La destitución del intendente Francisco Huenchumilla demuestra, una vez más, que este gobierno, ni los anteriores, no entienden nada del problema mapuche, y lo centran en un tema policial o de pobreza, lo cual es un absurdo; habría que agregar el hecho de que las monarquías centralistas pretender dirigir Chile desde Santiago, la capital, así la única manera de entender por qué intendentes y gobernadores son títeres, manejados por el presidente de la república y por el ministro del Interior. Francisco Huenchumilla era la excepción dentro de este conjunto de hombres incapaces y serviles que representan al poder político en las distintas regiones.
Tanto el centralismo exacerbado como el problema mapuche tienen profundas raíces en la historia de Chile: en el primer caso, en el siglo XIX, luego de dos guerras civiles, la aristocracia santiaguina se impuso, ocupó y aniquiló a las provincias; en el segundo, un ejército de ocupación ganó la guerra, mal llamada “Pacificación de la Araucanía” y le robó sin piedad las tierras a los vencidos y los redujo a la pobreza, al robo, a la humillación y al sometimiento.
No cabe duda de que el sector derechista de la Democracia Cristiana se apropió del gobierno, y cuando hablan de dialogar lo único que hacen es entregarse, de lleno, a una derecha, cada día más audaz y vociferante que se expresa, por ejemplo, en la última marcha de los camioneros – de triste memoria, como gestores del golpe de Estado contra el Presidente constitucional, Salvador Allende, que un autor francés llamaba “la línea de masas de la derecha”-.
El gobierno no ha entendido que el problema mapuche no es sólo el de pobreza, ni de procedimientos policiales para reprimir con sevicia e injusticia las reivindicaciones del pueblo mapuche, sino que fundamentalmente es político. El intendente Huenchumilla era especialmente odiado por la derecha, que nunca ha dejado de ser clasista y racista.
El ahora ex intendente iba directo al corazón de los problemas del territorio de la Araucanía y planteó, entre otras propuestas:
– Un cambio radical es la estructura del Estado, a través de una reforma constitucional que pueda definir a Chile como “un Estado plurinacional con los pueblos originarios como sujetos de derechos colectivos y derechos a la autodeterminación”. Esta forma de Estado no es nueva en el mundo y se aplica en España, por ejemplo, en las autonomías – vasco, catalán – y en pueblos indígenas de Nueva Zelanda, de Canadá y de la mayoría de los países de América Latina, países donde se reconoce la autonomía de los pueblos indígenas. Personalmente, soy partidario de llegar más lejos y declarar a Chile un país federal, multiétnico, multicultural y que reconozca las lenguas y culturas originarias como enriquecedoras y parte integrante de la comunidad nacional.
– Proponemos un parlamento donde tenga derecho a diez cupos para diputados – siete para los mapuches, uno para los Rapa Nui y dos para el resto de los pueblos originarios – igualmente, en el senado, tres representantes de estos pueblos, (por mi parte, siempre he sido partidario de eliminar el senado, institución inútil en Chile).
– Huenchumilla es mucho más radical en el tema de las empresas forestales, donde actúan tres grandes compañías que, no contentas con apropiarse de las tierras pertenecientes al pueblo mapuche, están destruyendo la Araucanía. El ex intendente proponía una creación de una Comisión, a fin de “traspasar los predios de estas compañías a las comunidades mapuches colindantes”…”En esta negociación para el traspaso de predios deberá buscarse un mecanismo que separe la propiedad de la tierra de las plantaciones colindantes”.
El ex intendente Huenchumilla había tenido el valor de pedir perdón al pueblo mapuche por todas las tropelías y exterminio, llevados a cabo por el ejército chileno de ocupación y, luego, por parte de los hacendados que se apropiaron de sus tierras y hoy, especialmente, por la industria forestal, protegida por la dictadura de Pinochet y, posteriormente, por el duopolio neoliberal.
Desafortunadamente, este gobierno, ya entregado a la derecha, seguirá el camino injusto, torpe e inútil de militarizar la Araucanía y, sobre todo, aplicar leyes liberticidas. La destitución del intendente Francisco Huenchumilla es una cachetada más del gobierno de Michelle al pueblo mapuche.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
26/08/2015