En días recientes la Presidenta Michelle Bachelet le ha cerrado la puerta a la Asamblea Constituyente para generar una Nueva Constitución para Chile, señalando que aquella podría ser “un proceso súper de elite”. Con esta errónea posición la Presidenta de Chile contribuye a profundizar aún más la crisis institucional, de credibilidad y representatividad que afecta a nuestro sistema institucional y político.
Vivimos hoy una crisis institucional, agravada por la corrupción del poder del dinero en la política, por la colusión, la concentración y el abuso de los grandes grupos económicos, sin mecanismos de real participación ciudadana y con una institucionalidad que no es capaz de dar respuesta, resolver e integrar los intereses concretos y los anhelos de las grandes mayorías del pueblo de Chile.
Para elaborar una nueva Constitución capaz de garantizar de manera efectiva los derechos sociales, económicos, políticos y culturales de las y los chilenos como base institucional y política para un desarrollo económico y social justo, democrático y soberano, consideramos que el único camino legítimo y democrático es asegurar el ejercicio de la soberanía por parte de su depositario el pueblo de Chile. Por eso, una Asamblea Constituyente conformada mediante la elección universal y representativa de todos las y los ciudadanos del país es un camino indispensable para la elaboración verdaderamente democrática e incluyente de una nueva Constitución.
La Asamblea Constituyente no es un mero método consultivo como lo es un Cabildo, es el modo en que las y los ciudadanos de un país ejercemos directamente la soberanía, lo que permitiría que por primera vez, en toda nuestra historia republicana, sea el pueblo soberano quien elabore y apruebe su Carta Fundamental. La mejor manera de hacer frente a una crisis institucional es profundizando la democracia desde un proceso que reconozca y permita el ejercicio del poder constituyente de las y los ciudadanos.
El proceso constituyente que ya se ha iniciado en el país es gracias a las miles de ciudadanos, organizaciones sociales populares y políticas que en los últimos años se han movilizado y han venido planteado la necesidad de una nueva Constitución para Chile.
Ningún mecanismo que le entregue la deliberación Constituyente a una elite, grupo de expertos sin representación, o a un Congreso sin legitimidad como el actual, podrá dotar al país de una Constitución legítima, democrática y soberana.
Se trata de dotarnos de una Constitución que establezca nuevas bases de soberanía económica, política, social, cultural, regional e institucionales del Estado de Chile para el siglo XXI.
Como Fundación creemos que ha llegado la hora en que las y los ciudadanos debemos organizarnos, movilizarnos y confluir unitariamente en todo el país en un gran movimiento unitario y plural, por la realización de una Asamblea Constituyente para elaborar la nueva Constitución que Chile necesita y merece.