Diciembre 26, 2024

¿Cómplices pasivos?

Término acuñado por el ex Presidente Sebastián Piñera, muy propio de nuestra repugnante e hipócrita casta política. Es una falacia lo que hay son cómplices activos. En  Chile hay y hubo una derecha totalitaria que aporto el marco ideológico a la dictadura permitiendo y justificando los crímenes bajo  la idea  del anticomunismo. Sí no entendemos esta realidad no hemos comprendido la esencia de la naturaleza criminal de la dictadura y porque la udi es una organización criminal  y no un partido político en democracia.

 

 

 

Es innegable es que sí existieron asesinos – como lo recordábamos en la anterior columna al referirnos a “la banalidad del mal”- pertenecen, al menos, a   dos categorías antropo-sociológicas: los fanáticos ideológicos y los nihilistas. Con el tiempo, los traidores de la combinación política, Concertación de Partidos por la Democracia, (Concertación), ha colocado un marco de olvido tratando de esconder la realidad de que  el ejército chileno fue una institución de ocupación que, desde su creación, ha exterminado a más chilenos que a enemigos extranjeros – baste recordar los asesinatos y masacres  contra  los movimientos populares durante los siglos XIX y XX -.

         Se ha mostrado en toda su brutalidad y cinismo  la ideología asesina el ejército de ocupación, comandado por el criminal Augusto Pinochet quien, desde el primer momento acusó a las víctimas de haberse ocasionado ellos mismos  las quemaduras que llevaron a Rodrigo Rojas de Negri a la muerte y a  Carmen Gloria Quintana a una larga y dolorosa recuperación, sosteniendo la despiadada opinión de que, en el de Rodrigo, “se había quemado por dentro de la parca”, es decir, que él mismo se había provocado la muerte. Aún más cínica e inhumana fue la declaración de Lucía Hiriart de Pinochet  quien declaró: “qué tanto llora esa niña si se quemó tan poco”, al referirse a Carmen Gloria.

 

En los últimos días se han conocido numerosos y nuevos antecedentes de ese caso: 1) el plan del ejército para asesinar a miles de chilenos en ese mes de julio de 1986 que luchaban para recuperar la democracia; 2) la desclasificación de documentos enviados por la embajada de Estados Unidos al Departamento de Estado demuestra que el crimen del caso quemados era de conocimiento oportuno de Augusto Pinochet, y que según estos documentos desclasificados, el tirano planificó la forma de mantener a sus subalternos en la impunidad – a veces, la gente olvida que este tiranuelo amenazó con un nuevo golpe de Estado si alguien osara tocar a alguno de sus hombres -.

 

Hay que decir las cosas por su nombre: hay aún cómplices activos, pasivos y fanáticos que sin haber vivido el período candente de la dictadura, repiten las mismas monsergas de sus líderes nazis de la UDI – es el caso del secretario general de ese partido, Guillermo Ramírez, quien sostuvo la insensatez “del contexto”, como si pudiera justificar un crimen tan brutal. Dentro de los cómplices que aún quedan vivos, los militares Fernando Mattei y Rodolfo Stange, además de Manuel Contreras hoy agonizando en el hospital militar.

 

 Los  civiles que pretenden pasar desapercibidos,  v gracia los que participaron en Chacarillas para apoyar al régimen dictatorial,  muchos de ellos han sido ministros, senadores diputados de la derecha, entre quienes se encuentran: Juan Antonio Coloma, Patricio Melero, Cristián Larroulet, Joaquín Lavín, Carlos Bombal y los abogados – uno de ellos, el padre de Luciano, ex ministro de Cultura durante el gobierno de Piñera, Carlos Cruz-Coke – que colaboraron directamente en el adiestramiento de los soldados conscriptos para que mintieran ante los tribunales de justicia, tanto civil, como militar; a este grupo de civiles se agrega el concurso de Sergio Onofre Jarpa, ex ministro del Interior en 1986, durante las protestas contra la dictadura de Pinochet, y Francisco Javier Cuadra, hoy por forma parte del grupo querellado por la  valiente , Carmen Gloria Quintana.

 

La madre de Rodrigo Rojas de Negri tuvo la valentía de denunciar, ante los medios de comunicación,  las acciones de encubrimiento de los ex Presidentes de la transición a la democracia, Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruis-Tagle, Ricardo Lagos y el derechista Sebastián Piñera, además de José Miguel Insulza que abogó por la liberación del tirano Pinochet y traerlo a Chile para que quedaran impunes sus crímenes y robos, sin pasar un solo día en la cárcel. Hay que ser muy fresco para hacer una apología de la transición chilena a la democracia si se tiene en cuenta que si la comparamos con la argentina, ninguno de los miembros de la junta militar chilena nunca  han sido juzgados, menos condenados. No debemos olvidar los nombres de los “ diputadillos ” de la Concertación que votaron en  contra de la acusación constitucional  presentada  por algunos parlamentarios para despojar al tirano de su calidad de senador vitalicio Augusto Pinochet.

 

“La justicia en la medida de lo posible” de Aylwin sumado a la monserga de la reconciliación entre los chilenos no ha servido para que el entonces ejército de ocupación haga un verdadero acto de contrición poniendo a disposición de la justicia todos los archivos que aún permanecen secretos y liberando a los soldados conscriptos de la coacción a la cual han sido sometidos durante tanto tiempo, que impide conocer la verdad sobre los crímenes de la tiranía. Creo que es necesaria la realización de una profunda reforma de las fuerzas armadas chilenas, degradar a todos los oficiales que participaron en crímenes de lesa humanidad, además de la urgente necesidad de cerrar “el hotel-cárcel” de Punto Peuco.

Basta ya de hipocresías: de una vez por todas debe aplicarse el “ni perdón ni olvido” hasta no conocer toda la verdad sobre los detenidos y desaparecidos y demás víctimas de la dictadura, y que asesinos, cómplices y encubridores sean juzgados y castigados como lo merecen. Mientras esto no ocurra, nuestra democracia, ya de baja intensidad, siempre estará en peligro una regresión autoritaria. La historia prueba que “lo de nunca más” puede ser una utopía si la ciudadanía no está siempre alerta al rol demoledor de fanáticos y nihilistas que, en no pocas crisis, logran el apoyo de buenos y justos, pero vulnerables ciudadanos que, ante el temor del caos, o bajo el influjo de teorías reaccionarias, terminen dando el apoyo a demagogos totalitarios – si ocurrió en la Alemania en otro contexto y época histórica con el nazismo, ¿por qué no podría ocurrir en Chile bajo otra forma y circunstancia?. La antipolítica ha sido siempre  la antesala de las dictaduras.

Rafael Luis Gumucio Rivas

01/08/2015 

             

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