Diciembre 26, 2024

Irak y EE.UU. pierden credibilidad ante la toma de Ramadi por el Estado Islámico

 

Erbil.- Milicianos chiítas y las fuerzas del gobierno iraquí se preparan para lanzar una contraofensiva para recuperar Ramadi, bajo control de combatientes del Estado Islámico (EI, conocido también como Isis), que conquistó esa ciudad en una batalla de tres días.

 

 

La pérdida de Ramadi ha restado credibilidad al gobierno en Bagdad y a la política de Washington, que insiste en depender exclusivamente en las fuerzas regulares iraquíes apoyadas por bombardeos de las fuerzas aéreas estadunidenses para contener y finalmente derrotar al EI.

 

Los primeros contingentes de paramilitares chiítas del grupo Al Hashd Al Shaabi (Movilización popular) están construyendo en Habbaniyah una base militar 32 kilómetros al este de Ramadi.

 

El total de paramilitares reportado es de entre 100 mil y 120 mil hombres, si bien sólo un pequeño número de ellos son de la provincia de Anbar, cuya capital es Ramadi. Mientras, las fuerzas regulares sólo tienen, cuando mucho, cinco brigadas o 15 mil soldados efectivos en combate.

 

Varias de las mejores unidades del ejército iraquí están exhaustas o han sufrido bajas considerables tras 18 meses de combate y numerosas deserciones. En una declaración de este martes, el gobierno iraquí advirtió que habrá severos castigos para aquellos soldados que no cumplan con su deber durante la batalla en Ramadi.

 

Otras unidades están dispersas. Helicópteros del gobierno tuvieron que rescatar este martes a 28 hombres que se separaron de sus unidades. Entre abrazos y besos celebraron que sobrevivieron y que el EI no los tomó prisioneros.

 

Sin más opción que desplegar milicianos, los gobiernos de Bagdad y de Estados Unidos desean un rápido contrataque para recuperar Ramadi, pero su principal prioridad podría ser defender Bagdad y ciudades como Samara y Kerbala.

 

Este martes fuerzas iraquíes y milicias tribales sunitas aliadas repelieron un ataque del EI en una localidad ubicada entre dos bastiones extremistas de la provincia oriental de Anbar. Los yihadistas lanzaron un ataque poco antes de la medianoche y tenían como objetivo tomar la localidad de Jaldiya, que está entre Faluya y Ramadi, dijo el líder tribal Rafic Fahdawi.

 

Mientras tanto, el gobierno iraquí, cuya administración militar es notoriamente corrupta e incompetente, tendrá dificultades para alimentar y proporcionar municiones a un mayor número de hombres en el frente. Por otro lado, será difícil para el EI avanzar más, sobre todo ante los continuos ataques aéreos estadunidenses.

 

El EI se ha movido con rapidez para asegurar el control y ganar popularidad entre una minoría de habitantes de Ramadi que no huyeron de la ciudad a pesar de que el ejército iraquí destrozó los muros con buldózeres y usó grúas para erigir fortificaciones que debían impedir que el EI llegara a la ciudad pero que impedían la movilidad de sus habitantes.

 

El EI también liberó a 70 hombres y 31 mujeres de la prisión de Ramadi, a quienes los guardias dispararon en los pies para impedirles la huida. Árabes sunitas se quejaron durante largo tiempo de que la policía local encarcelaba a la gente arbitrariamente; la torturaba y sólo la dejaba en libertad mediante el pago de un rescate. Usando altavoces, miembros del EI llamaron desde la principal mezquita de la zona a los familiares de los prisioneros excarcelados para que fueran a recogerlos.

 

Los militantes yihadistas han izado sus banderas negras en todos los edificios públicos y prometido a los habitantes que habrá víveres, doctores y medicinas. Sin embargo, también se ha reportado que han matado a cientos de miembros de las fuerzas de seguridad locales y tribales que los combatieron.

 

El EI promete imponer la sharia y obliga a las personas a observar conductas sociales extremadamente conservadoras.

 

Jasmin Mohammed, de 49 años, es propietario de una tienda de ropa para dama y dijo a la agencia Reuters que un miembro del EI le ordenó vender únicamente prendas tradicionales islámicas. Tuve que deshacerme de mis maniquíes y exhibir mi mercancía de otra forma, dijo. Además me dijeron que está prohibido que venda ropa interior, agregar.

 

Aun así, la mayor parte de la población de Ramadi, que alguna vez fue de 600 mil habitantes, se marchó hace meses, cuando comenzó la lucha por la ciudad a principios de 2014.

 

Los desplazados tienen dificultades para encontrar refugios, pues las fuerzas de seguridad de Bagdad sospechan que estas personas que huyen de su hogar podrían ser miembros secretos del Isis. Los dejan esperando en sus autos o a pie a temperaturas que llegan a 44 grados centígrados. Ya hay reportes de que cuatro personas murieron por el calor.

 

Las ofensivas del EI de 2014 y 2015, que lograron que los sunitas quedaran bajo control de los militantes yihadistas, o bien fueran expulsados de sus hogares, podrían resultar en un desastre a largo plazo para los 6 millones de árabes sunitas de Irak.

 

Annas, un periodista de Ramadi cuya familia huyó, dijo a The Independent: Nosotros, los sunitas iraquíes, vamos a acabar expulsados de nuestros hogares como les pasó a los palestinos. Dijo que es difícil para los sunitas como él vivir en Bagdad que, dijo, se ha convertido en una ciudad de milicias.

 

Existe temor entre los refugiados de Ramadi y se cree que muy pronto la carretera que une a esta ciudad con Bagdad será escenario de intensos combates. Los líderes de las milicias chiítas como la Organización Badr, Asaib Ahl Haq y Las Brigadas Hezbolá (grupo distinto del movimiento libanés del mismo nombre) estarán ansiosas de demostrar que pueden triunfar tras el fracaso de los servicios de seguridad del Estado.

 

Desde la masiva movilización de los chiítas que siguió al llamado del inmensamente influyente gran ayatola Alí Sistani, el 13 de junio del año pasado después de que el EI tomó Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak, han existido rivalidades entre las milicias chiítas y el gobierno central por el control de la seguridad. Algunas milicias, pero no todas, están bajo la influencia de Irán.

 

El primer ministro iraquí, Haider Abadi, ha buscado que los milicianos, que reciben un sueldo mensual de 750 dólares del gobierno, estén bajo su responsabilidad directa. Con el apoyo de Estados Unidos quería construir un servicio de seguridad regular que tuvo algún éxito en Tikrit, ciudad natal de Saddam Hussein capturada por el EI, y que en un principio fue atacada por las milicias, que al final no pudieron tomarla. La ciudad eventualmente cayó bajo el asalto respaldado por los ataques aéreos estadunidenses, encabezados por la unidad conocida como División Dorada. El primero de abril Abadi visitó Tikrit y se adjudicó la victoria. Pero luego derrochó triunfalismo al prometer que las fuerzas del gobierno iban a reconquistar Anbar, y anunció de manera grandilocuente: viraremos hacia el oeste.

 

En realidad, fue el EI el que tomó la iniciativa y abrió su propia ofensiva en Anbar, que concluyó en la captura de Ramadi y con la ruina de los planes de Abadi.

 

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 

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