Ciudad de México.- En entrevista con Clarín.clVanya Rojas, directora del Museo Carrillo Gil, aborda los detalles logísticos de La exposición pendiente: “Dividimos el proyecto en tres secciones: los traslados, los seguros y el embalaje. En relación a los traslados, hoy en día, de acuerdo con la Legislación de cuidado al patrimonio, no te permiten llevar esta enorme cantidad de obras en un viaje -lo que sí ocurría en la época de Fernando Gamboa”. La responsable del proyecto explica: “Con la nueva Legislación de cuidado al patrimonio es imposible hacer el envío de tantas obras de arte en un vuelo, la logística fue enviar las piezas en siete viajes, trabajamos el tema del traslado de la obra durante tres semanas, salían dos vuelos cada semana de México a Chile -con un comisario que iba resguardando las piezas-, se llevaban entre 9 y 13 piezas por envío, eso incrementaba el presupuesto”. En septiembre de 1973, la diplomacia mexicana llevó 169 obras de arte a Chile; 42 años después la muestra incluye 76 piezas.
La exposición pendiente 1973-2015. Orozco, Rivera y Siqueirosregresó a Santiago en noviembre, según el primer corte de caja de Vanya Rojas: “En tres semanas desde su inauguración, entraron 15,000 personas, quiere decir que son 5,000 visitantes por semana, si tomamos en cuenta que el museo abre 6 días a la semana, son 800 personas diarias -en promedio-, es una muy buena cifra. Algunos medios chilenos publicaron esta cantidad de visitas, porque para ellos es trascendente”; por otra parte, adelanta que preparan la exposición de las 76 obras de arte en Colombia, Argentina y Perú, para cerrar la gira en el Museo Carrillo Gil de la Ciudad de México, el segundo semestre de 2017. Mientras tanto, estará en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile hasta el 21 de febrero. Clarín.clcubrió la noticia del posible retorno de la Colección Carrillo Gil desde el principio, en voz de dos protagonistas: Gonzalo Martínez Corbalá y Pascual Martínez Duarte.
MC.- Vanya, recuerdo que el poeta Rafael Vargas (agregado cultural de México en Chile) intentó llevar la Colección Carrillo Gil al Museo de Bellas Artes en septiembre de 2003, también hubo otro esfuerzo durante las administraciones de Felipe Calderón y Sebastián Piñera, ¿cuándo retomaste el proyecto de La exposición pendiente?
VR.- Entré a trabajar en el Museo Carrillo Gil hace cuatro años, mi primera consigna era llevar “La exposición pendiente” a Chile, lo intenté desde 2011, conversé con Roberto Farriol en Chile, él acababa de entrar como director del Museo Nacional de Bellas Artes, entramos al mismo tiempo a dirigir nuestros respectivos museos, nos reunimos a principios de 2012 con la idea de retomar todo lo que había hecho nuestro amigo Rafael Vargas; lamentablemente, por los problemas en los costos de los seguros y los traslados no pudimos cumplir el objetivo. Volvimos al tema en 2013 al iniciar la nueva administración del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el INBA puso sobre la mesa la posibilidad de realizar la exposición de forma generosa, incluso Rafa Vargas me ayudó mucho en la negociación con las autoridades y ante la Fundación Fernando Gamboa, se nos volvió a caer porque la voluntad del gobierno chileno no fue tan buena, no tenían los fondos necesarios. Finalmente, gracias a las gestiones de Otto Granados (embajador de México en Chile), él encontró las alternativas económicas para llevar a cabo la exposición; la verdad es que las administraciones anteriores y los agregados culturales de México, comenzando por Rafael Vargas, ya habían explorado el tema, tenían materiales muy estudiados y definidos, como la mayoría de las cartas que publicamos en el catálogo, que provienen del archivo histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, de la Fundación Fernando Gamboa y de coleccionistas particulares, eso lo teníamos muy avanzado cuando arrancamos con el proyecto en 2015, evidentemente contamos con el apoyo de empresas privadas para llevar a cabo la exposición, a partir del 19 de noviembre inauguramos una parte de la Colección Carrillo Gil en Santiago de Chile.
