El Canal Nacional ocupa parte de su mejor horario para publicar un spot de blanqueo de la figura de la presidenta Bachelet. Creer que aquello fue una entrevista periodística que se proponía hurgar en la poderosa señora para intentar encontrar respuestas a las miles de preguntas que cualquiera puede hacerse, o es un ataque fulminante de inocencia o se es parte de quienes están dirigiendo la operación salvavidas.
La empaquetada y formateada entrevista que hace el periodista de TVN, obedece a un guión que no es ajeno en formato y propósito al que siguió la nuera presidencial al diario La Segunda, ni a la conversación informal y en off, que dio la misma presidenta a los corresponsales extranjeros.
Mala cosa utilizar esas argucias cuando lo que se necesita son gestos de mayor altura. La falta de iniciativas inteligentes y decisivas lo único que está haciendo es seguir manteniendo la pelota en juego, pues es de toda obviedad, que por cada vez que se intenta contrabandear la información, lo que queda es un reguero de explicables críticas, y una irritación que ya estará haciendo lo suyo entre los afectados por la catástrofe nortina, respecto de quienes, utilizando el canal de todos los chilenos, la presidenta no dijo ni pío.
Como hemos dicho hasta el cansancio, el pretendido liderazgo de la presidenta no es sino la puesta en escena de variados módulos comunicacionales el que durante años ha seguido el mismo padrón. Una mujer presidenta revestida de una maternidad alejada de la contingencia y sus suciedades, volando cual dron celeste por encima de las maldades de la política, aplicando una mecánica facial según sea la ocasión.
El caso es que al no ser de verdad un liderazgo sino una permanente puesta en escena en donde hasta lo que aparenta improvisar lo lee en tarjetas nemotécnicas siempre al alcance de la mano, sus cimientos son tan débiles, como lo puede ser la menor falla comunicacional.
Y esa construcción intelectual ha sido hecha por una cohorte de antiguos y nuevos poderosos que en el lapso han visto crecer sus alcances y proyecciones de poder, encaramados en esa entelequia que promete traslaparse en la historia con visos de la estadista que fue capaz de las mayores reformas del siglo, pero que no es, ni será.
Resulta curioso y hasta risueño, ver como cada día el tándem de poderosos continúa aumentando su mareo en el intento reiterado de buscar salidas del atolladero en que se hunden. No hay día que no traiga mayores y más curiosos casos de corrupción del sistema político.
Incluso las pretendidas medidas que buscan tantear un acuerdo que lo tape todo tiene un no sé qué de risueño y de inocente en su pretendida autocrítica que intenta sacar el eje y el ojo del verdadero origen de la podredumbre que lo infecta todo: un sistema de apariencia democrático, pero que es un coto de caza de un grupo de sujetos que no llega a los mil y que se reparte todo el poder en un cruza propia de la zoofilia que no distingue pelajes para sus coitos.
El principio parece elemental: ya que estamos en ésta y de alguna manera somos todos responsables, también somos los llamados a buscar una solución.
Desechada la vía honesta de la renuncia acongojada volver a sus mansiones a un autoexilio vergonzoso, si es que se salva de la cárcel, los sujetos investigados intentarán huir hacia adelante una vez más. Por la vía de mirar para el otro lado, los políticos pillados en falta no van a renunciar, ni falta que hace, y seguirán en sus sillones como quien mira llover en Macondo.
Mientras tanto, se estarán urdiendo los mecanismos, que siempre los hay y si no se los inventa, para comenzar a subir en las encuestas, lo único que interesa.
La cloaca que se abrió por esas casualidades que están en todo hecho relevante, tiene para largo sino se inventa una pronta vía de escape real. A esta hora se estarán midiendo los efectos encuestables del spot publicitario de TVN en que las preguntas formateadas y las respuestas visadas y revisadas solo dejaron un gusto a cosa deslavada.
Se critica el uso y el abuso del rumor como una práctica que intenta enlodar los prestigios, las prestancias y las majestades.
Se olvida decir que el rumor es hijo predilecto de las situaciones comunicacionales que se mueven entre el negro absoluto y el gris dubitativo