La larga vida de Víctor Pey Casado ha estado marcada por grandes eventos del siglo XX. No como un distante observador, sino como protagonista de primera línea. Así como fue un combatiente republicano durante la guerra civil española, desde el inicio de su exilio en Chile, hacia la primer mitad del siglo pasado, mantuvo una cercana amistad con Salvador Allende como confidente y consejero, hasta sus últimos días en La Moneda. Pey, que es ingeniero, fue también constructor de infraestructura portuaria en Arica, cercano a Pablo Neruda desde que llegara en el mítico barco Winnipegy fue dueño del popular diario Clarín.
Nacido hace cien años, el 31 de agosto de 1915, la vida cotidiana de Víctor Pey transcurre con dedicación y trabajo. Cada mañana llega temprano a su oficina en Ñuñoa, actividad que mantiene con austeridad por años. Allí responde correos, lee los periódicos, sigue a través de Internet el curso de las corrientes políticas y el proceso de su última gran batalla: el juicio para obtener indemnización por la expropiación -en 1973- del diario Clarín.
A sus cien años no representa esa edad. No sólo por su aspecto físico, sino por su jovialidad, cordialidad y atención a los asuntos de la agenda pública. Desde su mirada centenaria y libertaria es sin duda un gran consejero en temas políticos, pero especialmente expresa aquella sabiduría ética propia de los grandes hombres, una visión y acción que ha quedado inscrita en tantos episodios de su vida. Es por ello que el 1º de septiembre la Universidad de Chile le otorgó la Medalla Rectoral, en reconocimiento a su trayectoria como defensor de los derechos humanos.
Víctor Pey Casado ha tenido una vida que ha rozado extremos históricos del conflicto político. Porque fue entre dos trances profundos, la guerra civil española y el golpe militar de 1973 en Chile, que desarrolló gran parte de su vida. En la curva del siglo de vida, las antiguas imágenes se suceden como un persistente presente, que relata con precisión y detalle. Pey recuerda fechas, eventos completos, nombres complejos que se resisten al paso del tiempo. Nacido en Madrid, pero catalán de adopción, tras el estallido de la guerra civil, con poco más de veinte años, combate en el frente de Huesca y participó más tarde en el gobierno republicano de Cataluña.
Con la caída de Barcelona, cruzó los Pirineos hacia Francia junto a millares de refugiados. Hoy, con una memoria portentosa, relata: “Atravesamos junto a mi hermano los Pirineos a pie, en invierno, con una brújula. Estuvimos tres noches hasta que llegamos a una cúspide y vimos luces encendidas. En el territorio español estaban todas las luces apagadas para evitar bombardeos. Así supimos que estábamos en territorio francés. Bajamos la montaña hasta una carretera y a los veinte minutos vino una patrulla de la policía rural. Nos tomaron prisioneros y nos llevaron a un campo de concentración en el sur de Francia. Salimos de España con una caja de azúcar en terrones y ese fue nuestro alimento durante la travesía. Nos trasladaron de ese campo a otro con miles de personas”.
VIAJERO DEL “WINNIPEG”
Si su vida ya había dado un giro, desde allí los cambios se sucedieron con más rapidez. Fue entonces cuando vio por primera vez a Pablo Neruda, a raíz del viaje para exiliados a Chile en el Winnipeg, el navío contratado por el gobierno de Pedro Aguirre Cerda para rescatar a ex combatientes y familias republicanas. “Neruda había sido cónsul de Chile en Barcelona durante la República. Hacia el final de la guerra dejó esos cargos. Es cuando viene la caída de Cataluña”.
El Winnipegllegó a Valparaíso en 1939. Pey, como ingeniero, se insertó con rapidez en el mundo laboral y académico chileno, para desarrollar desde entonces una exitosa carrera como constructor de infraestructura. Importantes puertos levantados durante el siglo pasado llevan su sello.
Libertario por convicción desde su juventud, Pey no militó en partidos pero simpatizó y mantuvo relaciones muy cercanas con la política y los movimientos de Izquierda. Tuvo múltiples y diversas amistades, entre las que destaca su privilegiada cercanía con Salvador Allende. Durante el gobierno de la Unidad Popular, Víctor Pey conversó prácticamente cada día con Allende. Por tanto, su visión del proceso y de la figura del presidente heroico es sin duda única. Es por ello que la Fundación Presidente Allende, de la cual es creador junto al abogado Joan Garcés, tiene por destino divulgar el legado del ex presidente.
