El pasado sábado 14 de Noviembre, celebramos un año desde la declaratoria como Monumento Nacional, del Balneario Popular levantado durante el gobierno de Allende en Rocas de Santo Domingo.
Una de las primeras 40 medidas formuladas en el programa de la Unidad Popular, estableció el derecho al descanso de los trabajadores. Inmediatamentedespués de asumir el mando, el presidente encomendó a la Dirección de Equipamiento Comunitario del MINVU, la construcción de una red de balnearios populares en las mejores playas de Chile.
Bajo la dirección del arquitecto Renato Hernández esta misión se cumplió exitosamente y así fue como en el verano del año 1971, se inauguraron 18 balnearios en diferentes playas del país, con una cabida de 500 personas cada uno. Fue una obra hermosa, creativa, que materializó el derecho al descanso para miles de familias chilenas, muchas de las cuales confesaron que por primera vez en sus vidas conocieron el mar.
Inmediatamente después del golpe militar, las fuerzas armadas chilenas se apropiaron de todos estos balnearios. Dos de ellos, Ritoque y Puchuncaví, fueron habilitados como campos de concentración donde se confinó a numerosos presos políticos. El de Rocas de Santo Domingo fue destinado por Manuel Contreras como lugar para adiestrar en técnicas de exterminio y tortura, al personal militar integrado a la DINA.
Presos políticos detenidos en la zona de San Antonio, fueron verdaderos conejillos de India de estas siniestras prácticas. Más tarde, el Balneario pasó a ser sitio de veraneo del personal de la DINA y de la CNI. En 1982, la Municipalidad de Santo Domingo, con la complicidad del Conservador de Bienes Raíces de la zona, transfirió gratuitamente el Balneario a la CNI, operación ilegal ya que el terreno nunca le perteneció. Al extinguirse la CNI, el inmueble apareció transferido a la DINE, (Dirección Inteligencia Nacional del Ejército), situación que subsiste hasta nuestros días.
A partir del año 2002, los ex presos políticos sobrevivientes de la zona, comenzaron a organizarse exigiendo la restitución del Balneario.
Contribuyeron a sus luchas, las investigaciones del periodista Javier Rebolledo contenidas en su libro El despertar de los Cuervos, que sacaron a la luz, tantas acciones criminales encubiertas hasta entonces. Es probable que el conocimiento público de lo ocurrido en el lugar, haya movido al Ejército a demoler las cabañas a fines de 2012, repitiendo las prácticas de la dictadura en el sentido de hacer desaparecer los sitios utilizados como centros clandestinos de tortura.
Me resulta inconcebible tener que admitir tantas acciones inaceptables cometidas por las fuerzas armadas chilenas, tras 25 años del retorno a la democracia. Está claro que continúan vigentes los injustos privilegios concedidos por la dictadura. Se hicieron dueños ilegalmente de un importante patrimonio inmobiliario, que se permiten enajenarlo a vista y paciencia de los gobiernos de turno, del Parlamento y de la Contraloría.
Los compañeros de San Antonio solicitaron al Consejo de Monumentos Nacionales la declaratoria del Balneario como Monumento Nacional en la categoría de sitio histórico, solicitud acogida en Noviembre del año pasado y ratificada por la Ministra de Educación en Agosto de este año, mediante el Decreto respectivo publicada en el Diario Oficial, con lo cual se frustró la tentativa del Ejército de enajenar el terreno.
El primer aniversario de la declaración del sitio como Monumento Nacional, fue el motivo que nos congregó ayer, al aire libre, en las mismas puertas del Balneario, disfrutando de un enorme entusiasmo popular, así como del aire puro y de las suaves brisas marinas. Fue un acto modesto pero muy emotivo, celebrado en el marco de una nueva provocación, originada esta vez, por la decisión del Alcalde de Santo Domingo, de construir un edificio en dos pisos de altura, sin un destino claro, adosado directamente a la puerta principal del Balneario. Se trata de una obra hecha en la explanada que enfrenta al balneario, que es un bien nacional de uso público, por lo cual no puede ejecutarse sin un cambio de destino en el Plano Regulador y sin la autorización del Ministerio de Bienes Nacionales, que obviamente no ha concedido permiso alguno.
Es una nueva piedra en el camino que deberemos sortear, pero la ceremonia de ayer fue un muy buen augurio. Intervinieron varias personas, incluyendo a la presidenta de la Fundación por la Memoria de San Antonio, la infatigable Anita Becerra, presa política torturada en el lugar, un ex concejal y yo mismo. Además actuaron varios grupos folklóricos y una delicada bailarina de la zona.
Nuestro próximo paso es lograr que el Ejército transfiera gratuitamente el terreno a la Fundación por la Memoria de San Antonio, institución que se propone construir en el lugar un memorial recordando la dramática historia del lugar, que no tenemos derecho a olvidar. Pero también haremos del sitio un parque de la paz, donde hombres, mujeres y niños puedan disfrutar libremente en un entorno natural privilegiado.
No será el Ejército ni el alcalde de Santo Domingo, quienes nos impidan cumplir con esta necesaria recuperación de la memoria histórica.