MC.- Entiendo que los problemas logísticos consistían en financiar el costo de los seguros y la imposibilidad de sacar del país más de 100 obras de arte…
VR.- Los seguros tienen un costo muy alto, lo más costoso de la exposición fue su logística, dividimos el proyecto en tres secciones: los traslados, los seguros y el embalaje. En relación a los traslados, hoy en día, de acuerdo con la “Legislación de cuidado al patrimonio”, no te permiten llevar esta enorme cantidad de obras en un viaje -lo que sí ocurría en la época de Fernando Gamboa, o cuando trajeron las piezas de vuelta en 1973, en una crisis muy compleja, en medio del golpe de Estado, no se iban a poner a meditar en cuántos viajes sacarían las obras de Chile-; no te voy a decir que a partir de esta exposición cambió la legislatura, pero creo que ejemplos como este son tan claros del cuidado del patrimonio y el riesgo que corre el acervo cultural al trasladarlo. Con la nueva Legislación de cuidado al patrimonio es imposible hacer el envío de tantas obras de arte en un vuelo, la logística fue enviar las piezas en siete embarques, trabajamos el tema del traslado de la obra durante tres semanas, salían dos vuelos cada semana de México a Chile -con un comisario que iba resguardando las piezas-, se llevaban entre 9 y 13 piezas por envío, eso incrementaba el presupuesto -evidentemente tienes que pagar la estadía de cada comisario mexicano en Chile-, además las obras tenían que descansar 24 horas después del vuelo de 8 horas al Aeropuerto de Pudahuel, hay protocolos muy precisos, sobre todo cuando son obras protegidas por la legislación de cuidado al patrimonio, toda la obra que se envió en 1973 y en 2015 tienen la declaratoria de monumento histórico, son cuadros de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. No había obras con las que pudiéramos ser más flexibles.
MC.- ¿Cómo resolvieron la liquidación de los seguros?
VR.- Al ser los tres grandes muralistas los seguros eran muy costosos, tuvimos que echar mano de la empresa privada para que nos apoyaran en el proyecto, como verás en el catálogo son empresas que tienen una relación muy estrecha entre México y Chile, porque la exposición se llevó a cabo gracias al programa Fondo de Cooperación México-Chile, en 2015 se cumplieron los 25 años de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre México y Chile, fue un factor importante en la coyuntura para llevar la exposición a Chile.
MC.- ¿Por qué no hicieron el anuncio durante la visita oficial de Bachelet a México?, el diario “El Universal” publicó que Bachelet inauguraría la exposición, pero en México…
VR.- Creo que lo dijeron muy mal, incluso Vanesa Rubio (Subsecretaria de América Latina y el Caribe) fue la única que hizo el anuncio de manera clara, de hecho, cuando viene la presidenta Bachelet a México, en agosto de 2015, le presentaron este proyecto para conmemorar el 25 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Chile, ambos mandatarios tenían muy claro que era el proyecto más importante en el sentido cultural para conmemorar las relaciones diplomáticas de nuestros países; creo que el medio (El Universal) no lo supo interpretar bien, si tú buscas el diarioReforma encontrarás la nota con el anuncio de Vanesa Rubio, entonces Subsecretaria de América Latina y el Caribe de la Cancillería.
MC.- ¿Cuándo tendremos las cifras de los visitantes del Museo de Bellas Artes?, para saber si todavía se mantiene el interés por ver una exposición que tardó 42 años en ser inaugurada…
VR.- Hay un primer corte, en tres semanas desde su inauguración, entraron 15,000 personas, quiere decir que son 5,000 visitantes por semana, si tomamos en cuenta que el museo abre 6 días a la semana, son 800 personas diarias -en promedio-, es una muy buena cifra. Algunos medios chilenos publicaron esta cantidad de visitas, porque para ellos es trascendente.
MC.- ¿Llevaron 164 piezas en 1973?
VR.-Originalmente eran 169 piezas.
MC.- ¿Cuántas piezas llevaron en 2015?
VR.- 76
MC.- ¿Cuántas están reproducidas en el catálogo?
VR.- Las 76 piezas están reproducidas en el catálogo. La idea al editar el catálogo no era hablar exclusivamente del golpe de Estado de 1973, me parece absurdo y pretencioso que México le cuente a los chilenos su historia, teníamos muy claro ese precepto, queríamos contar esta microhistoria que ocurría en medio del caos y la tragedia del golpe de Estado; México tenía un papel trascendental en este momento, aunque nos enfocamos en la parte de la Colección Carrillo Gil, al mismo tiempo había una repercusión mayor que era el exilio chileno que llegó a México, encadenado a la microhistoria después se desarrolla una historia mucho más grande que es el exilio chileno en México, decenas de chilenos vivieron en la residencia de la embajada de México, y so pretexto que se estaban trayendo las 169 piezas llegaron varios aviones a Chile y recogieron a los refugiados hasta que el último avión trae la colección.
MC.- ¿Quiénes escribieron las historias para el catálogo?, ¿cómo dividieron los capítulos?
VR.- Hay textos del embajador Otto Granados, de Roberto Farriol, y el mío. Aquí trabajamos la investigación con Carlos Palacios (curador de la colección del museo), desde 2011 trabajamos en conjunto, tenemos muy claro el proyecto, evidentemente compartimos la investigación con Ibari Ortega -ella aportó mucho, también fue curadora del museo-, y con la Fundación Fernando Gamboa.