ALLENDE Y NERUDA
Conoció a Salvador Allende durante los años 40 en tertulias políticas en casa de Aníbal Jara, director del diario La Hora. “ Escribí varios artículos para ese diario. El me pidió esas colaboraciones, que me pagó más que nada para ayudarme. Escribía sobre la guerra civil española, pero no sobre política chilena hasta que tuve la residencia. En esas tertulias me encontré con Salvador Allende y nos hicimos amigos”.
Con Neruda volvió a encontrarse ya entrados los años cincuenta tras la persecución de los militantes del Partido Comunista durante el gobierno de González Videla. El poeta y senador comunista, en la clandestinidad, pasó varias semanas con su mujer Delia del Carril, La Hormiguita, encerrado en un pequeño departamento que Pey tenía cerca de la Plaza Italia. Cada día, recuerda, le llevaba al vate un paquete con su colación de mediodía. Conociendo la sensualidad gastronómica de Neruda, Pey recuerda que las raciones las compraba en el Oriente, uno de los mejores restaurantes de entonces.
Después del refugio en el departamento de Plaza Italia, Neruda pasó por varios domicilios en espera del momento adecuado para fugarse del país. Tras algunos intentos fallidos, Víctor Pey nuevamente interviene. Un amigo suyo trabajaba en un aserradero en el sur de Chile colindante con la frontera con Argentina. Una operación montada entre él y otros colaboradores finalmente logró sacar al poeta a Argentina y desde allí a Francia. Tiempo más tarde apareció en París junto a Pablo Picasso en un congreso de intelectuales.
Sin duda que la incidencia de Víctor Pey en la vida política se hizo más intensa durante el gobierno de la Unidad Popular. En ese periodo Pey pasa a ser un visitante asiduo de La Moneda como consejero del presidente, pero también como propietario del diario más influyente de la época. La compra del diario Clarín, que vendía miles de ejemplares diarios y cuyos titulares hacían temblar a la oligarquía, lo colocaron como figura destacada en el proceso político más intenso y trágico de nuestra historia.
DUEÑO DEL “CLARÍN”
Conoció a Darío Sainte-Marie, fundador y primer dueño de Clarín, durante los años cincuenta y se acercó a él una década más tarde como asesor para la instalación de una nueva rotativa. Pero no es hasta los inicios del gobierno de Allende cuando Pey ingresa de lleno en el mundo periodístico.
“Yo iba continuamente al diario. Llegó un momento en que Sainte-Marie me dijo: ‘Me tengo que ir. Me tengo que ir afuera’. ¿Cuando? ‘Ahora, lo antes posible. Le vendo el diario a usted’”. ¿Qué había pasado? Sainte-Marie, como se sabe, tenía problemas afectivos que marcaron esta parte de su vida. Pese a todo su poder, no pudo resistirlos y decidió marcharse a España. La decisión de vender el diario a Víctor Pey en un bajo precio aseguraba que Clarínno perdería su línea editorial. “Yo no cambié a ninguna persona, mantuve la misma línea. Entre Arellano y Alberto Gamboa hacían los titulares; en tanto yo mejoré la empresa en equipos y gestión”.
Cada noche, relata, me iba desde Clarína La Moneda con los primeros ejemplares de la mañana siguiente. Allí se reunía con el presidente y sus asesores, entre ellos Joan Garcés, con quien mantiene una firme amistad hasta hoy. Los fines de semana visitaba a Allende en El Cañaveral, donde compartía con su entorno más cercano.
Tras el golpe, Víctor Pey, como amigo de Salvador Allende, fue perseguido por la Junta Militar. Partió al exilio y regresó años más tarde, durante los 90. Su primera actividad, a la que ahora dedica gran parte de su vida, fue tratar de recuperar el expropiado diario Clarín. Pese al fin de la dictadura, los posteriores gobiernos, por motivos jamás confesados, no han aceptado devolver el valor del periódico a su dueño.
Una larga historia se ha ido escribiendo en los tribunales internacionales, en los cuales después de innumerables batallas, Pey ha comenzado a obtener justicia. El tribunal del Ciadi, que ha llevado la causa desde hace más de diez años, falló a su favor aun cuando dejó pendiente el cálculo del monto de la indemnización. Un nuevo tribunal -ya formado y en deliberación- tendrá que emitir su veredicto, el que permitirá el renacimiento de Clarín.
Víctor Pey afirma que este es un compromiso ético que tiene con el pueblo de Chile.
PAUL WALDER
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 836, 21 4 de septiembre, 2015