El próximo domingo 5 de julio habrá un plebiscito en Grecia. Si se vota SÍ, esto querrá decir que el país acepta las condiciones de la troika o sea las tres instituciones que imponen el neoliberalismo en el continente europeo. Si se vota NO, esto significará que el pueblo griego rechaza el neoliberalismo y todas las políticas públicas destinadas a pagar la deuda externa a costa de la miseria, el hambre y la generalizada injusticia que se ha dejado caer sobre Grecia los últimos 7 años. Basándose en el marco teórico de la Teoría de la Revolución de Brinton y Davies, es posible predecir que Grecia votará NO el próximo domingo. De esta forma se repetirá un fenómeno similar a la elección entre el sí y el no y que se realizó en Chile a finales de la dictadura pinochetista.
Para elaborar la predicción aquí anunciada, es preciso hacer un brevísimo resumen de esta teoría de la revolución presentada por dos importantes cientístas políticos estadounidenses durante la década de los años 50 del siglo pasado. Esta teoría sigue algunos principios bíblicos. Primero se deben producir 7 años de bonanza, abundancia y esperanza (estos son los siete años de las vacas gordas). Este acelerado periodo de desarrollo económico es seguido por siete años de escasez y pobreza (siete años de las vacas flacas). Al final del séptimo año de miseria, la economía y la ciudadanía están en el suelo. Hay una drástica caída del producto interno bruto y así se pierde de entre un 25 a un 30% del ingreso nacional. La cesantía se dispara sobre el 30% de la masa laboral y la población literalmente empieza a morirse de hambre. En estas condiciones el pueblo proletario y que es la inmensa mayoría de la población, ya no tiene nada más que perder. Por lo tanto se lanza a las calles para realizar grandes manifestaciones populares que claman por justicia. La corrupta elite gobernante formada por los ricos de la sociedad entra en pánico y ordena la represión masiva de las manifestaciones populares. Es así como miles de manifestantes son masacrados en numerosas marchas que se suceden unas a otras como cuentas de un rosario de padecimientos. Ante este descalabro económico, político y social, la elite intelectual abandona a la elite política y pasa a dirigir el proceso revolucionario popular. El pueblo así responde al fuego represivo con fuego revolucionario y eventualmente triunfa derrocando a la elite política.
Estas resumidas etapas revolucionarias son las que se han seguido en todas las revoluciones exitosas del planeta. Primero las dos revoluciones inglesas del siglo XVII, luego las revoluciones estadounidense y francesa del siglo XVIII, las revoluciones independentistas latinoamericanas del siglo XIX y finalmente las revoluciones rusa, china, coreana, vietnamita y cubana del siglo XX.
La lucha política se ha modernizado radicalmente en los países ricos y desarrollados de Europa. Hoy día las manifestaciones violentas han sido reemplazadas por huelgas, elecciones y plebiscitos. En enero de este año, hubo un importante evento electoral en Grecia y la izquierda radical ganó democráticamente el poder político del país. De enero a esta fecha se han producido numerosas confrontaciones verbales y civilizadas entre los líderes griegos y los líderes derechistas que gobiernan la Unión Europea. El plebiscito del próximo domingo es una importantísima batalla en el conflicto entre pobres y ricos que se desarrolla en Europa. Los pobres que son la inmensa mayoría de la población griega, ya no tienen nada que perder y por lo tanto van a entrar con fuerza en la gran batalla política que se disputará con votos y no con balas.
El verdadero objetivo de la izquierda griega es que la Unión Europea elimine la deuda que el país tiene con los ricos que gobiernan Europa. La izquierda no quiere salirse de la zona euro, pero tampoco quiere pagar una deuda que es impagable y suicida. La brillante estrategia que han seguido los actuales líderes políticos griegos, es poner a la derecha continental en un grave dilema. Si la deuda no se cancela y se expulsa a Grecia de la Unión Europea, esto significaría que los dueños de Europa perderían más de medio trillón de dólares, y además sufrirían el enorme desprestigio de romper con la solidaridad europea. Este es un precio demasiado alto ya que otros países del sur de Europa en graves problemas similares a los griegos podrían seguir el mismo camino revolucionario–electoral. Los empresarios ricos dueños de Europa, estarán así dispuestos a pagar el precio del rescate griego en la esperanza de que el resto del sur de Europa no siga el ejemplo helénico. El precio a pagar con Grecia es verdaderamente mínimo si se le compara con los enormes beneficios que los empresarios europeos tienen hoy día al seguir explotando a los trabajadores del continente.
F. Duque Ph.D.
Cientista político
Puerto Montt, julio 2015.