Hoy el mundo ha vuelto a constatar que ha tropezado en la misma piedra. La economía mundial está en una gran crisis y entrando en una condición que caracteriza a las recesiones y son pocos los que dudan al respecto. Sin embargo, lo más preocupante puede provenir de la sumatoria de efectos financieros que pueden activar una crisis de mayor nivel, suficiente para destruir el sistema financiero occidental.
De la anterior crisis podemos recordar que la solución impuesta por los bancos centrales para aplicar los programas de expansión cuantitativa o Quantitative Easing, (QE) a partir de los cuales se profundizó el desequilibrio monetario, se debió a que su principal objetivo fue apoyar al sector financiero evitando su desmoronamiento que estaba centrado en la especulación bursátil. A través del tiempo se ha demostrado que esa fue el arma más eficaz para acentuar la concentración de capital, mediante la compra de empresas o destinando los créditos a muy bajas tasas para la recompra de acciones, objetivos que son absolutamente contrarios a los estímulos necesarios para mejorar la demanda en la economía real, acentuando la acumulación de riqueza en un pequeño grupo de personas y provocando la caída de la economía mundial que observamos.
Debemos recordar que la crisis del 2008 también generó una fuerte caída de la demanda, gatillada por el reventón de la burbuja de la deuda Subprime, montada sobre las deudas hipotecarias de Estados Unidos. Aparte de afectar a la banca, a las entidades ligadas al crédito en viviendas, seguros y otros, no advirtieron o simplemente no quisieron advertir que una gran parte del consumo de los norteamericanos se estaba sosteniendo sobre la base del crédito respaldado con las hipotecas de las viviendas, como luego lo comprobó el economista Thomas Piketty, quién tuvo la idea de procesar computacionalmente toda la información que existía sobre la deuda, para determinar su composición comprobando lo señalado.
La crisis Subprime activó el proceso de recuperación de las viviendas por parte de los bancos y de las entidades acreedoras, lo cual no sólo dejó a la gente sin casa, sino además, cerró la fuente principal del financiamiento de la demanda norteamericana, que es una economía de consumo que provenía de las tarjetas de créditos para pagar el consumo corriente, compras de bienes, la educación, etc., paralizando el crédito y con ello se frenó la economía de Estados Unidos, es decir, un golpe al corazón del sistema capitalista.
La crisis de la deuda Subprime de Estados Unidos del 2008 afectó al sector financiero y creó una crisis en cadena a la economía real mundial paralizando el crédito, con millones de puestos de trabajo perdidos, alentada por la política monetaria dirigida por la FED, que se irradió a través de la banca de inversiones al resto del mundo con los famosos derivados que negociaban los grandes bancos norteamericanos y del extranjero, que fueron traspasado al resto de la banca globalizada. La rápida respuesta de los bancos centrales, como la FED, fue actuar como prestamistas de última instancia con colosales préstamos, para lo cual surgió el TARP (Trouble Asset Relief Program), que colocó US$ 700.000 millones de dólares, lo que en realidad fue apenas una antesala del colosal rescate que operó después entre agosto de 2007 y abril de 2010 por medio del cual la FED administró en secreto el salvataje más grande que registra la historia de los Estados Unidos, que sin aprobación o supervisión del Congreso, proporcionó la asombrosa suma calculada en US$ 7,7 millones de millones de dólares, lo que representaba más de la mitad del valor de todo lo producido en los EE.UU. en un año. Salvar la banca implicó enormes sumas provenientes del derroche del sector privado, traspasadas al sector público.
Este breve recuerdo de la crisis del 2008 y sus consecuencias puede ayudar a comprender las nuevas magnitudes del dinero involucrado en la actualidad, el cual se ha multiplicado varias veces con la nueva crisis que está asomando en el mundo occidental, principalmente por el peligro de una crisis financiera monumental que afectará la economía real, considerando que puede ocurrir un colapso monetario que origine un aumento de la tensión geopolítica como anticipación al derrumbe del dólar, que es una parte que muchos no están considerando. Hoy es más notorio que nunca para el común de la gente, que la manipulación de emitir dinero por parte de la FED., y de otros bancos centrales, debe tener un límite porque se está irradiando un grave daño al resto de las economías, desvalorizando el PIB de los demás países sin que exista razón económica alguna, lo que les permite invertir en el extranjero para aumentar la capitalización de sus grandes empresas transnacionales a partir de la nada.
La sustentación del dólar está radicado en acuerdos impuestos por el imperativo de la fuerza de Estados Unidos, como país grande, para pagar los bienes y servicios de dicho país y además como obligación entre otros países del comercio entre sí, lo que se cumple acumulando reservas en dólares para pagar las importaciones, los commodities, etc., y cuando la balanza comercial es deficitaria o para financiar el gasto público y privado con el extranjero. Si a eso agregamos los bonos del Tesoro de EE UU, que compran los países extranjeros para financiar el gasto fiscal de Estados Unidos, tenemos una circularidad monetaria, que evita la acumulación de dólares dentro de la economía norteamericana, que de lo contrario los haría tener una inflación gigantesca, junto con el desplome del dólar.
