En Chile, las editoriales y columnas, publicadas en El Mercurio, el diario de comerciantes y ladrones, son leídas por la mayoría de la casta política, y no pocas veces determina la agenda cotidiana de discusión en pasillos, salones y saraos. En el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el director de este Diario contaba con más poder que el mismo ministro del Interior. Hoy, el ex ministro de Hacienda del gobierno de Bachelet, después de esperar algunos meses para que se olvidara su comilona con los presos domiciliarios Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín, reapareció en la sociedad santiaguina con una columna llamada “El Columpio”, por la cual denosta al gobierno a su ex “Patrona”, a quien antes chupaba los calcetines.
Es sabido que este “genio de las finanzas”, es un siútico tecnócrata adorado por los plutócratas chilenos – ¿tal vez por el solo hecho de haber estudiado en Harvard? – Le atribuyen haber salvado a Chile y a su ahora vilipendiada ex Dama de la crisis Subprime – lo cual no tiene nada de mágico, ni de brillante, pues Chile tenía < aún tiene> miles de millones de dólares en bonos del tesoro norteamericano, a los que podía y puede recurrir para llevar a cabo políticas contra cíclicas -. Siempre, la oligarquía va a inventar la existencia de magos de las finanzas, que cumplen una misión salvífica. En 1938, lo fue “el último Pirata del Pacífico”, Gustavo Ross Santamaría; en el primer gobierno de Michelle Bachelet lo fue Velasco.
¿A quién se columpia Velasco? ¿Tal vez a la derecha? ¿A la Presidenta Bachelet? ¿A los borregos chilenos? ¿A los asiduos lectores del Diario que nunca miente? ¿A la Lily Pérez y los demás militantes de Amplitud? ¿A los partidos de la Concertación, que los engañó en las primarias haciéndose pasar por centro-izquierdista?
Este tecnócrata de la entonces Expansiva sabe explotar muy bien el esnobismo de los oligarcas chilenos y vende muy cara su presencia en almuerzos, cenas, conferencias, columnas y demás actividades: a los Carlos, de Penta, por ejemplo, les cobró la suma de veinte millones de pesos para contarles, presumiblemente, cómo operaba la economía mundial y su relación con la nacional – en Chile parece normal el cobrar muy caro por este tipo de informes -; Peñailillo, en cambio, cobró muy barato si se le compara con Velasco. Aún no sabemos el monto pagado por “el pobre de solemnidad” Agustín Edwards por la columna El Columpio.
¿A quién se columpia Velasco? ¿Tal vez a la derecha? ¿A la Presidenta Bachelet? ¿A los borregos chilenos? ¿A los asiduos lectores del Diario que nunca miente? ¿A la Lily Pérez y los demás militantes de Amplitud? ¿A los partidos de la Concertación, que los engañó en las primarias haciéndose pasar por centro-izquierdista? ¿A Pancho Vidal, que siempre lo ha querido tanto? Después de un análisis concienzudo, me quedo con la idea de que sólo ha logrado engañar a pobre Lily Pérez y el partido Amplitud, aunque pensándolo bien, el hecho de que Andrés Velasco sea el candidato de tan pequeño Partido, es un buen negocio para ambos, es decir, un matrimonio de conveniencia.
Es muy bueno para los permanentemente “columpiados” chilenos el que Velasco, de una vez por todas, se convierta en el líder de los que quieren terminar con las reformas, por muy aguas-tibias que sean; sería loable que también lo siguieran los ex concertacionistas Gutenberg Martínez, Camilo Escalona, José Joaquín Brunner, Mariana Aylwin, los tres Walker, Enrique Correa, Eugenio Tironi, y otros, que sólo les falta el coraje para pasar a la derecha conservadora.
Andrés Velasco sigue teniendo mala suerte, pues en la derecha no hay espacio para candidatos, pues ya tienen al ex Presidente Sebastián Piñera, el rey de la colusión de la política y los negocios; a Manuel José Ossandón, el candidato del populismo socialcristiano fascistoide; a Evelyn Matthei, la reina de las “chuchadas” y muy buena para el mechoneo a la pobre Bachelet.
El oportunista tecnócrata Velasco, que pretende llegar a la primera magistratura, tiene poco hueco político en el Chile de hoy, y más le valiera seguir columpliando a sus ricachones, los mecenas, que se obnubilan con sus lateras sentencias financieras.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
20/05/2015