en una abrumadora proporción en manos de la derecha, y que no dejan pasar caída de sus retoños, en versión política y carnal, y sus números de las encuestas para darle como bombo en fiesta.

 

Pensándolo bien, un año completo de desatinos, desaciertos, errores, torpezas y chamullos debe ser bastante difícil de encarar, así sea que se tenga el temple de una hija de soldado. Y ese año, negro como la noche, parece no terminar si se considera las formalizaciones que ya se atisban.

 

Todo lo anterior en medio de una sopa de corrupción de rasgos astronómicos en la que el que no ha sido habido aún, será porque robó con cierta pericia. De tal mayúscula proporción es la debacle, que, doble contra sencillo, luego tendremos novedades de borrones y cuentas nuevas, de arreglines y acomodos echando mano a las consabidas y cinematográficas razones de Estado.

 

El sistema está herido pero aún mantiene sus medios para sobrevivir incluso en condiciones de mucho más riesgo.

 

De hecho, el mundo sigue su curso como si por aquí no hubiera pasado nada.

 

Lo que debería resultar un insulto para la decencia, que los mismos políticos pillados en fraudes y cohechos, sigan como si nada paseándose como Pedro por su casa, y más encima haciendo leyes que más tarde o más temprano van a afectar a aquellos mismos que estafaron con sus mentiras y negociados, resulta una parte más del paisaje cotidiano del paisito.

 

Es que esta larga y angosta faja se acostumbró a vivir agraviado hasta la médula sin decir mucho más que lo que dicen los disconformes, rebeldes, resentidos, apurones y exigentes de siempre.

 

Sin ir mucho más lejos, la mera existencia y reinado de la Constitución pinochetista que debería ser un insulto cotidiano, lo es aunque no parezca; la libertad que gozan los fachos que sostuvieron la dictadura, una afrenta  permanente para las víctimas y sus familiares; los cómplices de crímenes atroces y que se travistieron en políticos de apariencia decente;  la patudez deslumbrante de los golpistas y corruptos al decir atinado del diputado Teillier, que dan clases de democracia afirmados en amenazas permanentes, configuran la idea de un país que cojea de una o varias patas.

 

Habla de un país trasminado de pinochetismo en estado puro.

 

Y este país enfermo de dictadura hasta el día de hoy, acude sin asombro a la conducta de la censura presidencial tan torpe, como vergonzosa. Un pelo más a la leche.

 

¿Quo vadis, chilito? No se sabe.

 

Se podrá sospechar que se fraguan día a día las condiciones que en otras latitudes han detonado asonadas populares de consecuencias impensadas cuando la cosa pasa de castaño a oscuro.

 

Bajos precios de las materias primas que el Estado casi regala, alzas del dólar, cesantía que ya se prevé, marginación de los más castigados por la economía, aumento, por lo tanto, de la delincuencia y sus secuelas, pauperización de vastas capas populares endeudas hasta el tuétano, aumento exponencial de jubilados con pensiones miserables, malabares legislativos que maquillan como derechos lo que no son sino rectificaciones del un mismo modelo.

 

Estos temas, de suyo peligrosos, ya se sabe, y que se le adjudican a la cabeza afiebrada de los que quieren el todo o nada, no van a ser abordados por la presidenta ahora que viajará solo con periodistas que solo dirán sí, yes o oui.

 

La realidad parece que sigue siendo un invento de los maldicientes y malpensantes.

 

Mientras, el chancho sigue peligrosamente mal pelado.

 

 

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