Medio en broma y nada en serio, una oferta baratita a la madame.
Decidí emular lo que alguna vez Shakespeare escribió: “Sueños de una noche de verano”, pues aprovechando la información que menciona cambio de gabinete porque misiá Michelle les solicitó la renuncia a todos sus ministros y ministras, creo que ha llegado, ¡¡por fin!!, mi hora.
A menos, claro, que sea sólo exactamente lo que don William dijo: “sueño…”, pero pese a ello tengo confianza en mis capacidades, y más aún en mis habilidades extra programáticas. Por eso, amigos queridos, les informo que estoy ofreciendo mis espectaculares servicios a este gobierno socialdemócrata (en una de esas, capaz que logre regresarlo a sus antiguas raíces anti dictatoriales y socialistas de cuño allendista).
Ofrezco mis servicios para cualquier ministerio que no exija conocimientos de ingeniería. En otras palabras, para todo cargo en el que la raíz cuadrada no sea condición sine qua non para ejercerlo. Sin embargo, le aviso a la Presi que dispongo de una muy buena calculadora científica, así que tampoco le hago el quite a esa posibilidad.
Total, si el actor Eyzaguirre estuvo en Educación, ¿por qué no podría estar yo en Hacienda? Mal que mal, me sé de memoria los precios de las verduras, las frutas, la pulpa de cerdo (entera o fileteada), el balón de gas licuado de 15 kilos, el precio de la libra de cobre, la pechuga de pollo deshuesada, el kilo de reineta… y así, poh, lo que me pregunten de la feria, del súper o de la Bolsa, lo sé.
Doña Miche puede estar segura, cien por ciento, de que nunca he pedido dinero a trogloditas como el FMI, Ponce Lerou, o SQM, porque además ni siquiera sé dónde cresta están ubicadas sus oficinas. Respecto de CAVAL o de inmobiliarias, la Presidenta tampoco tendría que preocuparse por mi situación, pues, con suerte (o “con cueva” como dicen mis vecinos acá en el campo), la plata me alcanza ‘justo al pelo’ para solventar los gastos que impetran mi humilde vida y mi sobria y vieja casa coltauquina estilo ‘cualquier cosa’.
Soy un convencido que doña Miche debe conformar un gabinete con gente de la calle, la de ‘a pié’, porque nadie mejor que esa gallá sabe dónde y cuánto le aprieta el zapato. No me vengan tampoco con críticas los puristas de siempre, pues en la prole del garumaje hay muchos y muchas profesionales con experiencia larga e ideas sólidas. Claro, son proletas, ganan poco, están endeudados con un banco, una financiera o una caja de compensación, es cierto, pero son deudas ‘sanas’ y no amarres esotéricos que dejan al país tamborileando en un cacho, como es el caso de tantos eméritos parlamentarios y ministros ‘renunciados’ por orden de la misiá.
Tengo varios ‘plus’ frente a aquellos carajetes recomendados por las tiendas partidistas de la Nueva Mayoría. Por ejemplo: nunca me exilié (di la pelea acá dentro, a cara descubierta y con las manos peladas), estudié en un liceo con número y después en la Universidad de Chile, lo cual es también una ventaja sobre los diplomados y doctorados “jarvardienses” que, de seguro, muchas tiendas partidistas deben estar ofreciéndole a la Presidenta para que todo cambie a objeto que, a la postre, nada cambie.
Mi ventaja, señora Bachelet (¿o señorita?, ya me perdí), radica en que “soy de verdad”, lo cual, en buen castellano debe entenderse como “libre, solterito (políticamente, claro) y sin amarres de corruptela ninguna”… a menos que el haber comprado una entrada al estadio Monumental –ofrecida por revendedores protegidos por Baquedano y Ruiz Tagle- sea pecado suficiente para declinar cualquier asignación que usted determine.
Para que no haya disturbios mediáticos ni pataleos del Opus UDI pederasta-eclesiástico, informo -a quien interese- que mi tendencia principal es al ‘sanguche de potito’ y a las empanadas de horno que venden las venteras en las madrugadas de domingo a aquellos –que como yo- se acercan a los aledaños, populares y guachacas, de la vieja Estación Mapocho, luego de una francachela nocturna pródiga en piscolas, papas fritas, aceitunas, chicas en el caño, karaoke y humoristas lenguaraces.
Madame Bachelet (su apellido es franchute, ¿verdad?… gabacho les llamaba a ustedes mi republicano abuelo, hijo de Castilla la Vieja), soy su mejor opción. Nunca he ido a Estados Unidos (gran plus, sin duda), lo que me deja libre de cualquier compromiso con esos racistas predadores y, además (se lo aseguro), mi nombre mencionado en voz alta en Langley, o en la White House, no provoca inquietud ninguna, tanto al negrito que las redes sociales llaman ‘Tío Tom’ como a sus asesores (sean ellos halcones o palomas), porque a fin de cuentas ni me conocen por esos lados. Bueno, por acá tampoco, para ser sincero.
Pero, no se preocupe, a los gringos déjemelos a mi. Desde mi cargo en un ministerio haré un paquete con yanquis, opus-udis, obispos buenos pa’l merecumbé, minas y minos derechistas faltos de sexo, empresarios adictos a la expoliación, sociolistosladronzuelos, y variopintos progresistas amantes del dinero dulce, a quienes enviaré como encomienda por pagar a buena sea la parte, es decir, a sus lugares de origen… ergo, a la …(okay, ya lo adivinó).
Madame, no cobro caro, exijo menos del 50% que usted le pagaba a “Armani” Peñailillo ex Confech. Pero, le advierto, trabajaré en pro de estructurar una Asamblea Constituyente, a la cual veo como única alternativa democrática y popular para sanar a Chile de la enfermedad originada por un duopolio entregado de pies y manos al interés económico de viejos pinochetistas que recibieron –casi como regalo del dictador que era su amigo predilecto- doscientas empresas estatales a precio de huevo.
Amiga Michelle, tómelo o déjelo… pero sea cual sea su decisión, aténgase a las consecuencias. Sin mí, esta estructura actual pinta pésimo… conmigo no pintará mucho mejor, pero al menos respirará de mejor talante para dibujar el país que la mayoría de los chilenos desean.
Algo es algo… se trata, en buenas cuentas, de lo que usted y su gobierno hoy carecen, vale decir, contar con chilenos de verdad, sin compromisos con depredadores, y capacitados para dirigir instituciones que, de una buena y bendita vez, ‘funcionen” en pro de cumplir el objetivo que se les asignó cuando fueron creadas. ¿Le envío mi curriculum vitae?