En un proceso de honda importancia, cinco países árabes del Oriente Medio han dejado de existir en la última década. Los cinco estados en cuestión son Irak, Siria, Líbano, Yemen y Libia. Y es posible que sigan más.
Las causas de su desaparición no son todas iguales. En dos casos (Irak y Libia), la intervención militar occidental fue la que inició el proceso de colapso. En otro caso (Líbano), es la intervención de otro país de Oriente Medio (Irán), el que está en la raíz del vaciamiento definitivo del estado.
Pero en todos estos casos, el resultado ha sido notablemente similar – la cesión del poder de las fuertes autoridades centrales a una variedad de organizaciones político-militares, por lo general pero no siempre organizadas en torno a un origen sectario o étnico compartido. El Oriente Medio se ve hoy ensombrecido por este proceso. Estamos viviendo en la era de las milicias.
Observe: en Siria, el caso más claro, el país está ahora claramente dividido en enclaves étnicos y sectarios separados -una zona dominada por Bashar Assad en el sur y en el oeste, un área controlada por el grupo jihadista sunita Estado Islámico en el este, tres enclaves kurdos no contiguos a lo largo del norte, un área bajo la dominación conjunta de Al Qaeda y sus aliados en el noroeste y una pequeña zona en el suroeste cuya tenencia es compartida por Al Qaeda y una variedad de milicias suníes apoyados por Occidente.
El punto importante para destacar aquí es que la zona controlada por Assad (alrededor del 40% de la superficie total de Siria) no difiere esencialmente en la naturaleza de su milicia que en las otras áreas.
Por el contrario, Assad ha sido capaz de sobrevivir porque se ha alineado con la fuerza mejor preparada para explotar con éxito la fragmentación de los países árabes y el surgimiento de las milicias que tratan de imponer su autoridad sobre las ruinas del Estado.
Esta fuerza es Irán, y más concretamente, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (CGRI) y su Fuerza Quds.
Esta fuerza es un cuerpo único. Existe con el propósito preciso de construir organizaciones paramilitares satélites (proxy) para que sirvan al interés regional iraní. En un momento como el actual, la posesión de una fuerza de este tipo es una ventaja enorme.
El gran ejército convencional árabe, de mayoría sunita de Assad se le volvió en gran medida inútil para en el período 2011-2012. El CGRI intervino y creó para él una de sus propias fuerzas preferidas. Hoy en día, esta milicia (las Fuerzas de Defensa Nacional), junto con otras milicias -creadas por los iraníes, formadas o patrocinadas por la vecina Irak y el Líbano-, son en gran parte responsables de la supervivencia de Assad. Pero éste último sobrevive como un señor de la guerra o como el caudillo de una milicia, no como “presidente” o jefe de Estado.
Irak está actualmente en día dividido en tres sectores, un norte kurdo, un área central controlada por jihadistas suníes y una zona chií en el sur. Una vez más, los chiís del sur, que aún son considerados por Occidente como el gobierno “legítimo” de Irak, es de hecho, un área en la que las milicias chiís son el elemento clave. Ellas operan libremente y actúan de acuerdo a su propia voluntad. A menudo, son el producto de la voluntad de la Fuerza Quds, y su comandante, el general Qassem Suleimani.
En el Líbano, en un proceso notablemente diferente, una milicia creada por Irán, Hezbollah, adquirió el papel dominante alguna vez ejercido por el Estado; porque el Estado era una construcción hueca largamente objeto de competencia por parte de milicias sectarias rivales, y porque el apoyo de Irán y Siria le permitió a Hezbollah adquirir un nivel de fuerza que ninguna otra fuerza político-militar local podría igualar. Es muy posible que esto esté cambiando ahora, en tanto que las milicias suníes asociadas a Al Qaeda entran en la arena.
En Yemen, donde el gobierno estatal y central también era débil, la milicia Ansar Allah (los “hutíes”), apoyada por Irán, tomaron la capital en enero. Elementos suníes en el sur, incluyendo una de las franquicias más fuertes de Al Qaeda, están luchando contra ellos. Una movilización de la fuerza aérea y marina árabe se ha puesto en marcha para evitar que los satélites de Irán se apoderen del estrecho de Bab el Mandeb. El control de esta vía fluvial vital entre el Golfo de Adén y el Mar Rojo, podría inclinar la balanza regional aún más a favor de Irán.
Por último, en Libia, la destrucción occidental del régimen de Gadafi ha llevado a la división del país entre dos gobiernos rivales – uno apoyado por los egipcios en Tobruk, el otro respaldado por las milicias islamistas en Trípoli.
Cinco estados árabes, carecen ya, de hecho, de existencia. En definitiva, el poder de las milicias ha sustituido a un gobierno ordenado.
¿Qué significa todo esto para la región? Esto significa que en una gran parte del largamente mal gobernado Oriente Medio una era de letargo despótico ha pasado para dar lugar a una época de caos. Los iraníes, gracias a su CGRI son inigualables, y están mejor equipados para beneficiarse de todo esto.
Pero en ninguna parte (con la excepción parcial del pequeño Líbano) los iraníes han logrado aún mantener a un país unido bajo el control de su representación (proxy) local. Esta no es la historia de un avance iraní imparable, como un monstruo, en toda la región. Sus éxitos son notables, pero parciales en cada área de operación. Las fuerzas sunitas y kurdas impiden su victoria completa y es probable que continúen haciéndolo.
¿Dónde terminará todo esto – ¿cómo se verá el paisaje cuando pase la tormenta? Imposible saberlo.
Pero se puede decir con certeza que la sombra de los pistoleros está adueñándose del Oriente Medio, desde la frontera entre Irak-Irán hasta la costa del Mediterráneo y desde el Golfo de Adén hasta Libia.
Fuente: Pjmedia.com.