Septiembre 20, 2024

Padres e hijos, hijos y padres

Cuando digo padres digo también madres y cuando digo hijos digo también hijas.

¿Son los padres o las madres “responsables” de las conductas delictuales o antiéticas de sus hijos mayores de edad? ¿Son los hijos mayores responsables de ese tipo de conductas de sus padres o madres?

 

 

Es bueno preguntarse aquello a propósito del apretón ético casi irrespirable que asfixia al actual Presidente de la DC. Y a otras personas.

Creo que sí, en la misma medida en que estos parientes no se sancionen entre ellos en las esferas personales, o familiares, o públicas y en ellas, en las esferas judiciales. Cuando digo públicas digo también políticas. En primer lugar políticas. La ética en las entidades políticas, militares y religiosas debe ser más exigente, en la misma medida en que sus normas y acciones nos afectan a muchos o a todos.

La responsabilidad ética en padres, madres e hijos con respecto a sus familiares inmediatos es una cuestión de ética natural, de esa que se deriva de la necesaria autoprotección de la comunidad de la especie. De otra manera el familiar directo aparece como “protector” de su pariente y, en el fondo, como “socio” pasivo o activo de él.

No es suficiente que un padre, una madre o un hijo mayor afirmen que nada sabían de la conducta irregular de su hijo o de su padre según el caso; deben condenar esa conducta frente al colectivo, y sancionarla.

Es muy fuerte el lazo (irrompible, indestructible, aunque haya devenido en lejano con los avatares de la vida) que se establece entre un hijo y un padre (por razones naturales) y, entonces, se deduce que allí no cabe la indiferencia, el mirar para el lado o para arriba, el esperar que falle tal o cual tribunal, el me da igual, o el me da igual que a cualquier otra persona.

Por ello incluso hay, y desde hace algún tiempo en el plano legal, eso de “conflicto de interés”,  que impide participar en una operación a una autoridad con parentesco cercano a otra que podría beneficiarse. No es cuestión de mal pensamiento. Es asunto de básico interés comunitario.

Es lo que tenía y tiene, a mi juicio, que considerar el Presidente de la DC.

Y por cierto lo que tenía que haber considerado, y tiene, Michelle Bachelet, primero que nadie.

También hoy la dupla Ominami-MEO.

Y hasta la dupla Boric hijo-Boric papá, porque a Boric papá lo están acusando en Punta Arenas de repetir allí algo muy similar a lo que se hizo en el Caso Caval.

Y el cariño entrañable entre parientes no tiene por qué disminuir. Puede incluso acrecentarse,  más allá de que en la vida hay obligaciones comunitarias que se han pactado, sin palabras, desde las primeras organizaciones humanas.

De no privilegiarse, en Chile, el bien común en este tipo de relaciones, estaremos en frente de otra arista mafiosa.

Se sumaría a la de la brutal concentración de la riqueza y el poder, propia además del capitalismo planetario.

A la de las estafas hechas en las Fuerzas Armadas, privilegiadas con respecto a instituciones de otros funcionarios públicos.

A los escándalos de una iglesia que ya parece ser una organización mafiosa destinada a delinquir.

A lo de las farmacias, a lo de los pollos, a lo del papel confort, a lo…

A lo de Penta, a lo de Soquimich, a lo de Caval.

A lo de los depósitos bancarios ocultos en Suiza o en las Islas Vírgenes

A lo de las tres grandes sociedades “anónimas” del negocio del fútbol (Colo Colo, la UC y la “U”), que pusieron a Jadue en la cabeza aparente del negocio, para que operara como se opera también a nivel planetario, con la FIFA.

A lo de los políticos vendidos o sólo arrendados.

Feísima situación, que veíamos más propia de Sicilia, de Nápoles, de Moscú o del Vaticano.

 

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