Cada vez me produce más repugnancia nuestra casta plutocrática fascista. Pido perdón por mi pesimismo, pero estoy convencido de que esta crisis del sistema político chileno va a terminar como la italiana del siglo pasado: a los corruptos Benedetto Craxi y Amintore Fanfani les sucedió un personaje tétrico, como Silvio Berlusconi. Al fin se sincera que los únicos dueños de la llamada “democracia” hoy son los capitalistas y que los políticos son sus lacayos y, nosotros, los estúpidos, que nos convocan a elegir, cada cuatro años, cuál de los mayordomos nos va a pegar menos correazo; así, el ciudadano elector es sinónimo de masoquista.
Con el pasar del tiempo y unas pocas leyes de probidad y transparencia, la famosa crisis institucional pasará de moda porque somos tontos de remate y el esfuerzo por sobrevivir nos impide preocuparnos de la política y todo volverá a la normalidad. Que el más millonario de la casta oligárquica se presente a candidato presidencial para un segundo período y que haya electores que lo puedan llevar a “trono”, es seguro que será el Berlusconi chileno y, claro, estaremos en la apoteosis del “a robar, a robar, que el mundo se va a acabar”, pues al fin se sincerará que el 1% de los chilenos hace lo que quiere con el otro 99%.
La superproducción de los 33 mineros – “rescatados de las entrañas, como dicen los siúticos – es la mejor pintura de este repugnante país anormal. El Avant Premiere, realizado en el teatro de Las Condes, en Santiago, “alfombra roja” mediante por donde desfilaron, entre otros protagonistas del filme, Antonio Banderas y Mario Casas, muchas calcetineras y señoras de la “socialité” ataviadas con su mejores galas, incluida la ex reina Cecilia Bolocco. ¡Y qué sorpresa para los presentes y los televidentes! Aparece el señor Corales del espectáculo, el super millonario Sebastián Piñera, el “héroe” que salvó de una muerte segura a los “33” con su coraje y porfía, y que en el día del rescate quiso vestirse como uno de ellos – es que Sebastián, “el hacedor de fortunas y salvador de Chile” no soporta convertirse en un actor secundario y, como el “Rey Sol”, siempre querrá ser el protagonista de todo drama e, incluso, comedia -.
Que Chile sea conocido – y tal vez admirado por el resto del mundo – por un accidente cuya entera responsabilidad corresponde al Estado y a los empresarios mineros que, en su afán de lucrar lo más posible, dejan a los mineros a su suerte, sin ninguna política sobre prevención de riesgos. Más les valiera tener vergüenza por las malas políticas laborales y en cambio, andar mostrando piedras de la mina, incluso a la Reina Isabel y a la Canciller Ángela Merkel, que se las cantó clarito por las nulas medidas de protección a los trabajadores de las minas. Lo que estos mandatarios ignoran, tal vez, que en Chile unos pocos “caballeros” explotan a su amaño a “los rotos” con la avaricia que los caracteriza, a sabiendas de que la vida e integridad de los “hombrecitos” de las minas valen muy poco, salvo que sean filmados por la mayoría de los Canales de televisión del mundo, momento en que son utilizados los”33” para levantar la candidatura del Presidente que cree que este país sigue siendo su mejor negocio.
Una de las razones del éxito de Piñera en la política es su completa anomia: no se hace ningún problema en confundir los negocios del Estado con los de sus propias empresas, pues en fondo, para él es la misma cosa. Hay que reconocer que es, de lejos, el político que mejor encaja, hoy por hoy, en la podredumbre del Chile plutocrático, corrupto y repugnante. El gran mérito de la derecha empresarial es haber logrado que el parlamento y los políticos terminen siendo una especie de “eunucos” al servicio del dios dinero.
Chile no un país, ni siquiera un paisaje, es sólo un espectáculo farandulero, ramplón, siútico y frívolo, como el espectáculo de la “alfombra roja” – hasta los mineros y sus esposas fueron correctamente disfrazados de “caballeros”- repartiendo besos y sonrisas como si fueron un Antonio Banderas o Mario Casas y, por qué no, Sebastián Piñera. Detrás de las luces del Teatro Municipal de Las Condes, se esconde la verdadera realidad de los mineros, que siguen tan empobrecidos como siempre. Del “jaguar” y de “los argentinos mal vestidos” – los chilenos – , como chilenos nos gustaba complacernos en nuestro estúpido narcisismo y chauvinismo, si sólo seguíamos siendo un país subdesarrollado, que tal vez, ganó la lotería con los “cuatro dólares” por libra de cobre, y que hoy basta que el precio baje a dos para que sigamos siendo un país en vías de desarrollo. A diferencia de nuestros padres, pobres, pero honrados, hoy igualmente pobres, pero sometidos por una casta corrupta, cuyo único norte es el famoso “enriqueceos”, expresión de Francois Guizot.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
05/08/2015