Tuve el honor de ser invitado como panelista en este programa y confieso que para mí constituyó una forma de entretención y, no pocas veces, logré sorprender a los burgueses de este país, tan conservador, siútico y adocenado.
Los ciudadanos de este país, que carecen de dinero para contratar la televisión por cable, están obligados una bazofia envasada, sin alma, y al gusto un público de mentalidad muy conservadora, razón por la cual se explica que Cecilia Bolocco, ahora conductora del programa Vértigo, y Morandé con Compañía, entre otros, ostenten récords de marcado rating – Bolocco y Morandé son la expresión máxima de la cultura de la tiranía -.
Durante los 25 años de transición a una supuesta democracia, muy poco ha cambiado en la televisión abierta y la basura y chabacanería conserva la marca la marca de la estupidez y frivolidad de los medios de comunicación del período dictatorial. El Canal Nacional –TVN – no corresponde a un Canal estatal, pues no tiene ninguna similitud con programas de la televisión española, BBC o Radio Francia, y su directorio es una “repartija” entre personajes del duopolio, que saben poco o casi nada de televisión. Es insensato seguir creyendo que al pueblo le gusta la vulgaridad y la fatuidad, que corresponde al desprecio de los “caballeros” por los “rotos”, vicio propio de las oligarquías en el poder. Considero lógico pensar cultural puede ser muy entretenido.
La Red tenía el valor el único Canal que daba espacio a las candidaturas anti-sistémicas, como también a personas que jamás podrían aparecer en los programas siúticos de los demás Canales de la televisión abierta. Vigilantes, en particular, constituyó un hito en la televisión chilena al conceder espacio a caras y voces distintas que las del resto de canales de la televisión, sobre todo, por medio del aporte ciudadano a través de la comunicación telefónica, en que se pudo escuchar la expresión de la ira popular frente a los abusos de la casta plutocrática, que se ha apropiado de este país y que, en los últimos meses, ha salido a relucir la corrupción de la clase dominante.
Gracias a Vigilantes pude conocer personas de gran talla humana y profesional, más allá de la caja impersonal y estúpida del televisor. Personas como Nicolás Copano, con sentimientos a flor de piel, en extremo sensible y, a mi modo de ver, con una concepción elevada de la tarea periodística, pudo llevar a la pantalla valores de justicia, verdad y nobleza y, no pocas veces indignación contra el Chile dominado por la excrecente plutocracia. Sebastián Esnaola, no pocas veces irascible ante la falta de razonamiento de las personas y sobre todo de la mentalidad cavernaria de la ultraderecha, pero valiente y bien informado y certero en sus juicios, aportó con muy buenas ideas al programa. Aldo Duque, a pesar de ser muy facho y admirador de “mi general” mostró, en muchas ocasiones, una gran calidad humana – para mí era entretenido dialogar con alguien que pensaba tan distinto a mí, una verdadera lección de tolerancia en la “Hipocritilandia” dogmática, conservadora y servil -.
Con del cierre del programa Vigilantes se silencian muchas voces que se atrevían a denunciar los abusos de los potentados en un Chile gris, en que domina la mentalidad conservadora y el servilismo de los yanaconas – indios de servicio a los conquistadores.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
01/05/2015