Y de pronto le ganamos a los campeones de la copa 2014, los orientales que se agotaron de ganar durante el siglo veinte cambalache.
Euforia de la ciudades que se agitan, nos agitamos reptilianos y entregados como cuando le ganamos a los españolitos campeones del mundo.
Una trama de pases hasta que el huaso Isla decide el tiro y entra luego el balón corre entre defensa y el arquero medio tapado y cuando entra un locutor que masturba las orejas de los escuchas y le dedica el gol a los abusados, a los que se mamaron la colusión de las farmacias, a los que les dieron por el culo unilateralmente en la Polar llegar y llevar.
Como Chejov el lector es invitado a la euforia del estadio en vivo o en la tele de los vagamundos en una plaza mapochina y a los asados del archipiélago necesitado de unidades nacionales.
Huele mal en Dinamarca y Chile se parece en la lejanía y en el teatro.
Pero en la plaza del roto chileno hay una tele antigua encendida a buen volumen y los vagamundos y algunos vecinos vemos el partido apretado, tenso cual primera vez en la casa de la novia.
Cheleando a grito pelado y los pacos a lo lejos viendo el partido en el patio de la comisaría.
Entonces la salida de Cavani, provocado por el dedo acusador del chileno Jara, copión de trucos uruguayos, como dijo tuiteando el filósofo Mujica y oriental.
Roja para el guerrero charrúa cocinado en la misma salsa. Como Zidan saliendo digno y cansado de la marca dura de unos italianos hace unos años pelotudos.
Euforia en el archipiélago chileno.A tomar por culo estos días de aire químico y meta asado y niñ@s que florecerán en nueve meses, quizás con nombres de estos días.
Euforia de pasar a los cuartos de final, de la calidad tatuada de estos nuevos ricos atléticos, donde habita la dura y sin llorar.
Euforia limeña, sudaka, de unos cuartos de final que se vienen sabrosos, del Sur Borgeano, de los tatuados millonarios de visita por mi Andinia morena,arriba de la pelota y a medio morir saltando.
Jordi Lloret