La desconfianza respecto del dólar ha crecido y se observa porque grandes países extranjeros han dejado de comprar deuda de Estados Unidos, como son Rusia y China, En éste último país las reservas de divisas cayeron a US$ 3,65 billones de dólares en julio, de un máximo de US$ 4 billones de dólares que se estimaba tenía hace menos de un año.
Cuando las naciones empiezan a sumar la cantidad de dinero en dólares que circula en todo el mundo, y la monstruosa cifra en compromisos financieros, es el momento en que se piensa, cuál es el real valor del dólar. La conclusión es que estamos enfrentando una moneda sostenida por una especie de fe respecto a una incógnita, que los activos y el PIB de los Estados Unidos serán capaces para respaldar el dólar, sin embargo, hoy vemos el estancamiento secular de su propia economía y las monstruosas cifras que se manejan en deudas que han aumentado un 30% desde el 2008 y con un volumen en derivados que se estiman en US$ 1.5 cuatrillones de dólares, es decir, estamos hablando de miles de millones de millones de dólares lo que es un cifra grosera que hace perder la fé en todo el orbe sobre el dólar y la falta de explicación del valor que tiene hoy.
La paralización es el camino a una nueva recesión y tal vez a un descalabro mayor, según lo hemos comentado. Los indicadores avanzados del consumo mundial que son los commodities, nos entregan pistas. El petróleo WTI operó bajo los US$ 40 el barril el nivel más bajo desde el 2009, con una caída mensual 18,22%; el petróleo Brent, US$ 45 el barril, con una caída mensual de 19,79%; el Oro US$ 1.160,50 la onza, aumento mensual 7,30%; Cobre US$ 2,28 la libra, caída semanal de 2,1%. El precio de referencia del mineral de hierro se ha reducido a US$ 56 por tonelada, menos de la mitad de su nivel por tonelada US$ 140 en enero de 2014.
La discusión actual es si la economía de Estados Unidos está avanzando como dan a entender los organismos financieros oficiales y que como parte de dicha mejoría, se están dando las condiciones para la regularización de la política monetaria subiendo las tasas. Los acontecimientos recientes de China, parecen indicar que la FED podría retrasar el momento en que suba los tipos, sin embargo, las correcciones bursátiles del día 21 de Agosto, botaron el Dow en 3,12 %, el Nasdaq 3,52% y el S & P 3,19% y pusieron el acento de algo que se viene, nuevas e importantes caídas bursátiles que ya no sorprenden. China en la crisis del 2008, no tuvo las caídas que ha tenido en la actualidad, ni la banca China sufrió severamente con los derivados de la crisis anterior. Por el contrario, continuó manufacturando para continuar su comercio mundial, lo que se avala con que China aportó la cuarta parte del nuevo crecimiento mundial desde 2008, frente al 18% de EEUU y el 10% de Europa y Japón,
Pero a pesar de todo, el principal impulsor del mercado en los últimos siete años no ha sido el comportamiento de las empresas, ni China, ha sido la acción interventora de los bancos centrales, como también lo dicen los analistas de Bank of America Merrill Lynch. Lo grave del caso Chino es que el Banco Central de China parece haber perdido el control y hoy, un día negro, estaría confirmando que también veremos como la FED está perdiendo el control de la crisis, donde la subida o no subida de los tipos no tendrá ninguna importancia, será una anécdota, porque los mecanismos de los bancos centrales para sostener la economía real no están funcionando, como ha sido el largo letargo de la economía por las políticas expansivas de los bancos centrales, con el resultado en caídas bursátiles
Esta madrugada conocimos nuevos datos desesperanzadores de China, además la actividad de su industria manufacturera cayó a un mínimo de seis años y medio año en agosto, a pesar de los esfuerzos de Pekín para estimular el crecimiento y se presume que el PIB podría ser incluso la mitad de los que han anunciado las autoridades. El Banco de China perdió el control de su economía, En los siete primeros meses de 2015, el volumen total del comercio chino bajó un 7,3 por ciento y las exportaciones e importaciones cayeron un 8,8 por ciento y 8,6 por ciento, respectivamente en julio. El índice de precios al productor del país se ha reducido durante 42 meses consecutivos hasta llegar a un mínimo histórico de -5,4 por ciento en julio. Y las reservas de divisas cayeron como lo señalamos antes. Durante un tiempo, los esfuerzos del Gobierno de promover el sector servicios, junto a las subidas salariales, ayudaron a estimular el consumo interno y evitar la deflación. La devaluación del renminbi (yuan) de China fue el último de una serie de movimientos en los últimos dos meses para ayudar a impulsar la economía China en desaceleración, pero que están fallando.
Tal como lo anunció un portavoz del Wall Street, la única solución que resta tomar en caso de una mayor caída es paralizar la bolsa antes que se hunda a cifras nunca antes vistas y entonces, tendrán que dirigir las economías por medio de decretos.
Mario Briones R.