Noviembre 17, 2024

Economía: un difícil futuro inmediato para Chile

 

En Chile a la percepción de corrupción generalizada de los políticos y las instituciones, ahora hay que sumar una situación económica en que la desaceleración y sus consecuencias se profundizan.

 

 

Lo que caracteriza la evolución de la economía chilena, al menos desde el último semestre del año 2013 es la lenta pero permanente desaceleración del crecimiento. La mayoría de las instituciones económicas y analistas sostenían durante el primer semestre del año 2014 que el crecimiento de la economía repuntaría durante el presente año 2015. Desde el segundo semestre en adelante, sin embargo, quedaba claro que la desaceleración no había tocado piso y que la situación seguiría empeorando. Poco a poco las expectativas de “brotes verdes” y recuperación han desaparecido, actualmente está claro que no hay ni habrá recuperación en el año 2015, ni en el mediano plazo, y los analistas están bastante pesimistas, el crecimiento esperado se está aproximando a un magro 2%, y con la perspectiva de seguir bajando, el propio ministro Valdés ha reconocido que la proyección de crecimiento de 2,5% tiene riesgo a la baja, y el desempleo ha dado señales preocupantes.

El guarismo de un 2,5% de crecimiento estimado para el año 2015, constituye una importante disminución respecto al 3,6% considerado en la ley de presupuestos que aprobó el congreso en septiembre de 2014. Todos los supuestos macroeconómicos han sido sincerados a la baja: la tasa de variación de la demanda interna proyectada se redujo de 3,9 a 2.0%, la inflación se estima al alza, en septiembre se indicó un 2,8% anual, y ahora se estima en un 3,9%. El precio del cobre, la principal exportación de Chile que en el presupuesto se consideraba 3,12 dólares la libra ahora pasa a 2,75 dólares, y como China inmersa en este momento en una crisis bursátil, que tendrá consecuencias en su economía real, es el principal mercado comprador del mineral rojo en realidad la incertidumbre ahora es mayor.

La desocupación en el último trimestre móvil informado subió un 0.6%, lo cual puede parecer poco pero si se considera que dada la precariedad de los seguros para el desempleo chileno, y en general de la red de protección social, las personas en paro forzoso están obligadas a buscar algún tipo de ingreso precario “por cuenta propia”, y por lo tanto no son considerados en las estadísticas de desocupación.

Chile basa el crecimiento de su economía su economía en la apertura al comercio internacional, tiene tratados de libre comercio con 22 países, con 4.200 millones de habitantes en todos los continentes. El grueso de las exportaciones son mercancías de bajo valor agregado, especialmente minerales que suman cerca del 60% de las exportaciones, entre los que destaca el cobre. Desde la apertura durante la dictadura militar, la base productiva manufacturera se ha reducido consistentemente por el impacto de la competencia de las mercancías foráneas, especialmente asiáticas, y en el mercado interior han ganado relevancia el sector financiero y los servicios.

Otra característica de la economía chilena es la alta concentración de la propiedad y de los ingresos. La gran financiarización y los oligopolios en las principales áreas de la economía. La demanda interna, especialmente el consumo de las familias, con bajos salarios y malas pensiones tiene su correlato en el endeudamiento generalizado[1], en julio de 2012 había 9,7 millones de clientes deudores en el sistema bancario, a los que hay que sumar los millones de deudores a las cadenas de retail, pero el acceso al crédito siempre está limitado por la capacidad futura de pago, la que en épocas de menor crecimiento y alza del desempleo se reduce, y con ello las políticas de la banca y los grupos del retail que otorgan masivamente crédito se hacen más restrictivas. Por tanto la desaceleración provoca un círculo vicioso de falta de confianza en utilidades futuras de los empresarios que postergan inversiones.

Chile es el país de la OCDE con más desigualdad. Los siguientes datos de la distribución de los ingresos muestran un record de desigualdad, que se ha transformado en una fuerte barrera al crecimiento.

Participación de los más ricos en el ingreso nacional,  incluyendo las ganancias de capital (pero no las ganancias retenidas, promedio 2005 -2010)

El porcentaje más rico                    Participación en el
de la población                               ingreso nacional

1%                                                  30.5%
0.1%                                               17.6%
0.01%                                             10.1%

En otras palabras el 0.01% más rico de la población recibe 10.1% de los ingresos.

La combinaciones de estas debilidades estructurales de la economía chilena, con un ambiente externo difícil, especialmente por la desaceleración de la economía de China, que es el principal importador del país, y la debilidad de otros mercados como los Estados Unidos o Europa Occidental, plantean un difícil futuro inmediato para Chile.

Como consecuencia el gobierno no cumplirá las expectativas de reformas, ni el programa, con el que fue elegida Bachelet, por falta de dinero. Así las cosas no habrá gratuidad general de la educación, no se invertirá en los nuevos hospitales prometidos, la mejora sustancial a las pensiones quedará archivada, y así suma y sigue. Por supuesto se puede objetar que recursos hay, pero están muy mal distribuídos. La recuperación de los recursos naturales como el cobre y el mar, e impuestos a las utilidades de las empresas a niveles razonables y con criterio redistributivo, permitirían financiar todas las reformas y las necesidades sociales urgentes que tiene la población en educación, vivienda, salud y pensiones. El problema es que el gobierno de la Nueva Mayoría no tiene la voluntad política de enfrentar estos desafíos, entretanto las consecuencias se acumulan, y crece el malestar de la gente.

[1] La tasa de bancarización de la población –con acceso al menos a un servicio bancario – es el más alto de Latinoamérica. La meta de la banca es colocar créditos y productos bancarios a toda la población activa. A finales de 2011 había 13.2 millones tarjetas de débito y 5.7 millones de tarjetas de crédito. Ello con una población activa en 2014 de cerca de 8 millones 600 mil personas.

 

Patricio Guzmán S.

 

Fundación Constituyente XXI

 

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *