Noviembre 24, 2024

Milán se convierte en 
un campo de batalla contra la corrupción

Cientos de manifestantes protestan contra el evento este viernes envuelto en una investigación por corrupción. La Policía blinda la ciudad con más de 4.500 agentes. Hay diez detenidos y 11 heridos.

 

 

 

Los enfrentamientos entre manifestantes y Policía han protagonizado la apertura de la Expo de Milán 2015 este viernes. Los disturbios suponen un revés para el Gobierno de Matteo Renzi que esperaba que la famosa feria ayudara a mejorar la imagen de Italia tras años de declive económico.

La batalla ha dejado “una decena” de detenidos,  todos ellos italianos, según fuentes la Jefatura de Policía. Las autoridades están valorando “la posición jurídica” de seis de los arrestados, es decir, si se dan las condiciones para denunciarles. Las fuentes señalaron además que 11 agentes resultaron heridos leves. Entre los manifestantes al parecer no se registraron heridos.



 

La ciudad italiana fue escenario desde primera hora de la tarde de una manifestación bajo el lema “Expo: deuda, cemento y precariedad”, que transcurrió pacíficamente. Al llegar a la vía Carducci se desataron los enfrentamientos con los antidisturbios que seguían de cerca la protesta.

Densas nubes de humo de coches en llamas llenaron el centro de Milán. Grupos de personas opuestas a la exposición, con sus rostros cubiertos y con escudos y picos caseros, lanzaron piedras y cócteles molotov a los policías antidisturbios que les respondieron con cañones de agua a presión y gases lacrimógenos.

La confrontación, de poco más de una hora y media de duración, tuvo lugar horas después de una pomposa ceremonia de apertura, en la que el primer ministro Matteo Renzi inauguró la exhibición de cultura y tecnología de seis meses de duración que en esta edición está enfocada en el tema de la producción sostenible de alimentos.

 

 

Miles de policías habían sido desplegados para contrarrestar la amenaza de violencia antes del evento, con el que Renzi contaba para reforzar señales frágiles de recuperación económica tras años de estancamiento y recesión. “Hoy es como si Italia estuviera abrazando al mundo”, sostuvo durante la ceremonia de apertura. “Todos los expertos que decían ‘nunca lo haremos’, esta es la respuesta para ustedes. Me gusta pensar que el mañana comienza hoy”, añadió.



 

En cambio, el elegante centro de Milán se transformó en un campo de batalla, con sirenas y explosiones periódicas de bombas cegadoras y de ruido sonando junto a los gritos de los manifestantes. La Policía detuvo a varias personas, que ocasionaron destrozos en escaparates, quemado coches y provocado daños en la infraestructura pública, si bien no especificó el número de arrestados. 

Fueron los propios vecinos de los barrios afectados quienes salieron a la calle para limpiar y reparar en la medida de lo posible los cuantiosos desperfectos provocados. Las autoridades ya habían previsto este tipo de disturbios por lo que el Ministerio del Interior decidió aumentar el número de efectivos policiales en la ciudad, en la que actualmente superan los 4.500 agentes.

La inauguración de la Expo ya estaba ensombrecida por una investigación de corrupción por la que varios altos funcionarios fueron arrestados, además de excesos de costos y aplazamientos de construcción que implicaron que grandes partes del complejo no estuvieran listas para el día de apertura. La feria, que sigue a la Expo 2010 de Shanghái, también movilizó desde activistas antiglobalización y ecologistas hasta estudiantes y grupos opositores a la austeridad.

Mientras el caos se desataba en el centro, el recinto de la Exposición Universal continuaba mostrando los 145 pabellones de países de todo el mundo que en los próximos seis meses abordarán el tema de la alimentación. Las autoridades esperan la asistencia de unos 20 millones de personas, la mitad de ellos extranjeros, y estiman ingresos por más de 10.000 millones de euros.



 

El Papa Francisco, que habló a través de una conexión televisada en la ceremonia de apertura, se refirió a la ironía de que un mega-espectáculo global que depende del patrocinio corporativo esté dedicado al desarrollo sostenible y a alimentar a los pobres.

”En cierta forma, la Expo misma es parte de esta paradoja de la abundancia, obedece a la cultura del derroche y no contribuye a un modelo de desarrollo equitativo y sustentable”, sostuvo. Los verdaderos protagonistas del evento deberían ser “los rostros de los hombres y mujeres que están hambrientos, que se enferman e incluso mueren debido a una dieta insuficiente o dañina”, añadió.

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