MC.- Y sus famosos audios…
VR.- Los famosos audios de Fernando Gamboa, dos grabaciones en especial: el primero que va relatando el inicio del proyecto y su viaje a Chile, el segundo audio es la crónica con los detalles del golpe de Estado, los audios arrojaron datos muy importantes; y el propio relato del embajador Gonzalo Martínez Corbalá. Tratamos de hacer una cocuraduría, México aportó la investigación que teníamos en los archivos de la Cancillería y en la prensa de la época; en el caso de Chile, a través de Mónica Cortés, la curadora en jefe del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, y con el apoyo de Bruno Salas, él dio un giro a la parte audiovisual, ¿conoces a Bruno?
MC.- Sí, lo conocí por el documentalista y escritor Diego del Pozo, sé que Bruno viajó a México el año pasado para avanzar en su documental
VR.- Bruno trabajó en la embajada de México, comenzó su investigación con Juan Manuel Santín -había sido agregado cultural de México en Chile-, con él hicimos un primer acercamiento durante el gobierno de Piñera; Bruno y Juan Manuel nos enviaban correos desde allá, luego transformó su investigación en un documental. También acudimos a dos expertos: Esther Acevedo -hizo una aportación para el catálogo- y Justo Pastor Mellado, uno de los investigadores y curadores más importantes de Chile.
MC.- El catálogo no está a la venta en México, ¿cuándo podemos ver la curaduría de las 76 piezas en México?, ¿piensan montar la exposición en nuestro país?
VR.- Estará expuesta en el Museo Carrillo Gil de la ciudad de México a partir del segundo semestre de 2017.
MC.- ¿Cuándo desmontarán la exposición del Museo del Parque Forestal?
VR.- Si mal no recuerdo, el 21 de febrero. Por cuestiones de protocolos de conservación, podemos tener la exposición en Santiago de Chile durante tres meses. Estamos programando la exposición en México hasta el segundo semestre de 2017 porque hay algunos países, en Sudamérica, que han solicitado la Colección Carrillo Gil.
MC.- ¿Colombia?, por los problemas de la Exposición Carrillo Gil en el “bogotazo”
VR.- Tenemos los proyectos de Colombia, Argentina y Perú.
MC.- ¿Serían las mismas 76 piezas?
VR.- Sí.
MC.- El diplomático Pascual Martínez me dijo que el proyecto original incluía la exposición de libros y artesanías, ¿qué tipos de materiales complementarios conservan?
VR.- Te muestro el afiche de 1973, dice: “Exposición de pintura, libros y artesanías de México”. Era el perfil de Fernando Gamboa: mostrar distintos trabajos artísticos de México. Los libros de la exposición se perdieron.
MC.- Estoy interesado en los catálogos originales de 1973, ¿cuántos ejemplares sobrevivieron?
VR.- Los dos catálogos se imprimieron en Chile, los dos pertenecen a nuestro acervo. El primer librito tiene las piezas más representativas de la exposición y el segundo es una especie de fólder, en la carpeta vienen sueltas 12 piezas, en formato de postales.
MC.- Los dos libritos originales publicaron un prólogo de Pablo Neruda, ¿por qué excluyeron el texto de Neruda en el catálogo de 2015?, ¿tuvieron problemas con el copyright?
VR.- No, de ninguna manera tuvimos problemas con los derechos de autor, creo que no se lo plantearon así en la parte curatorial. Pasaremos tu mensaje que me parece una muy buena observación y crítica, tampoco podemos dejar de lado que tú eres un apasionado de Neruda, y en la exposición están desplegados ambos catálogos. Logramos conseguir tres ejemplares de cada catálogo de 1973 y la gente puede ver “en vivo” el texto de Pablo Neruda.
MC.- ¿Tienen fotografías del montaje original de 1973?
VR.- No, tenemos un plano de puño y letra de Fernando Gamboa con la distribución de las piezas, evidentemente montaron más piezas en 1973, pero seguimos la misma dinámica, trabajamos con los museógrafos para darle la misma trayectoria a la exposición. No se conservan fotos porque nunca se cortó el listón de la inauguración, en la actualidad hacemos registros fotográficos desde que estamos montando la exposición.
MC.- Finalmente, ¿a quién invitaron para la inauguración?, además del protocolo, pienso en chilenos del exilio, funcionarios de México en Chile de la época, familiares y amigos de Neruda…
VR.- Fue una inauguración que superó nuestras expectativas, al ser un evento esperado durante 42 años, se dieron cita todas las autoridades de la DIBAM (equivalente al CONACULTA), distintos diplomáticos: el embajador de Cuba, los agregados culturales de Bolivia y Perú; la Cancillería extendió 60 invitaciones, en el caso del ingeniero Gonzalo Martínez Corbalá no pudo viajar. Asistieron personas vinculadas al medio artístico, al acercarse a nosotros, recordaban que había existido la exposición, que era una especie de mito, tenían muy presente el exilio, la angustia y el dolor del golpe de Estado, pero al mismo tiempo tenían un sentimiento de reconciliación con su pasado y de agradecimiento con México.